Bdsm 2

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- No tengo muchos, no marcas permanentes, perforaciones y la sangre no me siento cómoda con eso, nada de fuego tampoco

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- No tengo muchos, no marcas permanentes, perforaciones y la sangre no me siento cómoda con eso, nada de fuego tampoco. Esos son mis límites duros- murmuro- lo demás estoy dispuesta a probarlo señora.

- Lo entiendo- se enrolla las mangas de su camisa, sin quitar sus ojos de los míos.

- ¿Cuáles son los tuyos?- le pregunto ladeando ligeramente la cabeza.

- Me gusta impartir dolor, así que mi límite principal es no estar con alguien que no quiera eso. Tampoco soy afín a la sangre ni a las perforaciones. ¿Tienes algún problema con palabras detonantes?

- Ninguna.

- Bien.- murmura. Se pone de pie y me ofrece su mano para levantarme. Su tacto me produce un escalofrío. Me deja pasar y se pone detrás mío para dirigirme.

Los dedos de Poché están sobre mi hombro izquierdo mientras caminamos y, a pesar de que es unos centímetros más baja que yo, exuda poder.

Tiene un cuerpo esbelto y sus brazos tienen una musculatura firme. ¿Los consiguió por tanto azotar sumisas? Se sobre la debilidad de Poché por los azotes y realmente no sé qué tanto vaya a aguantar, es mi primer escena con ella.

- Repíteme tus límites-. me dice, su voz es clara y firme cuando llegamos al lugar que ella quiere.

Le digo mis límites, no marcas permanentes y no juego con fuego, con el resto de los juegos no tengo problemas. Me gustan las otras dinámicas del bdsm.

- ¿Necesitas agregar algún límite más?

Que lo pregunte tanto significa que es consciente de la importancia de la charla y el consentimiento en este tipo de relaciones.

- No, señora.

- Que bien- dice con voz ronca muy cerca de mi oído, sus dedos en mi mentón me hacen subir mis ojos a ella- Mírame a mí, no al piso.

- Lo siento- respondo con un poco de nerviosismo.

Lo cierto es que llevo un tiempo sin hacer una escena con una mujer y la idea me pone un poco nerviosa.

- ¿Te asusto, Dani?- niego rápidamente, porque no lo hace.- Entonces, ¿por qué luces tan nerviosa?

- Creo que me acostumbre a los penes- murmuro, antes de darme cuenta de que por ahí ella no entiende mi humor-. Lo siento, no quise...

- Oh si, quisiste decir exactamente eso- sonríe- Está bien Calle, no voy a morderte- pasa su delgado dedo índice por mi mejilla y su uña me raspa la piel-. No voy a morderte o hacerte daño... no un daño real.

- Está bien, lo entiendo.

- Que buena chica- me da un apretón en la mejilla antes de que mire detrás de ella-. Ojos en mi Calle, o te lo cubriré para que no veas- no vuelvo a sacar mis ojos de ella. Con sus manos, sube mi camiseta y me la quita.

Sonríe.

- Necesitamos una palabra de seguridad, ¿tienes una? Tienes que usarla si la necesitas- asiento, mientras sus manos se ajustan a la copa de mi sostén y presiona mis pechos levemente, antes de atrapar mis pezones por encima de la tela.

Tiene que ser una palabra que no usaría en una charla normal del día a día, es una palabra específica. Su función es que todo termina, la escena se frena. Se utiliza para marcar un límite o si estás agobiado y no te sientes seguro. Es muy importante para el bdsm ya sea en un club o en cualquier lugar que se realice una escena, tiene efecto inmediato.

- Mi palabra es Limerencia.

(El temor a ser rechazado es característico con la limerencia. La limerencia es el estado mental involuntario que resulta de una atracción romántica hacia alguien en el que se siente una necesidad obsesiva de ser correspondido.)

Me da una sonrisa encantadora antes de acercar su rostro al mío, dejándome ver sus ojos medio verdosos que son bonitos. Sus labios tocan los míos con suavidad antes de que el beso se torne un poco más caliente. Su mano descansa en mi cuerpo y solo presiona ligeramente mi garganta, haciendo que el collar que llevo se clave en mi piel delicada. Tiene una boca suave y el aliento mentolado golpea contra el mío cuando me hace separar los labios y su lengua toca la mía. Los dedos en mi garganta se aprietan con algo más de fuerza y yo separo mis labios para buscar aire.

Poché se aleja un poco de mí y me observa antes de pasar su pulgar por mis labios y sonreír.

- Eres un encanto, ¿lo sabes?

- Gracias.

- Ponte aquí para mí- señala la cruz de madera detrás de mí y yo me acomodo, antes de que termine de quitarme la ropa-. No voy a atarte, Calle, pero espero que puedas dejar las manos donde te pido o lo haré, ¿está claro?- cuando le digo que sí, vuelve a besarme brevemente y busca algo en su bolso. La veo sacar un flogger con ocho puntas y contengo la respiración, porque esto definitivamente será doloroso-. Soy profesora de matemáticas, Calle.

- Lo sé- murmuro, temiendo que me haga resolver ejercicio matemáticos como algún tipo de castigo.

- Vas a contar cada azote para que lo escuche claramente ¿de acuerdo?- se acerca y pasa su mano por mis pechos antes de bajar entre mis piernas y tocar brevemente mi clítoris-. Si no te escucho en un tono claro, voy a empezar desde cero- oh, diosa del masoquismo-. ¿Está claro?

- Si, señora.





2/3 ¿Quien quiere tercera parte?

One shots Caché 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora