9.NADA QUE RESCATAR

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Carlos De Gales

—¿aceptó?—escucho preguntar a Camila mientras la miro encender un cigarrillo.

Le había contado sobre mi viaje junto a diana y las condiciones que se hacían presentes. Vine aquí al no tener otro lugar a donde ir, había tratado evitar a Camila y más tras la confusión por la que pasaba, era la primera vez que no sentía la necesidad de estar cerca de ella y en sus actitudes me fastidiaban, sin embargo, era la única con la que podía hablar y necesitaba un escape de todo esto, mañana viajariamos y hoy Diana hablaría con mi madre esperando su permiso, además desde aquella noche no nos habíamos cruzado y solo la había visto una que otra vez en el jardín.

—hoy hablaría con mi madre, insiste en no irse sin los niños—respondo sin dejar de perderme mayormente en mis pensamientos.

—patética, si yo fuese tu esposa ir...

—no lo eres—dejo el vaso de brandy a un lado.

—¿que te pasa últimamente conmigo?—ella pregunta irritada mientras da una calada del cigarrillo.

—me molesto tu visita a Kensington—volteo a mirarla.

—se que fue una imprudencia—ella se disculpa y me dedica una sonrisa.—una disculpa por eso, fred.

La miro levantarse de su lugar y dejar el cigarrillo en el cenicero. Ella se dirige hasta mi con una coqueta sonrisa, sin embargo no logra provocar nada en mi como lo hacía siempre.

Ella se inclina hacia mi y intenta darme un beso, en ese preciso momento diana viene a mis pensamientos, es una sensación realmente molesta al saber nuestra situación, pero es imposible evitar y no entendía porque justo ahora pensaba en ella, en su mirada, su sonrisa, su fragilidad, su ternura y sus labios.

En ocasiones solo me preguntaba si nunca llegué a sentir nada por diana. Cuando estuvo embarazada de Harry me acerque demasiado a ella, tenía la esperanza que fuera una niña, la cual podría unirnos, ya teníamos nuestro heredero, nuestra obligación con la corona se había cumplido y ahora necesitaba una pequeña que no se sintiera como obligación. Pero también entendí que, quería una pequeña diana, una niña que fuera tan hermosa y tierna como su madre. Apesar de mi poco afecto a diana no podía negar la gran belleza que poseía, además de su inocencia, la cual me entregó y que tal vez solo la destruí.

Cuando Harry nació, sentí un profundo vacío y recuerdo como todas mis intenciones de estar cerca a diana se acabaron en ese instante y no entendía la razón, pudo deberse a un capricho o mi anhelo por una niña. Quería a William, el pequeño me había convertido en padre y un hermoso momento viví cuando el pronunció esa palabra, lo quería demasiado y a Harry también lo quería, tal vez no era lo que esperaba pero era mi pequeño hijo.

Diana, ella había intentado de miles de maneras que esto funcionará y tal vez me acostumbre demasiado a eso, porque ahora que dejo de hacerlo esta extraña sensación me invadía, pero no podría asegurar que fuera amor o realmente ya no sabía.

—¡CARLOS!—Camila grita sacándome de mis pensamientos.

Ella se había sentado a mi lado y parecía un poco enfadada.

—¿que pasa?

—te he repetido más de cinco veces que quiero contarte algo—su enojo es evidente.

¿ODIO O AMOR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora