Celos

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Narra _____
Por alguna extraña razón siempre me he sentido reemplazable. Quisiera poder dar más contexto de aquello pero quizá algunos ejemplos ayuden a entender más sobre a lo que me refiero:
Nunca he sido la amiga a la que todos le escriben cuando tienen algún chisme o problema, nadie me llama, no tengo chats o grupos donde encaje "más" ó sea la "favorita". No tengo ningún mejor amigo o amiga. Prácticamente estoy sola, podría decirse que me gusta en cierto modo, me da una especie de paz. Sin embargo, conforme pasaban los años cada vez añoraba el poder ser parte de algo más, sentirme importante o querida, rodeada de gente que de verdad apreciara mi compañía, que me invitara a salir, me llamara para contarme alguna anécdota o si quiera cómo iba su día.

A la vez culpo "mi soledad" por la manera en la que siento tanto, no me mal entiendan, pero la forma en la que demuestro mi cariño tiende a alejar a la gente, quizá soy más expresiva de lo que puedo controlar. Ciertamente estos años me he cerrado a mi misma en un círculo pequeño, donde no soy la elegida de mis amigos pero tampoco estoy sola todo el tiempo, o al menos eso era así hasta que llegó él a revolucionar todo lo que yo creía.

Nos conocimos una noche fría, donde las nubes tapaban el cielo gritando a los cuatro vientos que una fuerte tormenta estaba por aparecer. Estaba en el techo de mi edificio, donde residía mi departamento, observando sin más la vista cuando de pronto vi al chico columpiarse hacia dónde yo estaba.

Al inicio no me notó, pero no pudo evitar mi presencia segundos luego cuando me quedé atónita por tenerlo tan cerca mío. Desde ese día nos hicimos buenos amigos.

Había quedado con él hoy como todos los viernes a las 6pm en el techo de mi departamento pero nunca apareció. Todos los viernes quedábamos para hablar, esperaba a que acabara la semana solamente para verlo, quizá platicar un poco de nuestro día, para esto nunca lo había visto sin su traje, la curiosidad siempre me alentaba a preguntar qué o quién estaba debajo de esa máscara negra como la noche, pero nunca tenía el valor de hacerlo.

Lo único que sabía de él era su bonita sonrisa y el moreno de su piel, delatándolo sin más una vez que trajo unos emparedados para merendar, donde ya no pudo esconder más sus hoyuelos o esos lindos labios que tiene.

Se me hacía extraño el hecho de que no haya venido hoy, la verdad es que nunca tenía forma de contactarlo, no sabía su nombre ni donde vivía, solamente su edad, quizá su color favorito y la comida que más le gustaba, quizá sabía más de él de lo que aparentaba, pero las cosas importantes siempre las dejaba de lado.

Acomodaba mi habitación, las 10:23 de la noche marcaba mi reloj, mis padres habían salido a cenar, la fecha de su aniversario circulada en rojo en el calendario de la cocina y una llamada para avisar que no llegarían temprano esa noche me daban mucho tiempo libre sola.

Solo tenia prendida la luz de mi mesita de noche, estaba a punto de ponerme mis audífonos cuando escuché tres golpes en la ventana de mi habitación, rápidamente me giré para verlo: ahí estaba.

Gotas de lluvia comenzaban a hacerse presentes resbalando por su traje y chocando con la ventana, la cual abrí dejándolo pasar.

—Hoy no llegaste a la hora acordada spidey.— dije refunfuñando lo último.— Tienes suerte de que mis papás no están porque sino no podría verte ahora.— me cruce de brazos y me dediqué a mirarle: caminaba a trompicadas hacia un sillón en mi habitación.

—¿Spidey?— soltó una pequeña risa seguida de un quejido cuando se tumbó al sillón y se tomó el estómago, ahí supe que algo no andaba bien.

Marcas de rasguños y su traje algo roto me tomaron por sorpresa, la oscuridad de la noche y la tenue luz de mi linterna en mi escritorio me hacían difícil poder verlo bien.

One shots / Miles MoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora