VI

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LOS resultados del análisis de sangre de Yoolyn fueron malos.

—Hemos bajado el nivel de oxígeno por la noche. —le dijo su asistente a SeHun, a la mañana siguiente—. Hay una cama preparada para ella en el hospital, para cuando se decida que la traslademos allí.

SeHun asintió.

—¿Y los psiquiatras?

—EL doctor de turno tuvo una charla con él ayer por la noche y va a volver ahora por la mañana. Pero la señora Yoolyn no quiere ir a una de sus salas voluntariamente.

—Tenemos tres camas vacías. —observó SeHun, mirando de un lado a otro—. A menos que necesitemos su cama, déjenla aquí de momento. Le puede perturbar que la cambiemos ahora. —consultó con el enfermero—. ¿Te parece bien, Tommy?

—Sí —asintió él—. Es una buena idea.

La señora Yoolyn era la última paciente sobre la que tenían que hablar antes de comenzar la ronda. Guardaron las notas y las radiografías y se dirigieron hacia la sala de enfermos. Se estaban aproximando a la señora Yoolyn, cuando las puertas se abrieron.

—Un momento. —dijo tommy—. Este es el psiquiatra. ¿Vemos a la siguiente más tarde?

—Empezaremos por la cama de al lado. —dijo SeHun—. Eso le dará a al psiquiatra tiempo de hablar con ella. —miró al doctor que se estaba aproximando—. ZiTao

—¡Oh SeHun! —con una sonrisa, el doctor se acercó a SeHun—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Yo debería preguntarte lo mismo. —señaló SeHun.

Tao y SeHun habían estado en la misma clase en la universidad y habían salido juntos, ocasionalmente, cuando eran estudiantes. Después de un año trabajando, Tao había sentido el deseo irrefrenable de viajar por Europa.

—Lo último que oí fue que estabas trabajando en Birmingham. ¿Cuándo has vuelto?

—Hace tres semanas. —dijo Tao—. La verdad es que pensaba llamarte este fin de semana para ver cómo estabas. Estoy trabajando de interino aquí. ¿Y tú? ¿Qué estás haciendo en Daegu? Según había oído te habían ofrecido un trabajo de especialista en la UCI de un hospital del centro de Seúl. No me digas que lo has rechazado.

—El puesto no queda vacante hasta mediados de año. —le dijo SeHun—. Mientras tanto, estoy aquí. —consciente de que Ren y tommy estaban esperándolo, zanjó la conversación—. Tenemos que quedar para hablar como es debido. Llámame.

—Te llamaré en cuanto termine con Yoolyn. —le aseguró Tao con una sonrisa—. Luego quedamos.

Los biombos estaban todavía rodeando la cama de la señora Yoolyn cuando terminaron la ronda, lo que indicaba que el psiquiatra continuaba con ella. Dado que SeHun tenía otras cosas que hacer, dejó la unidad en manos de Ren y le pidió a Tommy que le diera a Tao el número de su celular.

Cuando Tao lo llamó, una hora más tarde, quedaron para comer en la cantina del hospital.

—¡Estás fantástico! —le dijo SeHun con toda sinceridad, mientras esperaban a que les dieran los sándwiches—. Pero estás diferente.

—Me he teñido el pelo. —dijo Tao con una carcajada—. Me encontré unas canas meses atrás y me aterroricé. Pero gracias. Tú también estás estupendo. Me alegro mucho de verte.

Encontraron una mesa cerca de la ventana. Desde allí, tenían una estupenda vista de las montañas.

Tao miró el paisaje aparentemente contento.

Don't Make me regret itDonde viven las historias. Descúbrelo ahora