Robert terminó su turno de guardia y en la primera escampada se marchó o no saldría nunca del cuartel si esperaba por la lluvia. Las gotas cayeron de inmediato, por suerte faltaba poco. De no haberse detenido por unos quejidos, no hubiera visto a la niña caer sobre sus rodillas empapada y cansada. Su figura tan infantil le pareció conocida, dando sí a sus dudas al ver el broche en su melena. Los ojos del buen hombre le recordaron a los del soldado, así como el parentesco de padre e hijo. La diferencia entre antes y después es que la sangre derramaba por su rostro cubría la mitad de este. Se deslizaba por la barbilla y continúa su recorrido por el cuello hasta el interior de la ropa.
–La misma sonrisa–dijo entre jadeos del dolor en su cara y en la cabeza. No podría creer que sobreviviera primero a la cascada y después a la cuchillada–Permíteme ayudarle princesa.
Su mujer abrió la puerta desesperada por la fuerte tormenta que caía. Un palco en su pecho se produjo por la niña que su esposo cargaba en brazos envuelta en su uniforme. Entrando a la casa dejó a su esposa con la palabra en la boca llevándola al baño que estaba preparado para sus hijos varones. Le pidió que trajera el botiquín, se daba tiempo a sí mismo para pensar cómo explicarle quién era.
–Ve tú a traer el botiquín, yo me encargo de ella–le dijo la mujer de familia pasada la impresión.
– ¿Mamá que ocurre? –Haruken salía del cuarto. Las voces de sus padres le llamaron la atención, aunque lo sorprendente era el cambio de actitud de Allen– ¡Haz silencio Allen! –le ordenó molesto de sus quejas–Está herido, así que callar y parar de quejarse. Mientras más piensa en el dolor, más tendra.
– ¡Me duele! –se quejaba a cantaros.
–Haruken traerme el botiquín–su madre cerraba la puerta tras coger el maletín.
Adentro del baño, la debilidad por el hambre era tan grande que dejó que la madre de los niños la bañara. La mujer dejaba de pestañar con cada cicatriz y algunas que estaban cocidas todavía. Su espalda mellada por latigazos le provocó impresión, sin embargo, vendar su rostro fue incómodo. Como si se tratase de sus propios hijos la llevó a una habitación acostándola en la cama. Secó su cabello y lo cepilló. Dejó el broche a un lado para que durmiera, le avisaría cuando la cena estuviera lista. Nuevamente volvía a sentir el gusto de los cuidados de personas amables. Estaba acostumbrada que quedaran personas cariñosas como aquella mujer. Aunque su corazón se había cerrado en una jaula de hierro. Cerrando sus ojos sentía la garganta anudarse. Quería llorar. Ninguna lágrima salió.
A la media noche su barriga volvió a sonar, tenía hambre. El ardor de su rostro la levantó con ganas de querer matar a esos hombres. Aquel que la marcó de por vida podía decirse que era el juguete menos inesperado para hacer esa labor. Esperaba otra persona, no que fuera Raciro.
Para castigarla por haberse escapado lo obligaron a sostener el cuchillo. No quería, no lo haría, más él no era tan fuerte. Frente a su padre se volvía débil y quién no se volvía débil después de que le bajaron sus pantalones a la fuerza. La cálida palma de Raciro sobre su rostro frío fue un cómodo toque para ambos. De no ser por las cadenas hubiera cortado su rostro ella misma, así le evitaría el sufrimiento. Con la sangre desbordada vió como era azotado, no comprendía porque le castigaban si había cumplido con su labor. Sin rendirse, la liberó como pudo. Sufrió el doble porque los espantosos gritos de Raciro le hicieron correr por primera vez. Quería volver y salvarle, más se sintió cobarde. Hacerle cambiar de idea para eliminar la culpa de su interior, fue algo que se juró a sí misma y un juramente que no cumplió.– ¿Quién es ella? –la esposa volvió a preguntar a su marido que se preparaba para dormir cuando vió la hora que era.
–Es la princesa de Invierno Eterno que el rey tiene alojada en su Palacio.
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LA NIEVE SIN VIDA LIBRO 1
حركة (أكشن)La golondrina es un ave libre, y esa libertad es la que desean estos niños. ¿Por qué los adultos fueron crueles en robarles su infancia para criarlos como ellos no querían ser? ¿Habrá salvación?