01 - ¿El Aula de los Fenómenos?

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Era como un castillo que tomaba territorio. Se alzaba como una montaña intimidante y se mostraba realmente pulcro. La limpieza debía costarles dinero, o una disciplina perfecta.

Momo no esperaba más de personas cristianas y educadas. Se podía ver limpio, pero una vez conociera el lugar, era el verdadero juzgado de que las apariencias pueden engañarte.

Su padre estaba a su lado, con su traje totalmente perfecto y bien acomodado. Momo no sabía en qué momento habían bajado del auto, pues estaba muy distraída con sus audífonos sonando al cien. Se quitó estos mismos y los guardó, escuchando a su alrededor el murmuro de todos los ruidos comunes.

Los autos, los pájaros, el viento, las personas.

Momo miró todo y sonrió. Un colegio cristiano la separaba, y ella estaba emocionada por saber más. Debería estar desanimada, por ser descubierta y obligada a "arreglarse", pero le emocionaba ver cómo era ese colegio.

— Vamos — su padre palpó su hombro, y Momo alistó un poco su uniforme de falda gris y camiseta blanca.

El uniforme no era muy diferente a las de otros colegios, pero a Momo le gustaba que pudiera ser esa falda perfectamente acomodada a su cuerpo y la camiseta blanca tapando hasta sus muñecas. Sí, era manga larga.

Una mujer de apariencia serena los esperaba en la entrada del lugar. Momo divisó a varios estudiantes entrando, no le daban mucha mirada, pero pudo cruzar mirada con algunos curiosos y sonrió a cada persona.

Era su principal naturaleza, Momo era linda.

La mujer de uniforme no muy difetente (pantalones negros y camiseta blanca), se detuvo a hablar con su padre de algunas preocupaciones.

Momo escuchó el cómo le aseguraban a el señor Hirai que la cuidaría bien y se adaptaría a sus compañeros y compañeras.

— ¿Podría preguntar? — la mujer se volvió dudosa, mirando a la menor con ojos sospechosos. El señor Hirai asintió, alentandola a seguir con su cuestionamiento — ¿Por qué razón quiere que entre a este lugar? Me ha dicho que siempre ha estado en colegios públicos, de educación laica, donde no imparten alguna religión — la pregunta hizo a Momo sonreír y a su padre ponerse nervioso.

— Mi hija, eh... — lo dudó, pero respondió — Ha tenido problemas de confusión en su orientación de gustos hacia las personas — las cejas de la mujer subieron en interés — Yo y mi esposa creemos que aquí podrá encontrar el buen camino, que se aleje de las personas que la llevan a esas confusiones erróneas. Espero no sea un problema — Momo pudo notar a la mujer hacer una mueca, pero luego sonreír hacia su padre.

Momo sonrió, eso era aún más interesante para ella.

— Oh, no. Por supuesto que no. Hemos tenido esos casos aquí. La deja en muy buenas manos — la mujer aseguró. Momo trataba de recordar su nombre, algo como Min... y algo más. Le iba a llamar de ahora en adelante, señora Min, le parecía más correcto.

El señor Hirai sonrió, aliviado de que por lo menos podían tratar con su hija mejor.

Momo también sonrió, y luego su padre le dió un suave empujón hacia la mujer, quien puso una mano sobre su hombro de forma casi amenazante, pero fue suave.

— Aquí estarás bien — Momo sintió como los dedos de su padre acomodaban un poco toscamente su flequillo — A las cuatro te diriges a casa, estaremos esperándote con la comida — sonrió el mayor.

— Mientras no sean verduras, encantada — Momo sonrió, y su padre igual para después irse con un suave movimiento de mano — Vaya, se le fue la sonrisa, señora Min — Momo no quiso burlarse, solo quiso comentarlo al verlo.

GRUPO LGBT+  ❄︎  DAHMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora