VIII

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[Adara]



El viento lo puedo sentir con cada una de las terminaciones nerviosas de mi cuerpo, los vellos de mis brazos, así como los de mi nuca, se han vuelto unos receptores que me ayudan a anticipar los ataques de mis contrincantes cuando éstos alteran las corrientes de aire que circulan a mi alrededor, lo cual provoca que se ericen en una fracción de segundo. Mis otros sentidos también juegan un papel importante para mantener mi percepción del viento en su mejor estado para anticipar cualquier ataque.

Se podría decir que el viento es ahora mi elemento primario y no el aquocontrol, el dominio que poseo sobre el wunderment de Windrinka es superior al de la nación del agua, lo cual me sorprende, ya que demoré menos tiempo en controlarlo en comparación al elemento de Aqueser, más estando al tanto de que los elementos de naturaleza agresiva son más difíciles de someter que los dóciles.

Cuando estuve en el castillo de Falondrall entrenando para mejorar mi dominio sobre el elemento de la nación del agua, estaba al tanto de que mi entrenamiento no había terminado, mi aquocontrol no había llegado ni a un treinta por ciento, ya que no podía absorber las partículas de agua que hay en el ambiente para luego multiplicarlas y producir una mayor cantidad de ese líquido cristalino, la absorción de agua es una de las habilidades que más trabajo le lleva dominar a los nobles de Aqueser, según lo comentado por el propio Karsten.

Éste último no mentía al decir que durante mi entrenamiento en Falondrall se había estado conteniendo, el hermoso noble de Aqueser ha demostrado durante estos días lo que es ser un prodigaus. Debería entrenar solo con mi aquocontrol, pero el peliazul es tan poderoso que debo recurrir a mi aircontrol para poder contraatacar a sus técnicas avanzadas.

Debería descansar en los pocos días que me quedan, el torneo está a la vuelta de la esquina, mi cuerpo me pide a gritos que pare, cada célula de mi cuerpo llora debido al dolor, sin embargo, no me puedo dar ese lujo, sino me esmero en mejorar mis habilidades, puede que, durante mi contienda contra Eider, ella me ponga a dormir eternamente y eso no lo puedo permitir, me propuse no morir, o por lo menos, no en el torneo, donde todos anhelan que eso suceda.

Karsten aguarda a mi siguiente movimiento, apenas y me puedo poner en pie, la arena hace que levantar mis piernas se convierta en un tormento, es como si de ellas colgaran unas pesas de cien libras, mientras que él se ve tan ligero, danzando por la superficie del agua. Sino muero en el torneo, muy probable sucumba ante el agotamiento extremo, el noble de Aqueser me trajo a sus dominios, donde su wunderment es más fuerte, la bahía de los lamentos.

Desde que nací, aprendí que hay que temer de los seres vivos, más de aquellos que buscan hacer el mal por sobre todas las cosas, mientras que de aquellas entidades inanimadas solo hay que mostrar respeto y compasión por no poder descansar en el más allá. Nunca tuve un encuentro cercano con esos seres, por lo que jamás entendí por qué muchas personas les temen; ahora lo entiendo, estando en la bahía de los lamentos se puede percibir un ambiente pesado y triste, un ambiente gélido que pone la piel de gallina, además de que el clima sombrío que predomina en el cielo no favorece en nada para calmar los nervios, ni hablar de las voces y los lamentos que provienen del bosque que está atrás de nosotros, admiro el valor de esas personas que se adentran solo para divertirse al tener un encuentro con lo paranormal.

—Si quieres, podemos parar —sugiere el peliazul de pie sobre la superficie del agua.

Y pensar que creía que había logrado un avance en mi aquocontrol aquella vez cuando pude generar hasta cinco aquoesferas y dos aquolátigos luego de haber terminado mi entrenamiento en el castillo, técnicas básicas para defenderme, más no para contraatacar y causar un daño contundente.

Linaje Bastardo (N.H #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora