Quédate

1.3K 95 13
                                    

Narra ________
Amaba cómo sus manos estrujaban mi cintura por encima de la ropa y las corrientes eléctricas que generaba en mi cuerpo cada que sus dedos pasaban por mi cabello, amaba sentir su respiración cerca de mi oído, sin importar que solo lo hiciera cada que estaba dormido, no quería que los momentos a su lado acabaran nunca.

No recuerdo cuando fue la primera vez que empecé a sentirme así, a sentir que si no estaba con él el mundo se me venía abajo, me hice dependiente, como si fuese una droga la cual no pudiese dejar.

Pero era cobarde. Demasiado cobarde como para perderlo después de tanto. Era cobarde, me acobardaba sentir tanto.

Eran las 8:51p.m., tarde, la luz de la luna era lo único que iluminaba mi habitación, quizá pronto tendría que irse a patrullar de nuevo la ciudad, odiaba tener que despertarlo para que hiciese su rutina nocturna, como siempre.

Suspiré cansada. Odiaba quererlo sin conocerlo. Me revolví un poco en la cama y sentí como su brazo estrujaba aún más mi cuerpo, pegándome al suyo como un muñeco de tela.

—Spidey...— dije casi en un susurro que no lo hizo despertar. Por momentos me preguntaba quién era el hombre que habitaba tras esa máscara oscura, nunca había visto su rostro, desde que nos conocemos tenemos el pacto de no hablar sobre nosotros, de no contar "más allá", ni nuestro nombre, fechas de cumpleaños o a qué escuela vamos, todo oculto tras una pared de cristal.

—Tienes que irte pronto...— susurré de nuevo a lo que él hizo un gruñido quejándose.— Traeré un suéter, hace frío, te vas a resfriar.— dije con cautela, moviéndome hasta liberarme de su agarre. Él se movió en su lugar tapándose con mi colcha y girándose hacia el lado contrario, dando hacia la pared, dejándome ver su espalda cubierta por ese traje negro con rojo, tan característico, tan común en las calles llenos de niños usándolo.

Fui hasta mi armario y tomé una de sus chaquetas, el olor de él parecía impregnar toda mi ropa, era común que las dejara aquí por olvidadizo, todas las tardes sin falta estaba aquí, a veces solo 30 minutos, a veces 2 horas, y días como hoy (viernes) se quedaba toda la tarde, normalmente a echar la siesta, estos últimos días se veía tan cansado, yo ya lo veía aquí en mi cuarto al llegar de la facultad desde las 2 p.m. hasta las 9 p.m., usualmente.

Me acerqué de nuevo a él, ahora con la chamarra en mis manos y toqué su hombro con cuidado.

—Eh, niño araña, hora de irse, campeón.

Él se estiró en su lugar, levantando los brazos y soltando quejidos.

—¿Ya son las 9 tan rápido?— dijo algo cansado a lo que sonreí.

—Sí, ya tienes que irte, no quiero que tengas problemas por mi culpa. Llévate tu chamarra, hace frío y no quiero que te enfermes.— dije mientras me alejaba un poco de la cama para que pudiera levantarse, extendiéndole su chamarra con mi mano.

Él se sentó en la cama y tomó la prenda con poca fuerza, tratando aún de despertarse. Luego de unos segundos se levantó y se la colocó encima.

—Gracias por dejarme dormir aquí de nuevo.— dijo mirándome mientras tallaba un su ojo con su mano derecha. Era divertido de ver, me sacaba 2 cabezas por lo menos, su estatura lo hacía ver más grande de lo que aparentaba.

—No te preocupes, cuando quieras.— dije y me paré de puntitas dándole un beso en la mejilla, por encima de su máscara.— Descansa, Spiderman.— dije para luego sentarme en mi cama de nuevo y taparme con las cobijas.

Por unos segundos se quedó quieto donde mismo, dándome la espalda, quizá aún no despertaba del todo, y yo por quedarme despierta mientras él dormía tratando de no olvidar cómo sus brazos estrujaban mi cuerpo, no pude conciliar el sueño.

One shots / Miles MoralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora