Av. 5 de Mayo

12 6 1
                                    

No podía más que mirar las tiendas de comida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No podía más que mirar las tiendas de comida. Recordaba que sus padres nunca le habían querido comprar si quiera una pizza. Le decían que los ingredientes eran muy poco sanos para alguien de su edad, pero en el fondo tenía la impresión de que también lo hacían porque los ingredientes también incluían demasiada felicidad para tu hija, eso, sin duda, no podían permitirlo.

Aspiró el olor de aquella preparación. Se preguntó cuándo sería el mejor tiempo para comer y cómo lo pagaría. Por alguna razón, la idea de trabajar no le pareció desagradable. En absoluto, todo lo contrario, creía que sería otra herramienta para poder ser libre. Así que colocó en su mente un montón de posibilidades sobre cómo ganarse el pan de cada día.

Imaginó de todo, desde las cosas más accesibles, como ir a un centro comercial a pedir ayudar con las bolsas, hasta solicitar trabajo en una tienda de comida; o cosas descabelladas, como ser una empresaria. ¿Por qué era descabellado?

Se recargó un momento en un árbol y se puso a pensar. Quizá con lo que ganara, tendría la posibilidad de ir a la universidad o de comenzar a vender algo como su primer negocio.

Ese cosquilleó la recorrió, porque sentía la ilusión de imaginar, de creer en un futuro. La sonrisa nuevamente fue visible. Le encantaba estar ahí. Le encantaba por fin estar libre.

Percibió que sus hombros estaban más ligeros, ¿seguía teniendo la mochila? No estaba segura, pero sí creía que todo el realismo del mundo estaba señalando hacia una sola dirección. Pensó en que, incluso, podrían llegarse a escribir libros sobre ella. La sobreviviente de una muerte en vida, aquella a la que le arrebataron todo. Los sueños, su alegría, su seguridad. Parecía que en ese pasado cruel en realidad no le había quedado absolutamente nada. Nada más que pura inexistencia, pero ahora. Ahora, qué diferente era. Ahora estaba tan contenta que no podía más que querer exprimir la vida.

Muchas veces, la realidad no es asquerosa, pensaba, sino que somos nosotros los que nos sentimos sin esperanza y por eso todo se mira así. Ahora, hasta la fruta se veía más bonita, hasta las sonrisas brillaban más. Incluso las risas no le molestaban, esos aleteos que lloraban por todos lados, ahora eran lindos diamantes que decoraban su camino. Estaba segura de que había tomado la mejor decisión.

El estómago empezó a rugirle, porque pasó de nuevo por un sitio de comida, pero no estaba molesta. Ya lo resolvería, ahora estaba con la persona con la que contaba totalmente: ella misma. ¿Cómo era posible que la hubieran arrebatado de ella misma por tanto tiempo?

Probablemente, eso era lo que la hacía sentir como una muerta en vida.

Qué hermoso cielo, ¿hasta dónde caminaría? Qué hermoso era su rostro reflejado en las tiendas, qué hermosa era la risa que brotaba de su boca sin permiso. Qué hermoso, qué hermoso. Qué hermosa la vida.

 Qué hermosa la vida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Por qué seguimos vivos, si aprendimos a matar? ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora