Extra #1: Desenterrando la raíz.

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Habían pasado dos años desde que Min Yoongi entró al servicio militar a mediados del verano. Saliendo también en esas fechas y a pocas semanas del cumpleaños número dieciséis de su hermano menor; un joven de tez pálida salía al encuentro de su familia con su cabello rapado y uniforme camuflado; reflejando una mirada seria y fría, mucho más de la acostumbrada por el nativo de Daegu.


A pesar de que extrañaba a su familia, su reacción al verlos no fue ni siquiera similar a la de los demás chicos quienes corrían entre lágrimas a abrazar a sus padres. Sus pasos eran fríos y calculados hasta que estuvo de frente al matrimonio Jeon, no pudo ni siquiera extender sus brazos porque fue tacleado por un adolescente Jungkook quien se aferró a su cintura en medio de sollozos de "hyung" y agachándose para poder ser abrazado ya que había sobrepasado por varios centímetros la estatura del mayor. Yoongi abrió los ojos con asombro y alzó las comisuras de sus labios en un intento de sonrisa mientras su madre se limpiaba los ojos con el índice de su diestra, mientras su padre apretaba los labios conteniendo las lágrimas para decirle: Bienvenido a casa, hijo.


Se soltó de sus bolsos para poder por fin utilizar sus brazos; estrechando contra si el delgado cuerpo de Jungkook y acercando sus labios para besar la frente del chico quien lucía unos reflejos vinotinto en su cabello negro para después retirarlo con delicadeza mientras su madre se acercaba para pellizcarle las mejillas como generalmente hacía, por mucho que sabía que a él no le gustaba pero ese gesto por sencillo que sea inundó de calidez su corazón luego de todo lo vivido durante más de setecientos días de encierro. Una lágrima solitaria salió de uno de sus ojos, quizás como reflejo de los sollozos de todos los presentes o que realmente necesitaba de esa calidez humana pero no lo sabía así como tampoco tenía idea del cómo pedirla.


Cuando su madre se cansó de abrazarlo; tocarle el torso, el rostro, los brazos y las manos como confirmando que todo estaba bien con su hijo mayor se retiró un par de pasos para que su esposo también pudiera recibirlo. Fue el único al que Yoongi le abrió los brazos y ese fue el primero gesto que todos los Jeon vieron que le reconocer al chico que había entrado a los cuarteles en ese hombre que salía de allí.


Si su manera de expresarse era poca, luego de ese par de años se minimizó aún más. Su personalidad introvertida había sufrido mucho durante el comienzo del servicio militar y la discriminación que sufrió por parte de muchos otros cadetes lo habían cambiado internamente solo que en ese instante aún no podía cuantificar que tanto fue el cambio. Los gritos de "bastardo" entre otros improperios que le fueron dirigidos lograron aflorar en él cosas que pensaba que estaban ocultas, conoció su propio límite cuando en medio de una rabieta le dio un par de puñetazos a la boca del estómago de otro chico hasta que logró hacerlo escupir sangre. Lo más impresionante de eso es que no sintió ni un mínimo de remordimiento y asumió su castigo con pasmosa tranquilidad; pero esa acción logró que cesaran las burlas hacia él como adoptado lo que le dio paz.


Sin embargo esa insistencia de sus compañeros en recalcarle su bastardía hizo que germinara en él la curiosidad de enfrentarse a esa parte de su pasado, de su historia, que cómodamente ignoraba como miembro de la familia Jeon. Preguntas como ¿Quiénes eras mis padres? ¿Por qué me adoptaron a mí? ¿Dónde está mi hermano gemelo? Y se fijó que ya era hora de comenzar a buscar las respuestas que su corazón, y su mente, necesitaban, lo que aún no tenía claro sería la manera de hacerlo ya que no era cómodo hablar de ello con su familia.


Así como tampoco era cómodo que salió medicado para la ansiedad del servicio militar por las crisis que detonaron en su cabeza cuando escuchó disparos por primera vez, ni de las noches de insomnio donde revivía aquellos sonidos que siempre juró eran inventados por su mente pero que él estaba seguro que era recuerdos. Su madre era enfermera y ella debía, en teoría comprenderlo un poco más pero siempre pensaba que no debía causarles más molestias a aquellos que le dieron una segunda oportunidad de vida. Por ello es que siempre se sobre esforzaba en parecer el hijo perfecto, por eso se auto exigía el doble para no decepcionar a aquellos que hicieron que su vida no fuera el desastre que el destino parecía tener planificado.

Mi reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora