Bdsm

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Estoy nerviosa, es mi primera noche en este club y me voy a encontrar con la mujer con la que estuve hablando por más de tres meses

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Estoy nerviosa, es mi primera noche en este club y me voy a encontrar con la mujer con la que estuve hablando por más de tres meses. Me dijo que la iba a identificar porque tenía un mechón de pelo blanco, iba a estar cerca de la barra según lo acordamos. No es mi primera vez en un club fetichista, pero sí es mi primera vez en este.

Es difícil empezar en un club nuevo, especialmente para alguien que es masoquista, no hay muchos sádicos. El que tenía anteriormente cerró y me recomendaron este, fue una mujer que encontré en las redes. Nuestra relación se dio puramente en el ámbito virtual, ella es sádica y yo masoquista. La idea fue ver qué pasaba, si congeniábamos en este ámbito ya que en el intelectual si lo hacemos.

Ya al llegar al club comprueban mi identidad ya que es un club exclusivo solo para miembros, todo está absolutamente controlado y es un espacio seguro para las personas que comparten el estilo de vida Bdsm ( ).

Empecé hace unos años cuando me di cuenta de que el sexo convencional me aburría, yo siempre buscaba algo más y las parejas con las que estuve no podían dármelo. Me gusta la simetría entre el dolor y el placer que me puede proporcionar una persona, es lo que estoy buscando hace tiempo, nunca nadie estuvo a la altura.

Espero que Poché, como se hace llamar la mujer con la que estuve hablando, no me decepcione. Miro hacia la barra buscándola y veo a un hombre sentado en la barra pero a ella no la veo. Me acerco para esperarla allí mientras tomo algo.

El bartender me saluda y me indica que tengo dos consumiciones de alcohol gratuitas por regla del bar y que puedo pedir agua en cualquier momento, es importante mantenerse hidratado en las escenas.

Me da el agua que le pido y me siento para esperarla, el hombre que estaba allí se acerca. En el club los sumisos se identifican por collares con colores, verde implica que estas libre para hacer escenas con cualquier amo, amarillo significa que buscas una relación y rojo es que ya tienes un amo permanente.

- Buenas noches.

- Hola.

- Me llamo Max.

- Calle.

- Un placer Calle- dice mientras estira su mano para correrme el pelo para poder ver mi collar- ¿estás libre para una escena?

Estoy a punto de hablar cuando siento a alguien detrás mio. Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando pasa su mano por mi espalda baja para dejarla en mi cadera. Su voz ronca me hace mirarla, es ella, es Poché.

- No, no lo está.

Ese tal Max asiente, me da una sonrisa y se retira. Poché me rodea y se sienta donde estaba Max, en la banqueta de al lado.

- Hola.

- Calle- dice para darme un beso en la mano.

- ¿Cómo sabías que era yo?

- Una corazonada. Al fin nos conocemos.

- Así es.- el nerviosismo de tenerla frente a mí me impide hablar por unos segundos. No sé si tenía una imagen mental de la persona que pensaba encontrarme, pero definitivamente, lo que tengo delante es un espécimen exótico.

- ¿Has bebido algo?

- Un agua- admito.

- Es extraño porque a la mayoría de las sumisas hay que insistirles para que hagan eso- me dice con tranquilidad. Hay algo sádico en la expresión de sus ojos.

- Prefiero el café, pero no estaba en el menú y no soy amante de tomar alcohol antes de hacer una escena.

- ¿Planeas hacer una escena hoy? da un paso para acercarse a mí, aunque no es necesario la distancia entre nosotras ya de por si es breve.

- No lo sé- le sonrió- hasta ahora solo he conocido al bartender y al que acabas de echar.

- Max no es sádico, no te hubieses divertido.

- ¿Conoces a alguien que sí lo sea?- le pregunto divertida con una mirada coqueta.

- Quizás podríamos hablar un poco antes de cualquier cosa- sugiere y yo asiento entusiasmada-. Especialmente, saber cuáles son nuestras expectativas y límites.

- Me parece bien.

Ella señala unos sofás que están a los costados. Es muy extraño al fin estar hablando en persona, ella es dominante, una experimentada, lleva más años en esto que yo. Por lo que ha dejado ver en sus mensajes, le gustan las sumisas que saben cual es su lugar.

Por eso, cuando llegamos a los sofás, espero a que ella me mire por unos segundos antes de poner mis rodillas en el suelo. No me siento incómoda así, ni emocional, ni físicamente.

- Me dijiste que habías sido una sumida en otro club, ¿es cierto?

Tengo los labios secos y me los humedezco antes de responder.

- Sí señora.

- Supongo entonces que sabes cuales son tus límites. ¿Los has explorado?- cuando le respondo que sí, pregunta- ¿con un amo permanente o...?

- Nunca tuve un amo permanente- admito- mis escenas siempre se limitaron al club señora. - ella asiente.

- ¿Cuáles son tus límites?

Le sonrió.

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