Capítulo 9:

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Lo desconectó de su burbuja el sonido que hicieron las persianas al chocar contra las rejas debido al viento. Se levantó para cerrarlas y en eso se percató de la hora. Las 2:17am del 31 de Diciembre. Había pasado gran parte de la noche aislado del mundo, concentrado únicamente en su laptop. No se había tomado el tiempo ni de despedir a Nico, no se hablaban casi nunca y particularmente ese día había estado más ocupado que otros. El pobre chico podría incluso haberse fugado y él no lo habría notado. Sintió vergüenza por el grado de irresponsabilidad al que había llegado.

Se levantó y fue hacia la cocina en busca de más café, de paso echaría una mirada a Nico, comprobando que todo anduviera bien. Aunque con él nunca se podía saber. La agonía surcaba su rostro cada día como si de un mártir se tratase; un alma muerta en un cuerpo vivo.

Antes de llegar a donde quería se lo encontró hecho un ovillo sobre el sillón. Aferrado con fuerza una prenda de ropa, a una prende que le pertenecía aunque tardó en notarlo. Los labios ligeramente morados debido al frío. La piel pálida contrastando con su oscuro y revoltijado cabello. La respiración entrecortada, probablemente debido a las típicas pesadillas. Más que un hijo de Hades se veía como un ángel; un frugal ángel de alas rotas.

No pudo evitar sentirse atraído hacia él. No era una de las facetas que veía a diario y ésta realmente extraña y encantadora. Recordaba haber experimentado algo parecido la primera vez que había estado cara a cara con Afrodita, si bien no podría definir esa emoción como amor o algo similar.

Se distrajo con otra cosa en cuanto notó el tiempo que había estado contemplando aquella escena de la cual estaba seguro, no se repetiría. Siguió su camino a la cocina y encendió la cafetera dejando que se preparara mientras atendía otros asuntos. Fue hasta donde se encontraba Nico. Lanzó un pequeño suspiro antes de tomarlo con delicadeza entre sus brazos. Apenas lo cargó se revolvió un poco para acomodarse sin llegar a despertar. Su cuerpo era demasiado liviano, se veía como si se fuera a quebrar en cualquier momento. Sin mucho esfuerzo lo llevó hasta su habitación, dejándolo sobre su cama, alejado del helado ambiente. No se fue de inmediato como tenía planeado, se quedó unos minutos a su lado con la excusa de que podría despertarse abruptamente y necesitaría de alguien. Terminó por irse cuando el silencio se hizo penetrante en sus odios y la oscuridad parecía querer consumirlo.

Pasó el resto de la noche en vela, explorando los lugares más recónditos de su mente. Sentía una fuerte necesidad de salvar aquella vida que pendía de un fino hilo. Quería entender el por qué de cada una de las acciones que había hecho y hacía Nico pero seguía sin hallar una respuesta lo suficientemente valida. Recordó aquél viejo incidente que le había costado la vida a su hermana Bianca, y empezó a repasar mentalmente las cosas que sabía de su turbulento pasado. Lo había conocido como un crío insoportable hasta que quedó solo, primero su hermana se había unido a las cazadoras para evitar responsabilidades y luego había muerto. Después él buscaba intercambiar un alma por la de Bianca, siendo acompañado por el fantasma del Rey Minos intenta lograrlo pero éste lo traiciona. Más tarde lo había llevado al inframundo engañado para entregarlo ante su padre, pero él termina por sacarlo de allí. Por último recordaba haberlo encontrado en el Campamento Júpiter cuando su memoria había sido borrada por Juno. También sabía que se había lanzado hacia las profundidades del Tártaro sólo para facilitarle el camino y no lo merecía ya que en ese entonces había tenido una actitud horrible hacia él. Si hubiera tenido en cuenta alguno de estos puntos a lo largo de su vida quizá las cosas hubieran sido diferentes. Ya era tarde, demasiado tarde para disculparse.

Despertó varias veces en la noche con una angustia apresándole el pecho sumado un punzante dolor en la parte inferior de su cuerpo. No se percató de que ya no estaba en la sala de estar hasta que amaneció y pudo ver con mayor claridad.

No quería levantarse, no quería ver a nadie, no quería oír a nadie. Tampoco sentía hambre, ni sueño, y carecía de energías para hacer cualquier otra cosa. Sabía bien en qué se había metido al aceptar vivir con Percy pero por una vez quería seguir con sus caprichos y mantener una conducta ermitaña hasta que se sintiera mejor.

Se cubrió completamente con las sabanas, acurrucándose bajo la protección inexistente de una mera tela. Lo único que sentía era su débil respiración y el agitado latir de su corazón. ¿Por qué las cosas tenían que ser como eran? ¿Por qué el destino, la suerte, el azar, lo que fuera, tenía que burlarse tan cruelmente de él? Ni siquiera había pedido nacer, ¿por qué tenían que soportar todo eso? Por largos minutos se mantuvo así, reflexionando sobre diversas cosas a las que no tenía sentido prestarles atención.

Percy entró a la habitación, irrumpiendo en la calma que tanto le había costado lograr. No lo soportaría cerca mas esta vez se guardó los insultos para sí. Él se aproximó con tranquilidad hasta donde se encontraba. Se sentó a su lado y descorrió un poco el ejército de mantas que lo resguardaban. No se inmutó, no pensaba darse la vuelta y enfrentarse cara a cara ante quien le hacía sufrir aunque no lo supiera. Cerró fuerte los ojos, rogando que se fuera. En cambio él pasó su mano entre sus sedosos cabellos. Se acercó a su oreja y le susurró suavemente.

― ¿Estás bien?

A pesar de que solía preguntárselo seguido y él jamás le respondía con la verdad no dejaba de intentarlo. Tenía la vaga esperanza de que algún día le pudiera ser sincero.

Se aferró aún más a las sabanas antes de decidirse a responder.

― Sólo déjame solo ―musitó casi inaudible.

―Nunca ―No esperaba encontrarse ante esta respuesta.

― ¿Por qué? ―la curiosidad le recorría desde dentro.

― Ya te dejé solo demasiadas veces y mira lo que pasó. No me iré de tu lado de nuevo.

Sintió una repentina sorpresa no hubiera esperado jamás encontrarse ante tal cosa. No era posible dentro de su mente. Un ligero rubor surcó sus mejillas y su corazón ya estaba latiendo como un loco bajo su piel. ¿Qué mierda estaba ocurriendo?

DrownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora