MEMORIAS 8

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Invierno Eterno era considerada como “La ciudad de hielo” porque todo el año había nieve y hielo. El palacio era un monumento antiguo por sus años de historias. Tras pasar las murallas siempre custodiadas, las escaleras adentro del único torreón llegaban a la sala principal del segundo nivel. En dicha sala no se veía razonamiento para que las velas de la lámpara del techo estuvieran apagas y la chimenea encendida. En este salón esperaban nuestros invitados tras un breve recorrido por la ciudad. Los adultos bebieron del vino servido en la enorme mesa, los niños disfrutaron de una leche caliente.

–La ciudad tiene estilo europeo, supongo que las personas buscan leñas en los alrededores–el comandante Mentia hablaba de lo aprendido en el recorrido–La población sería de unas cuarenta mil personas, con este frío no se puede vivir.

–Saruka ha enviado barcos de importaciones para ayudar a esta pobre gente. Las plantas mueren sino pueden realizar la fotosíntesis y la tierra no estaba abonada–el consejero del rey, padre de Raciro alababa lo amable que era ese hombre. Su hijo le miraba, por suerte tenía algo más importantes en que concentrarse. 

–Dejen de hacer eso, los adultos sabrán que hay problemas entre vosotros–Aconsejó sentado frente a la chimenea. Ren no dejaba de enviarle mensajes a Allen con la mirada–De seguro no soy el único que esconde armas en su ropa con estos abrigos. Mejor vallan a pescar o a cazar, un poco de ejercicios no le vendría mal.

– ¿Futuro novio? Me tendré que rendir a tus pies, alteza–Ren soltaba sus ironías con gestos burlones–Habrá que construir una estatua de hielo como las del puerto. La hermosa ropa que usarás Allen la fabricaran los talleres, al menos que tu boda se convierta en una masacre–hizo énfasis en la palabra “masacre”.

– ¿Por la temporada de caza? Cada reino tiene sus peligros–Raciro disfrazó el mensaje oculto en las palabras de Ren– ¿Por qué no vamos a explorar el bosque?

–Raciro, hablas como si hubieras venido más de una vez–Allen sacaba el collar de su boca.

–El rey ha sido tan amable de traernos de visita. ¿Verdad papá? ¿Cuántas mujeres pasaron por tu habitación sin mi madre saberlo?

Ese comentario presentaba un desafío, aunque la torpeza del mayordomo asignado por aguantar la risa provocó un sinfín de quejas del consejero.  Robert y el comandante les cansaba escuchar las mismas quejas una y otra vez. Conocía a un viejo amigo que se quejaba mucho más que ese hombre montado en los treintas. Su vista estaba en el pequeño Saiya que ocultaba su alteración por las burlas con el collar en su boca. El rey Federico se presentó en la sala con su abrigo rojo de plumas blancas y su corona dorada. Saludó con cortesía a sus invitados, admitió haber recibido la carta del rey de Saruka con respecto al matrimonio. Para que se acabara el invierno faltaba medio mes, tiempo perfecto para cumplir con su promesa y demostrarle al rey que hacía un buen trabajo. Sonrió de satisfacción de ver al niño prodigio, así como Allen le devolvió la sonrisa. Creando planes futuros mentalmente se le planteó un nuevo objetivo que no iba a tener problemas en cumplir. Sobre todo si se trataba de encerrar a esa niña malcriada.
Los invitados fueron atendidos con comodidades, un banquete y debido a la tormenta de nieve que se avecinaba no se pudo realizar un baile en su honor, pero la orquesta estuvo tocando varias canciones de su agrado.

– ¿Y la princesa? –preguntó el consejero– ¿No debe de venir a recibirnos?

–Perdonen a mi hija. Enfermó, se encuentra en su habitación descansando. En estos tiempos los niños se enferman con facilidad. 

–Los niños son muy obedientes, no hará falta repetirles cómo salir a jugar en la nieve. 

–Excepto Allen, siempre desobedece las órdenes. Un buen soldado acata órdenes–Ren volvía hablar, Allen suspiraba para no perder la paciencia– ¿Esta seguro que es tu vocación? Esta a tiempo de retirarte, si fuera un campo de batalla los entrenamientos hubieras
muerto.

LA NIEVE SIN VIDA LIBRO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora