Pasó el resto de la noche explicando brevemente sus motivos aunque jamás se atrevió a revelar el verdadero sexo de esa persona y mucho menos su nombre. Le contó desde su primer encuentro en el campamento mestizo, el dolor que le producía verle tan feliz con alguien más sabiendo que nunca podría ocupar ese lugar, las infinitas veces en las que se había encontrado decidido a abandonarlo todo y cómo, por última instancia, después de que le hiciera sentir miserable, sin valor alguno, reemplazable como si fuera defectuoso, había concluido en irse de una vez por todas del asqueroso mundo del cual formaba parte. Omitió tantas cosas como le fue posible, no queriendo que él se diera cuenta de que era el protagonista de la historia que estaba oyendo. ¿Algún podría contarle la verdad? ¿Decirle las cosas a medias no era lo mismo que mentirle? Él estaba herido, él estaba roto, siempre ocultándose de sí mismo.
Quería decirle tantas cosas pero no era capaz de contarle ninguna. ¿Cómo podría 'empezar de nuevo' si ni siquiera aceptaba los hechos? Creando una nueva realidad en torno a más mentiras, agrandando el peso de aquellas heridas que cargaba desde quién sabe cuando.
Percy había seguido con atención en cada una de las palabras que salían de su boca, sin dar una opinión al respecto, simplemente escuchando, esperando el verdadero momento para actuar. Pero no hizo nada significativo, se limitó a asentir como si comprendiera lo que era vivir con el corazón roto. Ni siquiera se acercó al encuentro de aquella alma desamparada como para pretender resguardarla. Se mostraba casi indiferente sólo por no saber de qué forma reaccionar ante aquello.
Nico sin darse cuenta había soltado un par de lágrimas temerosas mientras intentaba mantener la compostura y suponer que todo estaba bien, siempre debía estarlo. Se limpió rápidamente el agua que caía sutil por sobre sus mejillas. Podía notar a la perfección aquella mirada dentro de la oscuridad que sólo le ofrecía lastima. Algo que particularmente no quería sentir de ninguna persona ya que lo hacía sentir peor, más asqueroso, más idiota, más inservible. No dijo nada, no tenía sentido desperdiciar palabras que no iban a ser oídas como era debido. Se volteó y se fue a paso calmado a su habitación mientras un millar de gotas amargas invadían su rostro nuevamente. ¿Por qué había sido tan estúpido? ¿Por qué había creído tan ciegamente en que algo sería distinto, en que Percy ya no era el mismo que lo había rechazado años atrás con tanta crueldad?
Se ahogó entre la suavidad de los acolchados, escondiendo su rostro consumido por la tristeza de cualquier intruso que osara entrar en aquel momento. Su llanto no disminuía sino que se intensificaba a cada minuto. Eran lágrimas ahogadas, dolores encerrados en la garganta sólo para que no se los llegara a oír. Ni siquiera tenía la libertad de llorar lo suficiente como para vaciarse de sentimientos, de decepciones, de malas experiencias.
Y quién sabe cuanto tiempo fue el que siguió descargando sus penas bajo las sabanas, de todos modos él no se apareció. No fue a comprobar qué le pasaba o incluso a intentar consolarlo y no lo hizo porque odiara a Nico o porque le causaba repulsión. Sencillamente aún seguía en shock, procesando la inminente confesión que había recibido. Tampoco había notado que Nico se había quebrado al hablar, ni que se había ido ya hacía mucho tiempo, que lo estaba perdiendo de nuevo y que aquello desencadenaría en aún más problemas.
Y si esa noche no había vuelto a atentar contra su vida sólo fue porque no encontró la fuerza necesaria para hacerlo ya que motivos no le hubieran faltado. Se sumergió entre sus acuchilladores pensamientos hasta que, vencido por la energía que gastó desperdiciando lágrimas, había concluido en dormirse.
Su alma estaba vacía, refugiándose al aire libre de los depredadores. Creía que dormiría y podría olvidarse de todo por un momento pero no era así. Había motivos más fuertes que querían mantenerlo despierto. Preguntas incluso aún revoloteaban en su mente, enredándose entre lo que quedaba de sus pensamientos más coherentes. Sumido dentro del odio que intentaba crear en torno a Percy, no podía escapar, no había vuelta atrás. Por más que se aferrara a la idea de amarlo le hacía daño no iba a dejar que sus sentimientos se borraran como pisadas a la orilla del mar. Lo había encerrado dentro de su corazón y había perdido la llave. Siguió toda la noche y el resto del amanecer autodestruyéndose con so propia miseria. ¿A quién podría importarle? ¿Quién iba a intentar arreglarlo?
Después de sobrepasar lo ocurrido se levantó en busca de Nico. Ahí lo tenía, de nuevo ocultándose tras un par de paredes. Lo esperó fuera, aguardando a un costado de la puerta, esperando que en algún momento se dignara a salir. Debería haber entrado, debería haber roto la calma y seguir sus malditos instintos pero no lo hizo. Una vez que estás roto es muy fácil cortarte con tus propios pedazos pero eso era algo que él desconocía. Por lo que se resignó a esperar que algo pasara y lo único que paso fueron las agujas del reloj sin dignarse a esperar a nadie. Le susurró miles de cosas por entre la delgada capa de madera que los separaba pero no las escuchó. Ninguno de los escuchaba al otro. Un error crucial quizá, el fin de todo quizá. No podrían saberlo hasta reencontrarse a la mañana siguiente pero incluso en ese momento sería demasiado tarde para cualquier cosa que, creyendo desesperadamente, pudiera salvarlos.
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Drown
Fanfiction♦Precuela de Saving Me♦ En la noche del 25 de Diciembre Nico suponía pasar la noche con Percy cuando a éste le surge un imprevisto por el cual terminará yéndose. Resignado a pasar una Navidad en la completa soledad, tomó una decisión arriesgada que...