El caos del té

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Corría el año 1986, en plena era del glam rock y el cabello alborotado. Axl Rose, el famoso vocalista de Guns N' Roses, se encontraba en su apartamento de Los Ángeles junto a sus compañeros de banda: Izzy Stradlin, Duff McKagan, Slash y Steven Adler. Era una tarde soleada y tranquila. Normal, hasta que Allison Rose, la gemela de Axl, hizo su entrada triunfal a la sala.

Allison era una joven de 24 años, muy guapa, inteligente, valiente y decidida. A los 19 años había tenido a su hija, fruto de un antiguo novio de la universidad y el muy imbécil la abandonó tan pronto como supo del embarazo. A pesar de las dificultades, Alli había sabido salir adelante y ahora su pequeña, de solo 5 años, era su mayor tesoro.

Esa tarde, Allison tenía un importante asunto de trabajo y no podía llevar a su hija con ella. Así que, como último recurso, decidió dejar a la pequeña bajo el cuidado de su tío Axl y sus amigos de la banda.

—¡Chicos, tengo una urgencia! —exclamó Angela mientras entraba en la sala con su hija en brazos—. Necesito que cuiden de Emily mientras yo vuelvo. ¿Podrían hacerlo? —les dirigió una mirada suplicante.

Axl y los demás se miraron entre sí, desconcertados. No estaban acostumbrados a lidiar con niños, era obvio que no serían los mejores niñeros, pero no podían decir que no a su querida sobrina.

—¡Claro que sí, Allison! Estaremos encantados de cuidar de Emily —respondió su hermano, tratando de ocultar su nerviosismo. Axl amaba a su sobrina, protegía a la pequeña con su vida y adoraba pasar tiempo con ella. Pero sabía, que era mejor estando su hermana cerca, ya que ella al ser su madre, sabía tratar más con la pequeña.

Allison depositó a la pequeña Emily en el suelo y se agachó para hablarle.

—Mami tiene que irse un rato, pero estarás bien con el tío Axl y sus amigos. ¿De acuerdo, pequeña?— le dijo la mujer a su hija.

Emily asintió con una sonrisa y abrazó a su madre antes de que esta saliera apresurada de la casa.

Una vez Allison se fue, los chicos se encontraron en una situación desconcertante. Emily era una niña adorable, definitivamente había heredado el encanto de su madre, pero ellos eran un grupo de rockeros salvajes acostumbrados a vivir al límite. No sabían exactamente cómo manejar a una niña de 5 años. Dirijieron su mirada hacia abajo observando a la pequeña y luego se miraron entre ellos.

Emily, por otro lado, parecía completamente ajena a la incomodidad de los adultos y, con una energía inagotable, se acercó a la mesa de la sala y sacó de su mochila una pequeña tetera de juguete junto con un juego de tazas de té.

—¡Vamos a jugar al té! —exclamó con emoción, mirando expectante a sus tíos.

Los chicos intercambiaron miradas sorprendidas, y desconsertadas. Hasta que Axl habló —Claro Emy. Ve preparando todo— le dijo sonriendo.

—¿Qué dices? Axl, no tengo ni puta idea de cómo jugar al té con una niña— dijo Slash cruzándose de brazos. El resto de la banda asintió al comentario.

—Y yo tampoco idiotas, pero todos harán el intento para mantener contenta a Emy, hasta que su mamá vuelva ¿entendido?— contestó mientras les dirigía una dura mirada. El resto solo bufó y aceptaron a regañadientes.

Duff le susurró a sus amigos —En todo caso, esto—señaló a Emy y luego a ellos, haciendo un ademán de lo que estaban a punto de hacer— Jamás pasó—
A lo que todos estuvieron de acuerdo. Debían mantener su reputación.

—¡El té está listo!— les avisó la niña con una dulce sonrisa. Sus ojos brillando con emoción.

Ni siquera ellos podían resistirse a la dulzura de la pequeña. Se acomodaron alrededor, y aceptaron participar en el juego.

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