𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝟕; 𝕹𝖆𝖉𝖎𝖊 𝖒𝖚𝖊𝖗𝖊, 𝖔 𝖈𝖆𝖘𝖎.

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Capítulo 7; Nadie muere, o casi.


El problema principal fue cuando Percy le gritó mientras Alec le clava su daga en el pie y retrocedía, lo que terminó en que me mandó a volar

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El problema principal fue cuando Percy le gritó mientras Alec le clava su daga en el pie y retrocedía, lo que terminó en que me mandó a volar.

Sentía el aire chocar con todo mi cuerpo.

— Por Afrodita —murmuré, ya me estaba declarando muerta.

Me estaba mareando y tenía unas fuertes ganas de vomitar.

Mi cuerpo chocó contra una pared.

Y no tardé en quejarme del dolor, mientras intentaba pararme y lo único que escuchaba eran pequeños "crack", hasta que note la sangre en mi remera y automáticamente caí sentada contra la piedra.

Genial, me había partidos un par de costillar y alguna había perforado algo.

Al menos había vivido bien.

—¡Kim! —el grito de Alec se sintió, lejano de alguna forma.

De repente tenía a Clarisse a mi lado, sonreí como podía, lentamente tenía los ojos levemente mojados, estaba por llorar y yo misma podía sentir mi alma y el como luchaba por querer seguir allí, en mi cuerpo, con todas esas personas que tanto me quisieron a pesar de la situación.

—Quiero que le digas a Percy que será el mejor héroe de todo el mundo, de la historia —le dije antes de permitirle hablar, Clarisse negó con la cabeza, ni ella misma podía creerlo.

Claro, nos conocíamos desde que teníamos memoria, recuerdo a la pequeña hija de Ares intentando pelearse con sus hermanos mayores, buscando una forma de hacerse respetar.

—Eres increíble, chica, no dejes que el idiota de tu padre te manipule —cada vez me costaba más hablar.

Clarisse negaba, mientras lloraba, rompió en silencio mi remera y se tapó la boca, miré para abajo con cuidado.

Un fierro de acero puro sobresalía de la zona de mi estómago, sangrando a enormes cantidades, eso definitivamente no era mi costilla.

—Dile a Quirón que lo siento, fue un increíble mentor y sobre todo —la cabeza empezaba a doler, mi cuerpo pesaba, mucho, me estaba dando sueño — Lamento tener que dejarlos así, patea un par de celos por mi, ¿si?

Ella negó.

—No pienso hacer nada de lo que dijiste, tonta —me obligó a recostarme mientras las lágrimas salían de su rostro.

Yo comenzaba a respirar entrecortado.

—Tiene que recuperar el vellocino, Clary —le dije de cariño —Y darle una patada en el culo a Tántalo cuando lo lleven al campamento.

𝕰𝖑 𝕸𝖆𝖗 𝖉𝖊 𝖑𝖔𝖘 𝖒𝖔𝖓𝖘𝖙𝖗𝖚𝖔𝖘 | 𝕻𝖏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora