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Su mañana había sido agitada y desesperante porque jamás hubiera imaginado perderse más que en una cueva oscura o un laberinto eterno, las calles de la ciudad eran más aterradoras de lo que pudo imaginar alguna vez de niño, pero lo amaba.

La adrenalina que sentía cada que intentaba cruzar la calle o cuando preguntaba en cualquier puesto o local por un trabajo no tenía precio, ni siquiera matando al dragón más tenebroso o encerrando al villano más malvado de todo el reino Fénix había sentido tanta satisfacción como cuando consiguió un trabajo.

Estaba cortando las espinas de algunas rosas mientras cantaba una canción que el dueño de la florería había estado cantando antes, afinaba mucho peor que el otro chico pero intentaba dar lo mejor de si mismo porque le comentaron que las flores crecían más bellas si les cantabas.

— ¡Qué lindo ramo! — soltó cuando vio al dueño salir con un lindo ramo de flores variadas y coloridas.

— Gracias, estás haciendo un buen trabajo — dijo mientras colocaba el ramo cerca del mostrador y miraba el reloj y la puerta de entrada con insistencia.

Eso capturó la atención del principe que parpadeó un par de veces confundido antes de acercarse a ver la puerta con atención. — ¿Limpie mal el vidrio?

La pregunta inocente hizo reír a su jefe que negó sonriendo y le pidió que se acercara. — Casi cerramos, puedes quedarte la corona de flores o simplemente dejarla mañana te daré otra.

Mark asintió y acomodó las flores en su cabeza felizmente. — Me la quedaré.

Amaba ese trabajo, fue un día bastante divertido aprendiendo de las flores y su significado mientras platicaba animadamente con el chico que era el dueño, su uniforme constaba de lo que fuera que quisiera llevar puesto siempre y cuando no sea nada demasiado extremo y una linda corona de flores, ambos chicos y la chica trabajaba más temprano tenían una de esas durante todo el día.

— Oh, disculpa, ni siquiera pregunté si querrías quedarte con el empleo ¿vendrás mañana? — preguntó el chico con los ojos brillantes mientras le daba un sobre con el dinero correspondiente a su día de trabajo.

— ¡Claro que sí, Jae! Me encanta este trabajo, es mil veces mejor que mis deberes reales.

La cara del más alto se pintó en confusión pero asintió suponiendo que se refería a su antiguo trabajo formal.

— Bueno, de ser así debes saber que pagamos por semana, todos los jueves y tienes un día de descanso. Tiara sólo se queda las mañanas porque ella se encarga de lo administrativo y nosotros somos quienes nos quedamos por la tarde, usualmente cerramos a las cinco pero los sábados la jornada es más larga, hasta las ocho y se pagan las horas extras si es que decides quedarte.

Todo lo que explicó el chico lo guardo en su cabeza y asintió a cada una de las cosas dichas por Youngjae.

— Lo tengo todo, entonces es hora de cerrar ¿cierto?

Preguntó porque eran las ocho no porque el quisiera irse porque a decir verdad no tenía mucho entusiasmo de regresar a casa de Jia Er el cruel Wang para recoger sus escasas cosas, sabiendo que estaría en su casa o tal vez salió con su queridísimo amigo para tratar de convencerlo de que Mark no era nadie más que un tonto que no conocía la realidad.

— Hmm — el rubio miró una vez más la puerta y asintió —, esperaba que un cliente llegara, parece que hoy no vendrá.

Pudo notar el cambio de ánimo que tuvo su jefe, Youngjae era una persona increíble o eso había notado durante todo el día, no dudó en contratarlo porque necesitaba ayuda y nunca lo juzgó o le dijo que no sabía nada, y era real que era un tonto clase A en flores. Dejando de lado la bondad del corazón y su amor por las flores, su personalidad era increíblemente divertida y era demasiado atractivo para el bien de cualquiera.

Like a Fairy Tale // MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora