Su idea de hacer un desayuno sorpresa para su mujer había salido completamente mal.
"No era mi intención quemar el queso." Miró a Diego con ojos de cachorro, este la miraba con cierta molestia y con un extintor de fuego en mano.
"¡¿Por qué chingados hay tanto humo?!" Era la voz de Valeria, esta se estaba acercando a la cocina e iba a regañar a Daisy.
"Mierda, escóndete Diego." Daisy empujó a Diego al suelo y rápidamente caminó a la puerta de la cocina, encontrándose con la pelinegra para taparle automáticamente los ojos. "H-Hola..."
"Daisy..." Tomó aire antes de hablar y suspiró con pesadez, se le hacía tan complicado no ser dulce con su chica. "Saca tus manos de mis ojos." Susurró en un tono únicamente audible para ella.
"No... se va a arruinar la sorpresa, por favor..." Hizo un pequeño puchero por más que ella no pudiera verla, su tono, en cambio, era uno más de suplica, sabía como manipularla para que accediera.
Valeria volvió a suspirar y asintió, pero antes de que Daisy pudiera festejar, esta no tardo en tomarla de los brazos para darla vuelta y tener de espaldas la cocina, cumpliendo con no mirar.
"Huele a quemado, Daisy, no se si confiarte mi cocina." La menor le dio un puchero y aquello fue la gran debilidad de la mayor. "Te esperaré arriba, no quemes nada más, princesa."
A todo esto, Diego era testigo de la conversación de las chicas y cada palabra lo confundía más y más.
"De acuerdo, patrona, solo déjame preparar el café." Se acercó a sus labios para besarla y esta se alejó rechazando su demostración de cariño, estaba empecinada con que no las descubrieran aunque en la finca tuviera a sus hombres de confianza.
"Conoces las reglas, Daisy." Esta asintió y la mayor regresó al primer piso para meterse al cuarto, acostándose en su lado de la cama. "Joder, ese era el perfume de Diego." Dejó caer su cabeza en la almohada y con su mano derecha apretó el puente de su nariz, quería confiar un poco en el juicio de Daisy, si ella se estaba llevando con él seguro confiaba.
Aparte era su hombre más leal y fácilmente podría atravesarle los sesos si este se atrevía a traicionarla, él sabía lo que le era conveniente.
Por otro lado, Daisy tostaba unos sandwiches de jamón y queso mientras, con la ayuda de Diego y Raul —Uno que se sumó porque le llamó la atención.— Prepararon el café para Valeria y para ella.
"Muchas gracias, muchachos, la verdad temía de prenderme fuego a mi misma." Traía la bandeja en mano con el desayuno y una sonrisa en su rostro. "Desayunen, no le dire a la patrona."
Ambos hombres se miraron sorprendidos y asintieron, llevaban horas sin comer por la guardia que hacían.
Luego de agradecerle mil veces a la rubia, esta subió con cuidado las escaleras del primer piso para acto seguido dirigirse al cuarto de su mujer, le costó un poco abrir la puerta pero una vez dentro se encontró a su pareja, la mujer más hermosa de todas.
"Mi amor... hice tostadas y café." Habló con emoción mientras se acercaba a la cama sonriente y dejaba la charola con cuidado sobre su mesa de luz, acostándose a un lado de ella para rápidamente abrazarla con fuerzas. "Hazte la sorprendida, amor, dije que iba a ser una sorpresa."
Valeria carcajeó ante las palabras de su chica y su emoción le causaba ternura.
"Bueno, a ver, ¿Que me trajiste preciosa? No tengo ni una sospecha." La sostuvo de la cintura sentándola sobre su regazo y bajando sus manos hacia su trasero, presionando sus nalgas con diversión. "¿Será... Mi mujer? ¿Puedo desayunar a mi chica hoy?
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𝙎𝙬𝙚𝙚𝙩 [𝙑𝙖𝙡𝙚𝙧𝙞𝙖 𝙂𝙖𝙧𝙯𝙖]
Fanfic¿Cual es el paradero de la princesa Daisy quien fue secuestrada del castillo aquella noche de septiembre?