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La novela de Sunhee sonaba de fondo, en un ambiente tranquilo, mezclada con el sonido de las lavadoras.

El gato de la mujer dormía plácidamente sobre el mostrador de la entrada.

Yoongi estaba revisando una lista de compra para asegurarse de que todo el pedido había sido recibido, mientras que Jimin comenzaba a abrir las cajas de productos de limpieza para acomodarlas en las repisas.

—No sabía que las lavanderías vendían aceites esenciales y aromas para los difusores de ambiente —comenta Jimin, mientras se sube a un banquito.

—Si está a la vista las personas lo quieren —Yoongi tilda todos los objetos de la lista y dobla en dos el papel para guardarlos dentro de su bolsillo. Colocando el lápiz detrás de su oreja le echa una mirada a Jimin cuando el pelinegro iba a hacer una maniobra un poco complicada sobre el banquito—. Déjame ayudarte.

Se ofreció a pasarle los productos uno a uno para que él los acomodara. Sus dedos rozan los de Jimin cada vez que éste toma un aceite de sus manos, pero ambos parecen ignorarlo. Aunque el roce no es intencional, es cauteloso y suave. Jimin le echa una mirada de lado junto a una sonrisa desdeñosa, como si fuera consciente de ello pero igual guarda silencio.

—Quisiera llevarme uno a casa —dice Jimin, tomando un tercer producto de las manos de Yoongi para colocarlo ordenadamente en la repisa.

—Adelante, elige uno —Yoongi se lo concede sin problema.

—Gracias, hyung.

—Mh —Yoongi asiente y mete su mano dentro de la caja. Entonces se percata de que Jimin acababa de llamarlo hyung por primera vez. Su mirada vuelve sobre el pelinegro—. ¿Intentarás manipularme? —pregunta, ganándose una risa apacible de Jimin.

—Solo dije gracias.

—Me llamaste hyung —Yoongi le extiende el objeto y Jimin lo toma, rozando sus dedos una vez más.

—Porque eso eres, ¿no? —el pelinegro lo mira esperando a una respuesta a pesar de ser una pregunta obviamente retórica. Yoongi asiente y vuelve a su tarea, sin decir otra cosa.

Jimin tomó la iniciativa de llamarlo hyung y se considera como una demostración de que se tienen confianza y cercanía.

—Oye, ten cuidado con ese banco —le advierte Yoongi al ver que las patas cortas del pequeño banco donde Jimin estaba de pie se veían poco confiables.

—Está bien, peso menos de sesenta kilos —dice Jimin sin miedo.

Sin embargo, Yoongi no estaba tan tranquilo y es entonces que, como si se tratara de un guiño del destino, Jimin hace un movimiento arriesgado al inclinarse para acomodar mejor la repisa y entonces el banco donde estaba parado se deslizó hacia un lado.

Yoongi apenas logra voltear cuando oye el chirrido de las patas del banco contra el suelo y atrapa abuptamente el cuerpo de Jimin que chocó contra el suyo.

Sus brazos lo rodearon por la cintura con fuerza, y el pelinegro soltó una queja por lo bajo.

Al alzar la mirada ambos conectaron visualmente.

—Te lo dije —le reprocha Yoongi, mantiene firme el cuerpo de Jimin contra el suyo.

—¿Vas a regañarme como si fueras Namjoon? —pregunta, con las manos apoyadas suavemente en los hombros de Yoongi. Los ojos oscuros y gatunos del mayor son mucho más hermosos de cerca.

—Debería hacerlo —Yoongi afloja su agarre y sus manos pasan a cada lado de la cadera de Jimin, manteniendo su cuerpo cerca. Lo mira a los ojos—. ¿Estás bien?

Broken | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora