Capítulo 6:

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¿Era cierto lo que acababa de oír? ¿Era realmente Nico Di Angelo quién musitaba aquellas palabras? No podía ser verdad. No era algo que haría y mucho menos delante de él por la forma en la que parecía despreciarlo. Tardó varios minutos en procesarlo. De repente caía la noche y sus barreras se debilitaban, no tenía sentido, él siempre se mostraba indiferente a todo, incapaz de mostrar sentimiento alguno, había algo más, algo gordo. Siempre se la pasaba solo, rechazando a todos ¿Por qué ahora querría que se quedara a su lado? ¿Por qué después de todo el odio que le había tirado encima? Era tan malditamente cambiante. Cuando lograba acostumbrarse a su actitud ésta simplemente cambiaba y lo mantenía ocupado varias horas estudiándola. Le esperaban días difíciles y noches turbulentas. Cuando volvió a caer en la realidad respondió a tal pedido, probablemente ya se había enojado por haberlo vacilado tanto.

―Eh… Eh, sí, claro.― Estaba desconectado de la conversación. Su mente viajaba más lejos tratando de comprender alguna de todas las cosas que pasaban y no lograba retener. ―¿Pasa algo? ¿Algo que quieras contarme?―

―No, nada.― Soltó con desgano.

Ni siquiera sabía por qué reclamaba su presencia a esas horas. No era algo que haría dentro de sus límites pero esta vez sus deseos fueron más fuertes que su razón. Se veía como si estuviera corriendo dentro de un bosque plagado de árboles y mientras más avanzaba y sorteaba obstáculos volvía a acercarse al punto de partida, era algo infinito, algo que no terminaría al igual que sus sentimientos. Tendemos a creer que el amor es fácil, aunque lo es, lo que lo complica son las personas que trabajan independientes a éste. Por supuesto que si le correspondieran todo sería diferente, pero este no era un típico cuento de hadas, éste era uno moderno, no había final feliz.

―Crees que soy un idiota, ¿cierto?― cortó el silencio con la asperez de su voz.

Probaría cuánto podía soportar. Aunque lo cierto era que aquello era mucho peor que pasar toda una vida en las profundidades del tártaro. En cierto modo se lo podría considerar masoquista, pero que importaba, un día más un día menos, acabaría con toda esa humillación en algún momento.

―No es eso, sólo que no sé, no logro entenderlo y nunca quieres decirme nada. Ya no puedo seguir soportándolo. Quiero acercarme a ti pero cada vez que lo intento me alejas. Estuve dando lo mejor de mí para ayudarte y sólo he logrado que te enojes y me rechaces. No sé que estás esperando pero sería de mucha ayuda que me lo hicieras saber.

―Lo siento ―fue lo único que alcanzó a musitar. No había sido consciente del daño que le había estado provocando. Al final terminaba hiriendo a quienes quería con el único objetivo de que no vieran lo que había más allá de él. La verdadera basura que era, la razón por la que se ocultaba del mundo. Y aunque algunos ya conocieran esa identidad que disfrazaba con esmero le seguía preocupando como reaccionarían los demás al conocerla.

Temía que lo viera vulnerable, que lo despreciara por ser como era. No era como si un día fuera a despertarse con el valor necesario para confesarle todo lo que habíase estado negando por años.

Repentinamente, sumido dentro de un impulso se aferró fuertemente a su pecho. Hubiera deseado no verse tan frágil y quebrantable. Si pensaba en cualquier otra cosa podría desencadenar un mar de lágrimas y aquello sería aún más vergonzoso. Hundía la cabeza entre su camisa azul, absorbiendo cada fracción de su aroma como si fuera la última vez que iba a tenerlo. Estaba temblando y ni siquiera sabía por qué. Percy no reaccionó como esperaba, no lo apartó ni se quejó de su actitud tan poco masculina. Recorría la espalda de Nico con la palma de su mano, intentando apaciguar sus dolencias. Esto último logró tranquilizarlo como si de un niño pequeño se tratase. Querría haberse podido quedar entre sus brazos toda la noche, siendo intoxicado por su suave y dulce esencia.

―¿Ya pasó? ¿Estás mejor?

―No ―Se aferró aún más a su cuerpo. Incluso había llegado a sentirse protegido, a salvo. Como si el simple hecho de situarse allí lo librara de cualquier mal.

Le tomó varios minutos reparar en dónde estaba y qué estaba haciendo allí. Inmediatamente se separó de su lado y se sentó a unos cuantos centímetros más lejos. Él debía de estar odiándolo por su actitud tan cambiante. Tenía razón en hacerlo pero ni él mismo era capaz de poner en orden sus pensamientos y deseos y a causa de esto terminaba realizando estupideces como la que acababa de cometer.

―Lo siento… yo no debí…―antes de poder acabar Percy lo hizo callar para darse lugar.

―Está bien, realmente no importa.

Se sentía un idiota. Ocupando el lugar en el que Annabeth debería estar. Patético. Juró pensar a fondo cada una de sus acciones antes de llevarlas a cabo. No volvería a verse humillado de esa forma.

Percy se levantó dispuesto a irse y se mantuvo unos minutos en el umbral de la puerta antes de marcharse por completo, esperaba en vano algo que lo detuviera. Nico tenía demasiado orgullo como para reclamar su compañía dos veces en la misma noche. Una vez que había llegado a su habitación se tendió en la cama sin intenciones de dormir. No podía sacarse de la cabeza aquella imagen de Nico apegándose a él. Extrañamente no había sentido rechazo hacia eso sino más una incomprensible ternura, una necesidad de protegerlo. No lo entendía, no podía comprender de qué manera aquél chico poblado de oscuridad se había vuelto más importante que él mismo. Sus últimos días los pasó pensando en él, preocupándose por él, haciendo millones de cosas sólo por él y ni siquiera podía encontrar la razón por la cuál hacía todo eso. Sin saber cuándo ni cómo él había pasado de ser nadie a ser una de las personas que más le importaban. Siguió pensando en ello sin obtener respuesta alguna hasta caer dormido.

Se despertó a la mañana siguiente con el sonido del despertador interrumpiendole. Se puso de pie y se dirigió al cuarto contiguo a verificar el estado de Nico. Entreabrió la puerta y pudo distinguirlo de espaldas sentado en un costado de la cama, manteniendo la mirada puesta en la ventana aunque lo más probable es que no haya estado observando nada en particular. Al parecer todo seguía en orden. Se dirigió hacia la cocina a prepar un desayuno para ambos. Las cosas no andarían nada faciles aquél día.

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