Narra _____
Es difícil definir un punto de partida cuando realmente no sabes cuándo inició todo.Hace varias semanas (quizá meses) atrás, me he sentido triste, como si una parte de mi me faltara, como si la vida que tengo ahora no tuviese sentido alguno. Es raro, lo sé.
Mis amistades más cercanas me han tratado de reconfortar con palabras y abrazos, de vez en cuando unos consejos, tratando de simular o brindarme una especie de "apoyo incondicional", y es que, ¿en realidad están ahí? Digo, hay momentos donde me quedo callada y hacen como si no estuviese allí, como si fuese invisible por momentos, y eso hace que me sienta peor, el hecho de decir "estar" y no estarlo me confunde mucho, no entiendo ¿cómo me siento tan sola estando rodeada de tanta gente?
Y aunque a veces logran alegrarme el día con sus chistes y demás, sigo sintiendo que algo me pesa en el pecho; que solo respiro la mitad del aire, que cuando cierro los ojos imágenes o recuerdos sin sentido me invaden, donde hay caras que no reconozco y voces extrañas, las cuales dicen incongruencias que no logro descifrar; me atormenta el hecho de no entender qué es lo que extraño tanto, de no entender qué es lo que echo de menos.
Esta sensación de agobio me frustra tanto que he perdido las ganas de hacer las cosas, no quiero levantarme de la cama, casi no he comido y he descuidado la universidad. Aparte, siendo un tanto honesta, han estado pasando cosas extrañas estas últimas semanas: siento que alguien me observa. Extrañamente las ventanas del departamento están abiertas cuando yo recuerdo haberlas cerrado, a veces escucho sonidos pequeños, casi como quejidos, y cuando estoy dormida varias veces he despertado por las noches sintiendo el cuerpo de alguien recostado al lado mío, quizá exagero y solo es que "se me subió el muerto".
No soy creyente de fantasmas, solo en la maldad que puede haber en el mundo; pues, si hablamos de eso, variaciones de personajes vengativos han tratado de apoderarse de la ciudad por varios años, y en mi caso, Spiderman siempre he estado para salvar a mi ciudad.
Hoy es domingo, casi 7 de la tarde y la puesta de sol se ve hermosa desde mi ventana. Sé que hace frío aunque no me he dado el lujo de salir a sentir el aire desde hace varios días. Los rayos del sol casi que parece, penetran mi piel, calientan mis huesos, mientras aún resido sentada en este sillón viejo a un lado de mi ventana, el cual ha sido mi acompañante estos últimos meses, el único que me ha visto llorarle a lo desconocido y extrañar lo que no recuerdo. Pero sigo aquí, con las piernas en mi pecho, tapada con una manta pequeña, dudando si salir un poco al techo, dudando si volveré algún día a sentirme como antes.
Quizá por primera vez en un largo tiempo, decidiré darme el lujo de salir a sentir un poco de brisa chocar con mis mejillas, antes de que oscurezca por completo.
Me levanté del sillón marrón, que poco a poco va tomando la forma de mi silueta de tanto estar sentada en él, me dispuse a ponerme un abrigo y salí de mi departamento aún con mi pijama puesta. Subí hasta lo que es la puerta de salida para el techo y la abrí.
A primera instancia cerré mis ojos, dejando que el frío aire de Brooklyn chocara con mi rostro sin previo aviso. Respiré el aire fresco, congelado, diría yo, después de estar menos de un minuto afuera sentí como mi nariz se entumía.
Los rayos del sol solo apuntaban a una parte del techo, así que me dispuse a caminar hacia allí. Y vaya vista, no recuerdo la última vez que subí acá arriba, quizá cuando comencé a rentar en este departamento, una sola vez.
Sin pensarlo dos veces me senté en el borde del edificio con cuidado, dejando colgar mis pies sobre las alturas. Por un instante hacer ese gesto trajo varios flashbacks nulos a mi memoria. Odiaba eso. Odiaba hacer algo y que volvieran los "recuerdos" (al menos así les apodé yo), porque en realidad no sé lo que son.