¿Sobrevivir un verano extrañamente particular al campamento mestizo en el cual casi acabo sin una cabeza? Fácil
¿Descubrir que aquella persona que le tenías confianza, por más que no se llevaran bien, los traicionó? Bueno, eso ciertamente dolió.
¿Te...
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Luego de despertarme de la charla con Hestia y todo el interrogatorio con Alex sobre la novedad de mis ojos, con todo y risas fue una de mis tardes favoritas en el campamento, olvidándome por minutos que teníamos la vida de todas aquellas personas en nuestros hombros.
Grover nos comentó que pasaría el verano con nosotros antes de volver a buscar a Pan, el consejo de viejos sátiros terminaron tan impresionados que le concedieron un permiso de dos meses y un juego de flautas de junco nuevas, estas últimas me parecían especialmente inecesarias, porque debido a eso Grover insistía en tocarlas todas las tardes, lo que porvocaba que las plantas enloquecieran y se nos enredaran en los pies queriendo estrangularnos.
Grover también nos comentó que ahora tenía una conexión con Percy, una conexión de empatía más especificamente, lo que provocó que le tartamudeara a Percy que podía eliminarla en ese instante y este último le dijo que le daba igual, insistiéndole que esa conexión le volvería a advertir si este se encontraba en un aprieto, cosa que era cierta pero muy peligrosa, si algo le llegara a pasar a Percy o viceversa, ambos terminarían en un gran peligro.
Luego no pude evitar reirme en la cara de Percy cuando Quirón le comunicó que había logrado evitar que la policía lo siguiera buscando como presunto sospechoso de la explosión de su escuela.
—¿Entonces puedo volver? —preguntó.
—Uh, no. Te expulsaron igualmente —carcajeé, lo que porvocó que el hijo de Poseidón me mostrara la lengua y yo volví a reir.
Quirón sacó un teléfono.
—Es hora de que la llames —sabía a que se refería.
Y me seguí burlando del chico de ojos claros ante los regaños de su madre, la cual se escuchaba debido al volumen del teléfono.
—Discúlpate por asustarla —le murmuré.
—Lo siento, mamá —le dijo —No volveré a darte mas sustos.
—Y no prometas cosas que no puedes cumplir —le regañé.
En la vida de un semidios esa promesa era imposible de cumplir, sin importar quien fuera tu madre o tu padre divino, porque nunca sabrás que te estaba buscando para matarte.
—No se te ocurra prometérmelo, Percy. Sabes bien que no ha hecho nada más que empezar.
Asentí, defintiviamente su madre era una mujer lista.
—Iré a casa unos días —le propuso.
Eso me hizo acordar, dos días antes ya había comunicado mi decisión de quedarme como anual ese año, no podía ser otro dolor de cabeza para la madre de Alec.