Mírame

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Pov Poché

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Pov Poché

Kim había tenido razón, ese era un evento popular. Era difícil dar un paso sin chocarse con alguien. El lugar estaba repleto de gente. Supuse que eran personas que se movían en círculos sociales que yo desconocía. Personas que concurrían a baúles de máscaras en impresionantes salones de hoteles, esos que yo nunca tendría en cuenta para pasar ni una noche. No porque no pudiera, sino porque no me gustaban.
No estaba acostumbrada a estar entre multitudes como esta. Ni entre cualquier multitud, a menos que contáramos a la gente que asistía a los torneos que solía frecuentar. Pero tenía que admitir que no me sentía tan incómoda como había esperado. Y, claro se trataba de la noche de Halloween. Pero también tenía mucho que ver con la chica que me presionaba el brazo con su hombro. Estaba aquí por ella.

Y si de mí dependiera, la tendría apretada a mi lado, tal como Sebas tenía a Kim. La multitud empezaba a embriagarse y por lo tanto a descuidarse.
No me gustaría que cualquier zombie nos empujara por detrás. A este ritmo, corríamos el riesgo de que nos tiraran los tragos que teníamos en las manos, de que Calle se lastimara y de que yo tuviera que golpear a algún borracho idiota con mascara.
Cuando revise el vaso de Calle para ver si había terminado su bebida, fue físicamente imposible evitar subir la mirada y recorrerle la cara. Bajar por su cuello. Para sumergirme de nuevo en ese escote.
No era la primera vez que lo hacia esa noche, y casi seguro no sería la última. Parecía incapaz de contenerme.

Sobre todo cuando sus pechos presionaban el escote de su vestido de tal forma que me arremolino la sangre e hizo que fluyera hasta ciertas áreas de mi cuerpo que estaban empezando a sentirse un poco apretadas de bajo de mi ropa. Yo solo era una mujer. Y podría soportarlo en tanto esa piel de aspecto suave y a la vista no me hiciera tener pensamientos poco propios para ese lugar. Y con esa compañía.

- ¿Estas bien?- me pregunto Kim, y me obligue a dejar de mirar a Calle.- Te ves... extraña. ¿Tienes hambre o algo así?
Sonreí de la forma más natural que pude.
-Siempre tengo hambre.- Por el rabillo del ojo, vi la risita de Calle-. Sin contar eso, estoy bien.
Como si fuera una señal, alguien nos chocó a Calle y a mí. De nuevo. Seguramente era alguien que estaba tratando de hacer un pedido en el concurrido y caótico bar.
Con una maldición, al final me hice a un lado y me coloque detrás de ella. Luego, le pase un brazo por el costado y apoye el codo sobre la barra para crear una pared detrás de ella.
Calle movió la cabeza y sentí el aroma de su cabello.

Maldita sea, esos melocotones empezaron a volverme loca.

Me daban ganas de sumergir la cabeza entre su cabello, colocar mi nariz en su cuello y aspirar una buena bocanada, como si yo no fuera un animal, como la mujer salvaje que era.
Sebas me miro a los ojos y asintió con la cabeza en señal de aprobación.
- Gracias, Poché- acoto Calle. Su voz atrajo mi atención de vuelta a ella. Sus ojos cafés bailaban con calidez, con esa conciencia que yo también estaba sintiendo-. Realmente no tienes que hacerlo, ya sabes, protegerme o algo así. Pero te lo agradezco.
Dios.

Ya le había dicho una vez lo mucho que odiaba que bajara sus estándares, y así lo creía. Era una persona que daba vida a héroes literarios, románticos empedernidos e historias de amor que la gente anhelaba. Me sacaba de quicio que no esperara todas esas cosas en la vida real.

- No hay nada que agradecer- respondí, y di un paso adelante para estar un poco más cerca, porque no me podía mantener a raya. Baje la mirada de nuevo, justo a tiempo para verla tragar, y el movimiento lento de la garganta junto con la forma en que lo acompañaban los pechos al respirar fue suficiente para hacer que me apretaran los pantalones. Jesús. Menuda amiga era-. Estoy feliz de protegerla, señorita Calle.

No respondió, y cuando volvía encontrarme con su mirada, tenía los ojos... distintos. Sorprendidos, entrecerrados. Quizá reflejaban los míos.
-¿Qué tal si bailamos?- sugirió Kim con entusiasmo y rompió el hechizo-. Creo que ya pasamos suficiente tiempo quietos.
Sebas se quedó en silencio. Calle dudo. Y yo... me encogí de hombros. Me dolía la pierna por haber estado tanto tiempo de pie, pero los seguiría hasta la pista de baile si ese era el plan.
-Vamos- insistió Kim.

Pero antes de que alguno de nosotros pudiera responderle, alguien me empujo por detrás y me hizo entrar en pleno contacto con la espalda de Calle. Sin pensarlo, la rodee con un brazo, justo cuando sentí que su trasero se apoyaba contra mi entrepierna. Una nueva inyección de conciencia se me desparramo por todo el cuerpo e hizo que mi miembro se pusiera en alerta.
- Si! - grito Calle- Vamos a bailar!

Sin darme a mi o a Sebas otra opción, las chicas se tomaron del brazo y caminaron hacia la multitud en movimiento.
Sebas me lanzo una mirada, y lo que vio en mi expresión le hizo soltar una risita.
- ¿Qué es tan divertido?- le interrogue, mientras ensayaba una expresión natural.
Echó un vistazo al mar de personas delante de nosotros y sus ojos se centraron en un punto que, supuse, era su esposa.
- No tenías que decir nada- repuso, mirando hacia adelante-. Sabes, no va a ser fácil. Pero va a mejorar.

Forcé una risa para fingir que sabía de lo que estaba hablando.
Negué con la cabeza, Sebas asintió y nos aventuramos a la pista de baile.
Las chicas estaban bailando, haciendo lo suyo mientras estaban perdidas en la canción, girando en círculos con los brazos en alto. Sonreí por lo que estaba viendo. De hecho, estaba segura de que estaba devorando, con cegador asombro, cada uno de sus movimientos, como si estuviera viendo el amanecer por primera vez.

Una imagen extraña seinfiltro en mi mente, Calle sentada a horcajadas sobre mi tabla, flotaba en el océano.Tenía el cabello mojado pegado a la piel y sonreía. Me encantaría llevarla,enseñarle a remar, a atrapar su primera ola, escucharla reír por sobre elsonido de las olas. Todas las cosas que yo no podía hacer.

Los ojos de Calle se encontraron con los míos, pero lo que sea que comunicabami rostro hizo desvanecer su sonrisa y su expresión se tornó seria. Preocupada. De inmediato, camino en mi dirección, y aunque no quería arruinarle la diversión,me alegre de verla acortar la distancia. De que viniera hacia mí.
Se detuvo lo suficientemente cerca como para regalarme otra bocanada de superfume. De ella.
Se acercó más para que pudiera escucharla por encima de la música.
-No estas bailando. ¿Te está molestando la pierna?

Kim y Sebas estaban a varios metros de distancia. La multitud se había tragado sus cuerpos fusionados.
Tal vez por eso me sentí con la libertad de decir la verdad:
- Me distraje observándote como para sentir alguna molestia.
-¿Observándome?- se profundizo el café se sus ojos.
Asentí con la cabeza, despacio, todo de mi gritaba que me inclinara un poco. Que me sumergiera en ella y me acercara a su oído. Que le tocara con los labios su delicada piel y que se liberara de su conciencia.
-Es muy difícil no mirarte, Calle. Lo haces difícil.

One shots Caché 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora