Capítulo 8 "Dictadora mano de hierro"

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Victoria Adrial: Dedicado a @hadassapaz ¡Muchas gracias por apoyar mi libro y comentar espero que te guste el capítulo! ^•^

Luces...

Cámara...

Acción...

—¿Hablaremos de forma sivilizada o debo esperar al abogado? —Roderick estaba molesto, desde que Cecilia llegó al cuarto lo echó y ahora que Lottie duerme tuvo la oportunidad de entrar.

Cecilia solo asiente.

Fueron a la sala donde solo tuvieron un momento en el que fue imposible no sentirse incómodos.

—Está bien, lo admito, me equivoqué.

—¿Eso crees? Ella ni siquiera debió pasar por esto.

—Lo sé, pero entiende, Charlotte es lo más preciado, hay cosas fuera de mi control.

—Una cosa es eso y otra muy diferente es que deba seguir exponiendo a nuestra hija a tu inegligencia.

—¿Exponiendo? ¡Acaso planeas...!

—Si.—Hubo un silencio incómodo—Lo he considerado aunque sé que sea algo inverosímil.

—No me hagas eso, Cecilia.

—¿Qué ha cambiado para que ahora muestres tanto interés en ella? Sigue siendo la niña mimada de la mansión Heinrich.

—¿De donde sacaste...?

—¿...Esas palabras?—Terminó por él—De los mismos empleados.



El día en el que tuvo la reunión familiar de los Heinrich Cecilia se dedicó a la remodelación de su oficina.

—Nana, ¿Podrías decirle a uno de los arquitectos que quiero el nuevo diseño de muebles aquí? Oh, ademas, creo que sería bueno ir preparando la nueva decoración para la habitación de Charlotte.

La niñera sonrió ante la emoción de Cecilia. Verla feliz, no era común, solo al ver a su hija y estar con ella, se puede ver el gran amor que le tiene.

—Por supuesto, Sra. Heinrich.

Cecilia había llevado acabo un excelente trabajo, pero dirigir y acomodar todo fue agotador. Optó por ir por una bebida, tenia demasiada sed.

En el momento en el que estaba por entrar a la cocina se detuvo ante las feas palabras de unas insolentes empleadas.

—Ay pero que paz se respira sin esa horrible diablilla.

«¿Se atreve a hablar así de delicada mi princesa? No temen a la muerte.»

—Amo esta clase de eventos, no soporto tener que estar consintiendo a esa terrible niña, si la paga no fuera buena desde hace mucho me hubiera ido.

—¿Y recuerdan que ayer nos quiso fastidiar hasta el desayuno con querer comer en la cocina? Es una niña detestable, ahora entiendo porque el Sr. Heinrich sigue persiguiendo a la mujer del pasado,—La puerta se abrió—la Sra. Heinrich es un mounstro igual que esa insufrible ni...



En esta vida, seré una buena hija, Mamá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora