Bar 48

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Al llegar al Bar 48 aparque el coche en la entrada y entré

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Al llegar al Bar 48 aparque el coche en la entrada y entré. Era un lugar bastante agradable, había cuadros de cantantes de Rock en las paredes y una plataforma en la esquina donde supuse tocarían varios grupos. Había mesas con sillones negros esparcidas por todo el local y una gran barra con bebidas alcohólicas detrás. En cuanto entré una mujer me preguntó que quería. Le dije mi nombre y entonces supo que era la nueva camarera.

-Todos nos cambiamos aquí, te daré una camiseta en un momento- dijo enseñándome una puerta trasera en donde había una pequeño vestuario.

-Tendrás que fichar cuando llegues y cuando te vas te encargarás de servir la comida y recoger los pedidos.

Asentí mientras me iba explicando todo lo que tenía que hacer que básicamente era lo mismo que había hecho en mi antiguo trabajo. Me presentó a las otras tres camareras que trabajarían conmigo en mi turno que era de seis a nueve de la noche. No era muy largo por lo que no llegaría muy tarde a casa. El trabajo estaba bien y agradecí tener algo que hacer que me mantuviera distraída por unas horas. Me puse a trabajar de inmediato, cogiendo los pedidos y atendiendo a los clientes. Las cuatro horas se me pasaron volando y cuando justo quedaban diez minutos para que terminara mi turno Lucas apareció por la puerta. Le sonreí aunque se me había olvidado por completo que iba a venir.

-Te veo bien -me dijo fijándose en mi uniforme que consistía en una camiseta negra con el número 48 en el medio y un delantal blanco atado a la cintura.

-Gracias, ¿te pongo algo?-le dije invitándolo a sentarse en la barra.

-¿Qué tal si me pones una Coca Cola?- me pidió con una sonrisa amable.

Asentí devolviéndosela y mientras se la daba no dejó de mirarme como si se estuviera divirtiendo.

-¿Por qué sonríes?- le dije sintiendo que me ponía colorada. Negó con la cabeza.

-Simplemente me preguntaba por qué trabajas de camarera si sabemos de sobra que no te hace falta.

-No me gusta que paguen mis cosas, me gusta hacerlo yo misma- le contesté mientras miraba detrás de él por si alguien me necesitaba. Al parecer podía quedarme un rato charlando.

-A mí me ocurre lo mismo- dijo y recordé que él también trabajaba de camarero.

Me gustaba Lucas, era simpático, y se le veía buen chico.

-¿Cuándo terminas?- me preguntó un momento después. Miré el reloj.

-Pues...Ahora- dije mientras cogía su coca cola y lavaba el vaso.

-¿Qué te parece si te invito a ver una película?- me dijo entonces sorprendiéndome un poco. Observe a Lucas. Era guapo, era simpático... estaría bien salir con alguien que no me trajera problemas, que no fuera mi ex novio...

-De acuerdo, pero hoy no puedo- le dije y vi como entrecerraba los ojos y me sonreía.

- Es que ha sido un día muy largo pero podemos ir un fin de semana, cuando no trabaje...

-Esta bien, pero te tomo la palabra.

Le pedí que me esperara, que tardaba un segundo en cambiarme de ropa así por lo menos podíamos irnos juntos. Cuando nos encaminamos a la puerta después de haber fichado y de haberme cambiado lo primero que vieron mis ojos cuando salí del bar fue el coche de Poché y después a ella que estaba apoyada contra la puerta, con los brazos cruzados y obviamente, esperándome. Sus ojos se entrecerraron al ver a mi acompañante. Me giré hacia a Lucas.

-Creo que es mejor que nos despidamos aquí- dije y el siguió mirando a Poché con los ojos entrecerrados.

-Si será lo mejor- dijo y entonces se giró hacia a mí y me besó en la mejilla, sorprendiéndome.

Me ruboricé y me fijé en como se marchaba. Entonces me giré hacia Poché, que apretaba la mandíbula y seguía con la mirada a Lucas que desapareció por la esquina un minuto después. Me acerqué hasta ella y automáticamente mi corazón se aceleró enloquecido.

