Mírame 4

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- Esto es lo que quería decir hoy - explicó -

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- Esto es lo que quería decir hoy - explicó -. Cuando me dijiste que te ibas del apartamento así me podía cambiar. Que no querías verme correr por ahí en ropa interior.

Me acordaba, por supuesto que sí.

- ¿Sería tan malo? ¿Qué me miraras?- Su voz tenía un matiz que no me gustó, como si la hubiera lastimado. Algo que no podía soportar, pero tampoco sabía cómo solucionarlo.

Ella me jalo de nuevo, acercándome aún más. Desgarrando mi autocontrol.

Sentí el contorno de su cuerpo (la curva de sus pechos, la pendiente en su abdomen) contra mi y me llevó hasta mi límite.

Y cuando dijo:

- Quiero que abras los ojos Poché. Necesito que lo hagas.

Fue esa necesidad lo que me mato. Saber que ella me necesitaba, que quería que lo hiciera por ella. Mi fuerza de voluntad, completamente agotada. Hacía mucho que ya no podía interpretar el papel de noble amiga.

Mi autocontrol se quebró.

Y abrí los malditos ojos.

Impregne mi mirada con la imagen que tenía delante. De Calle, en nada más que su ropa interior con sus hermosas ondas enmarcando su cara, todas las curvas que pedían por mí. Que la tocara, no como lo había hecho en cualquier momento del pasado, sino para conocerla. Que dejara que mis manos deambularan lentamente por toda su piel hasta que no hubiera ni un centímetro que no me supiera de memoria.

Era guapísima. Deslumbrante. Todo lo que podría querer. Y me miraba a mi como si se preparara para verme huir, cuando en verdad haría lo que fuera por quedarme.

- Calle- empecé a decir después de recuperar el aliento-, si piensas que esto es algo que no quiero ver, entonces me estás malinterpretando.

Sus labios se separaron con sorpresa.

SORPRESA.

Negué con la cabeza y, debido a que había perdido el autocontrol, por fin dejé que mi mirada se impregnó sin reservas. Mis ojos recorrieron su delicado cuello, tomaron la suave curva de su hombro, sus clavículas, hasta llegar a sus pechos, apenas sostenidos por el sujetador de encaje negro.

Debido a que mi autocontrol se había desvanecido, también me permití tocarla (por fin carajo, por fin) para rodearle la cintura con las manos. La sentí cálida y flexible, y pude mover su cuerpo a mi antojo.

Calle dejó salir su respiración en una bocanada y me tomó de los hombros con firmeza.

Mis manos fueron subiendo hasta que los pulgares rozaron debajo de la curva de sus senos.

- ¿Crees que no quiero verlos? - La roce de nuevo con la yema de mis dedos, el contacto a través del encaje me estaba volviendo loca-. ¿Tocarte así?

Calle arqueó la espalda en respuesta, acercándose más y mi miembro se sacudió ante las vistas, la cercanía de su cuerpo.

- No hay nada de ti que no quiera ver.- La tome de las manos y me lleve una de sus muñecas a la boca-. Eres una obra de arte Calle.- le dije sobre la piel-. Una obra del carajo. Como un espejismo. Una ilusión. ¿Qué persona en su sano juicio no querría verte?

Calle liberó un gemido que despertó a esa parte más primitiva mía que había tratado de mantener a raya toda la noche.

Sin ningún sentido de pensamiento racional, me abalance sobre ella y, con un movimiento rápido, la coloque contra la puerta cerrada.

Me incline y me asegure de hablarle muy cerca del oído cuando le pregunté:

- ¿Eres siquiera real?

- Soy real.- Apenas le salieron las palabras por la respiración jadeante-. Puedes tocarme, si no me crees.

- Tocarte- gruñí ante la idea de hacerlo de verdad, no solo rozarle la piel con las yemas de los dedos, sino tocarla de veras, por todos lados. Quiero eso. Le levanté los brazos y le sujeté las manos por encima de la cabeza, dejándola inmóvil-. No digas cosas que no quieres decir Calle. No ofrezcas cosas de las que te puedas arrepentir.

Ella arqueó su espalda de nuevo y empujó los senos contra mí.

- No me voy a arrepentir.

Mis manos le apretaron las muñecas mientras me inclinaba y posaba mis labios sobre su piel.

- Quiero hacer cosas nobles, Calle.- Sumergí la nariz en su cabello y, como el animal que era, aspire una profunda bocanada de ese aroma-.Pero me está resultando muy difícil, porque todo lo que quiero hacerte son cosas pecaminosas.

Apretó su pecho contra el mío y pidió:

- Puedes ser las dos cosas. Haz ambas cosas.

No.

- ¿Recuerdas que te dije que no podía ser tierna y desordenada? - dije con voz ronca y avance sobre ella, presionando más fuerte contra la puerta. Ella asintió con la cabeza y murmuré con voz áspera-: Esto es lo mismo. Si soy noble, me alejo. Te envuelvo en mi chaqueta y te llevo a casa.

Calle tiro para salir del agarre que yo le hacía con las muñecas, y como no cedi, me miro a los ojos y contestó:

- No.

Era la necesidad en sus ojos, la forma en que se estremeció al pensar que me alejaba, lo que aniquiló ese último hilo de cordura y rompió algo dentro de mí, algo más grande, más salvaje. Lo que le dio un empujón a la bestia.

- Déjalas aquí- gruñí, y le presione las muñecas para mantenerlas por encima de su cabeza. Trague saliva, incapaz de contenerme-. Quieres pecar Calle.

Deslice las manos hacia abajo, con las palmas listas y abiertas-. Sería tan fácil, Calle.- Mis pulgares le rozaron los senos; luego, jugaron con los picos endurecidos sobre la tela de encaje de su sujetador, antes de bajar de nuevo y llegar al borde de sus bragas. Me activé con la tela delgada, se me aceleró el pulso por los pensamientos que me daban vuelta en la cabeza-. Podría deslizar esto a un lado y hacerte sentir bien. Hacerte morir de placer con los dedos.

Ella jadeo de sorpresa, anhelante, y el sonido, la imagen de su boca entreabierta del placer que ni siquiera le había dado me hizo poner tan dura que no tuve más remedio que apretarme contra ella. Mis caderas empujaron las de ella con un impulso rápido y duro que le sacó otro gemido desenfrenado.

- Ay Calle- gruñí de nuevo, presionando contra la tela de su ropa interior y me aferre a esa última astilla de sentido-. ¿Qué hace un ángel como tu con alguien como yo?

Un sonido estrangulado y áspero salió de sus labios, antes de susurrar mi nombre:

- Poché...

- Calle.- Le respondí mientras me acercaba lentamente a sus labios.

- ¿Calle?- Una voz familiar cortó el momento-. ¿Hola? ¿Calle? ¿Estás aquí?

Mierda.






Chan chan, las interrumpieron. ¿Qué piensan que va a pasar? Comenten.

One shots Caché 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora