"I can be a better boyfriend than him" S.S parte 3

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La "Hell House" estaba en su apogeo, vibrando con la energía caótica que solo una fiesta de Guns N' Roses podía generar. Las luces parpadeaban al ritmo de la música estridente, y el ambiente estaba cargado de humo, risas y el aroma inconfundible del alcohol derramado. Los chicos de la banda habían organizado una fiesta para recordar, y todos los que importaban estaban allí, incluida Mel.

Mel llegó a la fiesta luciendo espectacular en un vestido rojo que abrazaba sus curvas y acentuaba su figura. Su cabello caía en cascada sobre sus hombros en ondas, su maquillaje resaltaba de manera hipnotizante su rostro y su sonrisa iluminaba la habitación. Todas las miradas se volvieron hacia ella, pero ninguna fue más intensa que la de Izzy Stradlin.

Izzy, con su habitual estilo despreocupado, se sintió embelesado al verla. No pudo evitar sonreír bobamente hacia ella, sintiendo una mezcla de orgullo y deseo.

—Mel, te ves increíble —Dijo con una voz ronca cargada de un deseo apenas contenido, mientras se acercaba a ella, sus ojos recorriéndola de arriba abajo.

—Izzy. Tú también te ves muy bien —Respondió ella, notando el brillo en los ojos de su amigo.

Izzy se comportó de manera juguetona y coqueta durante toda la noche, no apartándose de Mel ni un momento. Bailaron juntos, riendo y disfrutando de la música. Él la tomaba con firmeza por la cintura, sus manos quemándola con su contacto, ella solo se dejaba llevar por la intensidad del momento. A medida que avanzaba la noche, Izzy bebía más de la cuenta, y con cada trago, se volvía más audaz, su vergüenza desapareciendo ante la creciente atracción palpable que sentía por Mel, sus sentimientos reprimidos se volvían más difíciles de contener.

—Te estás divirtiendo, nena? —Preguntó Izzy, en el oído de ella, su voz ligeramente arrastrada por el alcohol mientras intentaba hablar por encima de la música.

—Sí, Izzy. Me la estoy pasando genial. Pero creo que necesito descansar un poco —Respondió Mel, notando que él estaba visiblemente borracho.

Se apartaron de la fiesta y entraron al cuarto del pelinegro para más tranquilidad, alejados del bullicio de la fiesta. El cuarto de Izzy Stradlin estaba sumido en penumbras, con solo una lámpara de mesa arrojando una luz tenue y cálida sobre las paredes decoradas con posters de bandas. La botella de whisky descansaba en el suelo, casi vacía, mientras Izzy se tambaleaba ligeramente en el sillón. Su mirada, normalmente enigmática, estaba ahora nublada por el alcohol y una mezcla de emociones intensas.

Su mejor amiga estaba al pie de la cama, observándolo con una mezcla de preocupación y cariño. Habían pasado toda la noche juntos, compartiendo risas, y momentos que ella atesoraría, pero esta noche era diferente. Izzy estaba diferente.

—Iz, tienes que parar. Tomás pasará a buscarme más tarde para llevarme a mi casa y no podré estar al pendiente tuyo —Su voz era suave, casi suplicante, mientras se inclinaba para quitarle la botella de las manos.

Izzy la dejó tomar la botella, pero sus ojos se clavaron en los de ella con una intensidad que la hizo estremecer. Había algo más que embriaguez en su mirada; había un dolor profundo, una lucha interna que ella apenas comenzaba a entender.

—¿Por qué te importa? —gruñó él, su voz ronca y cargada de resentimiento—. Tienes a tu novio para preocuparte, ¿no?

Ella frunció el ceño, sorprendida por el tono de Izzy. Nunca lo había visto así.

—Eres mi mejor amigo, claro que me importas. —Intentó sonar firme, pero había una nota de incertidumbre en su voz.

Izzy soltó una risa amarga, casi un ladrido de frustración.

—¿Mejor amigo? —repitió con desdén—. ¿Eso es todo lo que soy para ti? ¿Solo tu maldito mejor amigo?

Ella abrió la boca para responder, pero Izzy se levantó de la cama, dirigiéndose hacia ella, sus ojos oscuros brillando con una furia y celos contenidos.

—No tienes idea de lo que es verte con él —continuó, su voz baja y con amargura. —Ver cómo se miran, cómo le sonríes cuando está cerca. Me vuelve loco. No puedo soportarlo.

—Izzy, estás borracho... —empezó ella, pero él la interrumpió, acercándose aún más arriconándola a una de mas paredes del cuarto, poniendo ambas manos a los costados de su cabeza, hasta que sus rostros estuvieron a solo centímetros de distancia.

—No, no es el alcohol. —Sus palabras eran un susurro ardiente—. Te amo, maldita sea. Te amo y no puedo soportar la idea de que estés con otro. Sabes que él no te merece, yo puedo amarte mejor, puedo ser un mejor novio que él. Quiero ser yo el que te haga feliz, quien esté a tu lado. Dime ¿él te hace sentir lo mismo que yo cuando estamos juntos?—

Mel sintió que el suelo se movía bajo sus pies. La intensidad de las palabras de Izzy despertó sentimientos enterrados que había intentado ignorar durante mucho tiempo. —Izzy, esto es muy complicado... —Comenzó a decir, pero Izzy la interrumpió.

—No es complicado, muñeca. Es simple. Yo te amo. Y quiero que estés conmigo, no con ese idiota —Dijo Izzy, acercándose más, su voz temblando por la pasión y el alcohol.

Mel lo miró, sus propios sentimientos a flor de piel. —Izzy, yo... yo también siento algo por ti. Pero Tomás... él es mi novio —Respondió, su voz quebrándose. Sintiendo su corazón dividido en 2 mitades.

Izzy sacudió la cabeza, incapaz de aceptar sus palabras.
—No, Mel. Tú y yo somos perfectos juntos. Lo sabes. Lo sientes. Solo mírame y dime que no es así —Insistió, sus ojos fijos en los de ella.

Ella lo miró, estaba en shock. La sinceridad y la desesperación en la voz de Izzy la desarmaban. Antes de que pudiera decir algo, él la agarró por la cintura y la atrajo hacia él, sus labios encontrando los de ella en un beso urgente y posesivo.

El beso fue una explosión de sentimientos reprimidos, un choque de deseos y temores. Sus manos se aferraron a su cintura, como si temiera que se desvaneciera si la soltaba, ella tardó solo unos segundo en corresponder el beso, poniendo las manos en su nuca, tirando de su cabello cuando él la apretó más hacia sí mismo con desesperación.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban jadeando, sus respiraciones y corazones entrelazados en el silencio de la habitación. Izzy la miró con una mezcla de vulnerabilidad, deseo y esperanza, sus manos aún sujetando firmemente la cintura de la chica.

—Dime que no sientes lo mismo —dijo el pelinegro, su voz temblando pero con un tono de desafío en ella—. Dime que no hay nada entre nosotros y te dejaré ir. Vamos, nena, sabes que no soy el único que está perdiendo la cabeza.—

Ella lo miró, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que tenía que tomar una decisión, que este momento cambiaría todo entre ellos. Con los ojos llenos de lágrimas y la voz quebrada, finalmente habló:

—Izzy, yo... yo no puedo. No puedo negar lo que siento por ti. —Le admitió por fin la chica.

Las palabras fueron como una chispa que encendió un fuego dentro de Izzy. Con un gemido de alivio y deseo, la atrajo de nuevo hacia él, sus labios encontrando los de ella en un beso aún más apasionado. En ese momento, nada más importaba. Solo ellos, y la verdad que finalmente habían admitido.

parte 4?...

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