-Hola- dije cuando la tuve delante. Verla me recordó lo que había ocurrido. Todo se me cayó encima como si acabara de pasar y sentí como mi cuerpo se estremecía. Su rostro se relajó y posó sus ojos en los míos.

-¿Estás bien? Aquella pregunta no me la esperaba.

-Sí, pero no gracias a ti-le dije sabiendo que aquello me traería otra pelea pero sin poder evitar ponerme a la defensiva, aquellos ojos verdes me distraían demasiado. Sus ojos me observaron con incredulidad.

-¿Estas enfadada?- me preguntó sin podérselo creer.

-Claro que lo estoy, ¡casi lo matas!-le dije sintiendo el miedo que había tenido al ver como el aire se le escapaba de los pulmones y como no era capaz de hacer nada, si le llegaba a pasar algo... 

-No sé qué demonios te ocurre pero no todo se soluciona de forma violenta, eso solo demuestra lo inmadura que eres. Sus ojos se volvieron fríos. 

-Te aconsejo que dejes de hablar ahora mismo-me dijo acercándose a mí e intimidándome con su cuerpo aunque fuese unos centímetros más baja.

-Tú eres la menos indicada para hablar de inmadurez; ¿te recuerdo que ayer me quisiste dar celos con tu ex? ¿El mismo que estaba haciéndote daño y gritándote que eras una puta? ¿Qué demonios te ocurre? 

Tenía razón... yo lo habia hecho. Para empezar nunca debí dejarlo quedarse en casa, y menos que me besara... aquello lo había complicado todo, pensé que seria divertido pero termino todo peor de lo que ya estaba. 

Sentí como el estómago se me revolvía por la culpa y por el arrepentimiento. Era débil, era idiota y encima le gritaba a la única persona que había intentado ayudarme cuando las cosas se habían complicado. Di un paso hacia atrás, sintiendo que mis ojos se humedecían. Aún no había llorado ni una vez y no empezaría a hacerlo delate de ella. 

-Lo siento...-dije sin saber que más decir. Su rostro se relajó y su mirada me observó como intentando averiguar qué pasaba por mi mente. Entonces estiró la mano y cogiéndome del brazo me atrajo hacia ella. De pronto me vi envuelta por sus brazos y mi cabeza quedó escondida en su cuello.

Sus manos bajaron hasta mi cintura y uno de sus dedos me acarició la piel desnuda que quedaba entre la camiseta y el pantalón. La tristeza y el arrepentimiento dieron paso al deseo. Sus dedos acariciaban la parte baja de mi espalda y un estremecimiento me recorrió la espina dorsal, poniéndome la piel de gallina. 

Mi corazón latía enloquecido todo lo que sentía era su cuero pegado al mío, y su olor característico a una colonia cara y a Poché. Entonces me apartó un momento y su mano derecha me cogió por la nuca, guiando mi cabeza hacia la suya. 

-Eres jodidamente irresistible -dijo y entonces se apoderó de mis labios. Sus palabras me causaron un calambre en el estómago que se dirigió por todo mi cuerpo un segundo después. Su lengua se introdujo en mi boca y como cada vez que lo había hecho su cuerpo, sus movimientos y cada una de sus caricias me dejaron casi fuera de juego. 

Cuando Poché me besaba no podía hacer nada más que dejarme ser besada por ella. Mis manos se alzaron hasta enroscarse en su pelo. Sus manos me acariciaban por todas partes. Nuestras respiraciones se aceleraron y ni siquiera me importó saber que estábamos en un aparcamiento público donde cualquiera nos podía estar observando. 

Poché se fue separando lentamente. 

- Ya no más celos tontos okay. Te amo.

Con un dedo tocó el borde de mis labios, fue dibujandolos, los miró como si por primera vez mi boca se entreabriera, y me bastó cerrar los ojos para deshacerlo todo y empezar desde cero, una boca elegida entre todas, elegida por ella para dibujarla con su mano en mi cara.

One shots Caché 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora