La última primera vez

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Pov Calle

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Pov Calle

-Quiero besarte -me dijo como si lo que dijese fuese algo muy importante.

Le sonreí levantando la mirada de sus manos.

-Pues hazlo-le dije divertida.

Ella seguía seria, me observaba con atención.

-No lo entiendes, quiero besarte por todas partes... quiero tocarte, quiero sentir tu piel, quiero que seas mía Calle... en todos los sentidos de la palabra.

Sus palabras me dejaron quieta donde estaba. Mi corazón empezó a latir aceleradamente. Sentí mil sensaciones diferentes pero no sabía si estaba preparada para dar ese paso... hacía apenas unas horas que habíamos empezado esta especie de relación pero aún así, hacía meses que nos atraíamos como las polillas a la luz.

Me cogió el rostro y me observó fijamente.

-Nunca había sentido esto por nadie... y me asusta, me asusta porque creo que me estoy volviendo loca.

Le cogí el rostro y la atraje hacia mí. Estaba perdida, lo veía en sus ojos. Poché nunca en su vida había estado más de unas cuantas horas con una mujer. No sabía ni lo que era el compromiso pero desde que me había confesado su amor parecía otra completamente distinta.

Yo también la quería, lo sentía en mi corazón y en cómo mi cuerpo reaccionaba a sus caricias, a su cercanía, a su simple contacto... Estaba enamorada y daba miedo, como ella había dicho, porque además esto no tenía nada que ver con cómo me había sentido estando con mi ex. Esto era mucho más, mucho mejor y muchísimo más intenso.

Me cogió por las caderas y me atrajo hacia ella. Me apretaba tan fuerte que dolía pero no me importó porque entonces sus labios encontraron los míos y los besaron con locura. La sentía en todas partes, y sus brazos eran fuertes y me sujetaban con esmero, con delicadeza como si fuese un frasco que estuviese a punto de romperse.

-Deja que te lleve a mi habitación- me pidió en un susurro cuando me aparté para poder respirar.

Esas siete palabras contenían un significado demasiado grande pero no me importó, en aquel instante necesitaba sentirla contra mí.

Tiré de ella dándole a entender que aceptaba. La sonrisa que surgió en su rostro me dejó sin aliento pero pronto fue sustituida por un deseo intenso que me hizo estremecer. Se volvió a apoderar de mi boca pero esta vez me fue empujando en dirección a las escaleras. No podía apartar las manos de su cuerpo y ni siquiera sé cómo llegamos hasta su habitación. De pronto estaba de espaldas a su cama y ella me besaba el cuello y me acariciaba la espalda por debajo de la camiseta.

Con rapidez me quitó la prenda y yo me estremecí cuando la vi agacharse y comenzar a besarme el ombligo y la parte baja del estómago. Verla así y sentir sus caricias me volvió loca...

Sus manos me acariciaron la espalda y luego sentí sus dedos recorrerme. Me estremecí involuntariamente. Ambas respirábamos entrecortadamente y sentía el latir de mi corazón contra mi pecho.

Me empujó y caí sobre la cama, boca arriba. Vi cómo se quitaba la remera de un solo movimiento y se colocaba encima de mí.

-Eres perfecta-me dijo recorriendo mi mandíbula y depositando besos calientes por todas partes.

Mis manos subieron lentamente por su espalda, pude sentir los músculos bajo su piel caliente y quise tocarla por todas partes. Su mano empezó a acariciarme la pierna izquierda, subiendo lentamente por mi piel, poniéndome la carne de gallina. Mi respiración empezó a acelerarse, no solo por los nervios sino porque tener a esa mujer encima de mí y tocándome como lo hacía, me estaba volviendo loca. Su boca regresó a la mía, sus labios se posaron sobre los míos, una, dos, tres veces, antes de meter su lengua y saborear mi boca como si hubiese estado destinada a hacerlo toda mi vida.

Su boca se separó de mis labios para ir bajando delicadamente por mi cuello hasta mi hombro. Lamió mi piel caliente y me causó un estremecimiento de placer que se conectó directamente con mi entrepierna. Ella estaba aún vestida, y mis manos bajaron para poder sacarle la remera. Se separó de mi cuerpo y tiró hacia arriba en un movimiento sexy que me dejó sin aliento.

Sus ojos se clavaron en mi rostro, ardientes de deseo, y mis piernas le rodearon las caderas para acercarla a mí. No sé qué necesitaba pero solo quería que su cuerpo estuviese en contacto con el mío, que no hubiera ni aire entre nosotras.

Empujó con suavidad sus caderas contra las mías y sentí un pinchazo de placer que me hizo cerrar los ojos y arquear la espalda.

-Eres hermosa- declaró bajando sus dedos hasta mi bajo vientre. Con cuidado se acercó hacia la tela de mi ropa interior, sus ojos fijos en los míos.

-Si quieres que pare puedes decírmelo porque por mucho que me muera por estar dentro de ti, justo ahora, no quiero hacerlo si no estás lista.

No pensaba tirarme para atrás, era lo que quería, lo que necesitaba. Necesitaba que aliviará la presión que estaba sintiendo hace meses, esa que se avivaba cada vez que nos besábamos, cuando nos tocábamos o incluso cuando discutimos a gritos.

-Lo estoy Poché- Sus ojos recorrieron mis piernas desnudas, desde los pies hasta los muslos, luego mi estómago, mis pechos... hasta posarse en mis ojos otra vez.

- Te crearon para ser mi tortura personal- bajando otra vez sobre mi cuerpo y presionando con el suyo partes que nunca había ardido como o hacían ahora. Notaba su corazón acelerado al igual que su respiración. Mis dedos temblorosos bajaron hasta colocarse sobre su cinturón y toda ella se tensó cuando intente que se quitara los pantalones.

Entonces todo se volvió muy intenso, y la lentitud con la que nos estábamos tocando pasó a convertirse en un remolino de sensaciones.

Poché me dio la vuelta y me coloco encima suyo. Yo tire de sus vaqueros hacia abajo hasta dejarla solo con los boxers negros que llevaba. Me sorprendió ver el bulto duro que se escondía bajo la tela, pero ella no me dejó tiempo para darle demasiadas vueltas. Sus manos en mis caderas me movieron hasta colocarme encima de su erección. Nuestros cuerpos aun cubiertos por nuestra ropa íntima, se apretaron haciéndonos gemir. Mis manos bajaron desde sus hombros hasta sus pechos para acariciarlos. Mi boca siguió ese mismo camino, de repente solo quería lamer su cuerpo, morderla, saborearla con mi boca y con mi lengua y eso fue lo que hice. Cada gruñido y gemido que salía de sus labios me instaba a seguir. Chupe la parte oculta de su cuello, y tire del lóbulo de su oreja a la vez que ella empujaba hacia arriba con sus caderas, dándome placer con el simple roce de nuestros cuerpos.

-Joder Calle- exclamo entonces volviendo de nuevo hasta colocarse encima de mi. Su mano ascendió por mi muslo y subió mi pierna obligándome a rodearla con ella.

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