7. "cry"

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La semana había pasado volando, Daisy se encargó de cada día disfrutarlo al máximo, aprendió a cocinar, a tender su propia cama y a discutir con Valeria sobre quien iba a lavar los platos sucios.

Pero lo mejor que esta le enseñó fue a como hacer trampa jugando al póquer, usando en su contra sus propios consejos.

"Tsh, cría cuervos y te arrancaran los ojos." Valeria molesta arrojó sus cartas y miró a Sophie. "Va para ti ese consejo, mujer."

"No estoy haciendo trampa, Valeria, no necesito de tus trucos para ganar." Enseñó sus cartas, demostrando que había ganado la partida nuevamente.

"Es eso o suerte de principiante." Daisy negó ante ambas suposiciones.

"Soy buena en el juego, que es diferente, ahora denme mi dinero." Con su mano bajó las gafas de sol de su cabeza para dejarlos sobre sus ojos.

"¿Esas son mis gafas?"

"Respeta el flow, mami." Sophie estalló en carcajadas ante las palabras de su hija y Valeria como siempre rodó los ojos, negando la risa que quería salir de ella, era tan adorable ante sus ojos.

"Bueno, ya se va haciendo tarde y mañana Valeria y yo debemos ir a buscar los estudios de adn." La mayor de las tres comenzó a recoger las cartas y Daisy bufó, quería seguir jugando, pero al instante recibió un pequeño golpe en su muslo por debajo de la mesa, era Valeria, quien ahora le guiñó un ojo.

La rubia dirigió su mirada a ella y esta le guiñó el ojo, últimamente lo bueno de dormir para Daisy era que podía compartir su cama con ella, dormir abrazadas y de vez en cuando quedarse hasta muy tarde charlando.

Despertar a su lado era como llegar al mismísimo cielo.

"De acuerdo, descanse Sophie, mañana aprovecharé la mañana para preparar el almuerzo, creo que ya le aprendí una buena receta."

"Mírala, hasta chef nos salió la niña." La pelinegra se levantó de su asiento para así dirigirse a su cuarto y comenzar a ponerse su pijama, el cual consistía en jn conjunto negro... según ella como su alma.

En cambio Daisy, su pijama de dos piezas rosado demostraba que tan diferentes eran ambas en cuanto gustos. Pero al mismo tiempo gustaban la una de la otra.

La joven princesa esperó un par de minutos sentada en su cama hasta que escuchó como la puerta de su cuarto era golpeada, apresurándose en abrirla para encontrarla a ella.

"¿La princesita no puede dormir?" Preguntó burlona mientras entraba a su cuarto, tomándola de la cintura acercándose a su cuerpo al mismo tiempo que cerraba la puerta detrás suya, depositando un pequeño beso en sus labios. "Hoy tuvimos el día más largo de todos, tu madre estaba muy ansiosa en el hospital mientras tomaban sus estudios de sangre, parecía que en cualquier momento se le saldría el corazón."

"Estaban con la persona más buscada del país... y me refiero a mí." Soltó una risita recibiendo una mala mirada de la mayor. "Saca esa cara, sabes que bromeo."

"Yo también bromeo, no me puedo enojar contigo." Con sus manos en su cintura comenzó a caminar a la cama, acostándola boca arriba para así apagar la ñuz de la lampara y quedar a oscuras. "Y... este es el momento donde te beso y me perdonas."

"Ya se que no puedes enojarte conmigo, soy un amor de chica." La tomó de las mejillas para acercarla a ella y juntar sus labios, besándola de forma suave y lenta mientras sus cuerpos se pegaban y la mayor apoyaba la mitad de su peso sobre ella.

"He aquí la Daisy más egocéntrica del condado."

Los besos, los susurros y caricias no encontraron descanso en toda la noche, de pronto se hicieron las dos de la madrugada y a ninguna pareció importarle en lo absoluto.

𝙎𝙬𝙚𝙚𝙩 [𝙑𝙖𝙡𝙚𝙧𝙞𝙖 𝙂𝙖𝙧𝙯𝙖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora