Tribunal de San Petersburgo — July 06, 2017 / 09:23
El fuerte golpeteo del martillo acalló los gruñidos y murmullos de los alfas, enfurecidos, ante la locura que estaba ocurriendo. Lilia Baranovskaya, la alfa que fungía de juez, no parecía estar dispuesta a permitir que hubiera desorden en su sala. Después de un nuevo azote, el público calló. Todos los presentes miraron hacia el lado acusador, donde estaba una mujer pelirroja de mirada fría, observando enfundada en un traje cortísimo en tono rojo a quien estaba en el estrado. Su abogado, un beta llamado Georgi Popovich, carraspeó ante la presencia intimidante de los alfas.
Detrás de ella, estaba Yuri Plisetsky, un rubio muy joven quien era corredor de autos y tenía ya un premio internacional. Tres puesto a su derecha, estaba el estudiante Otabek Altin, a su vez era uno de los DJs más renombrado de la ciudad. En la otra esquina de aquella banca, Víctor Nikiforov, dueño de la firma de modelaje Stammi Vicino, lucía elegante e inquieto, mirando fijamente hacia el estrado.
Y allí, agazapado ante aquella nube de feromonas alfa, estaba el acusado: Yuuri Katsuki, un japonés común que en un intercambio por la empresa, había llegado por un grandísimo juego del destino a Rusia. Sí, era un omega quien además, a duras penas podía controlar a punta de supresores lo que la presencia de los cuatro alfas causaban en él.
Como era de esperarse, Yuuri no tenía manera de optar por un abogado privado, así que la embajada le había asignado a uno: Yakov Felstman, un beta con una amplia trayectoria tratando casos de infidelidades omegas. Lucía tenso pero callado en el lado defensor. Su frente dibujaba una arruga profunda.
—Puede continuar, Sr. Popovich. —Se escuchó la voz de la jueza, quien con una mirada de advertencia, obligó al jurado a mantenerse quieto en sus asientos. Un grupo de doce alfas, doce conservadores rusos y religiosos.
—Muchas gracias, su señoría. —Georgi realizó una pequeña inclinación con su cabeza y avanzó hacia el estrado, donde Yuuri esperaba, con sus piernas y brazos muy juntos, casi abrazándose a sí mismo. Estaba sudando frío, su camisa de cuadro se apegaba a su regordeta figura y sus lentes ya estaban resbalando por el puete de su nariz—. Entonces, sr. Katsuki. Decía que está seguro que es el destinado de mis cuatro clientes. —Yuuri asintió—. ¿Cómo puede asegurar eso?
—S-solo... lo sé.
Los murmullos prosiguieron, pero un solo golpe del mazo fue suficiente para acallarlos. Yuuri empezaba a ver negro en los bordes, síntoma inequívoco de ansiedad. Los cuatros alfas empezaban a sentir, cada uno por el vínculo que habían marcado en el omega, la sensación de que su destino estaba en peligro y necesitaba ayuda.
Mila gruñó, dejando sobresalir de sus labios carnosos el filo de sus colmillos. Yuri, en cambio, salivaba de ansiedad y movía sus manos inquietas entre sus piernas. Otabek parecía calmado, pero si notaban la forma en que apretaba sus dedos en torno a sus brazos, sería evidente su inquietud. Y Víctor... este ya había partido su tercer bolígrafo en la jornada.
—Repito, Sr. Katsuki. —El joven abogado intentaba mantenerse firme, a pesar de que la actitud del omega le enternecía y le preocupaba—. ¿Cómo puede saber que es el destinado de los cuatros? ¿Sabe que el castigo por la infidelidad y el rompimiento del lazo con su alfa es penado?
—Lo sé.
—¿Está usted consciente de que puede ser castigado severamente, además de perder todos los derechos omegas que tiene en el estado, e incluso, también perder sus permiso para permanecer dentro de nuestro país?
—¡Objeción! —Se escuchó la voz potente de Felstman y la jueza le miró con interés—. Está utilizando la intimidación con mi cliente.
—A lugar. Sr. Popovich, por favor limítese a hacer preguntas.
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Juicio de Alfas (YoI)
FanfictionYuuri está metido en un lío legal: cuatro alfas no solo lo señalan como su omega destinado, sino que él mismo sabe que es el destinado de los cuatro. ¿Pero como funciona eso en un mundo donde impera la monogamia?