Parte 4.

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Taehyung sabe que no está lejos del parque en donde cayó.

La bolsa sobre su cabeza no le permitió ver, pero aprendió a contar lentamente para saber a qué tantos minutos de una localización se encontraba. Taehyung contó 8 minutos. Así que asume, le tendrán en un edificio alrededor, porque ha subido escaleras. 6 pisos. Sus captores no parecen profesionales. Le han dejado atado a una silla con las manos detrás, pero le han dejado libres las piernas. Tampoco han revisado en su abrigo ni el muslo. De haberlo hecho, se darían cuenta de las armas que posee, y aunque su rifle está en uno de los coches de la banda, Taehyung sólo tiene que concentrarse en liberarse de las ataduras.

Por fortuna, fue la clase número 5 del curso de Hoseok.

No le toma más de 10 minutos liberarse, pero finge cuando, aún con la capucha, puede escuchar conversaciones cercanas.

No se mueve hasta que escucha pasos y luego deja de percibir de forma tan intensa el aroma a cigarro y madera húmeda.

En segundos, el omega se retira la tela de la cabeza. Gira un par de veces para entender la situación y entonces se nota en una habitación sin muebles, y al fondo ve a sus captores. Dos hombres de hombros anchos buscando un par de cervezas en una vieja nevera.

Taehyung dispara directo en sus cabezas.

Toma la escalera de emergencia y en poco tiempo se encuentra de nuevo en ese parque.

Cuando quiere aumentar el paso, puede ver los coches oscuros que conoce a la perfección. Uno a uno, se paran rodeándolo, y de uno de ellos, pronto baja el alfa Min Yoongi, quien le mira sorprendido. Tae levanta las manos y arroja el arma que venía cargando. Derrotado.

Ya puede sentir los gritos, los gruñidos, y piensa que, tal vez, lo mejor sí sea abandonar el clan. Su pecho duele, las muñecas le duelen, y el estado de embriaguez se ha pasado por completo.

No puede ni pensar en una explicación cuando el alfa se pone frente a él, y en lugar de enfrentarlo, quisiera bajar la mirada, pero Yoongi actúa primero.

Taehyung jamás imaginó que fueran los brazos de Yoongi los que le estarían envolviendo esa noche.

La reacción del alfa, nunca antes vista, fue abrazar al menor y hundir el rostro en su cuello. El aroma a fresas del omega se disemina con gusto, y Yoongi inhala complacido.

Taehyung se siente estremecer porque por primera vez su mayor le olfateaba.

Sus piernas se sienten débiles, y caería si no fuera por el fuerte amarre del alfa.

Nadie dice nada, y las luces de los coches le ciegan, pero se permite cerrar los ojos y aspirar el aroma a shampoo de hierba buena en el cabello del mayor.


—Hyung...


—Traehyungie —, le interrumpe —. Perdón, Tae, perdona a este hyung tonto, bebé. Estaba asustado —, le dice, abrazándolo más fuerte. Al omega le parece que se queda sin aire —. Estaba tan asustado, bebé.


Taehyung suspira, porque ahora Yoongi suena más como el hombre que le crio y ayudó a mejorar en álgebra, que al alfa indiferente que había tenido los últimos meses de su vida.

Su hyung pedía perdón, le besaba la frente y le repetía lo especial que era.

Taehyung se aferró al abrazo, notando lo mucho que lo había extrañado.

Mafia: La trilogía [YOONTAE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora