XXII

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TAO se reía a carcajadas mientras se defendía del ataque frontal que le estaba haciendo SeHun en su oficina de Kapiti al día siguiente por la tarde. —Lo he hecho por ti, SeHun —protestó Tao—. De hecho, esperaba que vinieras aquí a primera hora de la mañana y me besaras los pies en agradecimiento. Pensé que, si la picaba un poco, se daría cuenta de lo que estaba arriesgando por ser tan horrible contigo.

—¿Picarlo un poco? —repitió SeHun—. Tao, JunMyeon me contó las cosas que le habías dicho.

—Bueno —Tao seguía riéndose—. Quizá fue un poco más que picarlo. Pero, SeHun, funcionó. Quiero decir que JunMyeon estaba intentando ser educado y agradable, pero, al final, puedo decirte que estaba totalmente furioso.

—¿JunMyeon furioso?

—Bueno, al menos, un poco enfadado. —rectificó Tao—. Desde luego, estaba definitivamente celoso. De acuerdo, te has enamorado de Blanca Nieves. Pero la pillé en un par de miradas frías.

—No es Blanca Nieves. —dijo SeHun secamente. Le sorprendía que JunMyeon hubiera permitido que Tao notara que estaba furioso. SeHun había visto a JunMyeon en las salas de reuniones y conferencias teniendo que enfrentarse a personal médico a veces muy desagradable, y se había sorprendido de la confianza y fluidez con que había resuelto los problemas.

Sospechaba que perder la compostura con Tao sería para JunMyeon una terrible brecha en su historial profesional, pues no dejaba de ser una cliente potencial. Después de todo, era psiquiatra, y su compañía estaba promocionando un antidepresivo.

—Bueno, en cualquier caso, hace una estupenda imitación de Blanca Nieves. —dijo Tao—. Entiendo que te sientas intrigado: un corazón oculto y pasiones secretas, ¿verdad, SeHun?

—Preocúpate de tus asuntos, Tao. Deja de interferir. —advirtió SeHun—. JunMyeon enojado da mucho miedo.

—Te prometo que no volveré a hacerlo. —Tao con una sonrisa que le indicaba que no la había ofendido—. Lo siento, SeHun. No era mi intención decir nada. Pero parecías tan triste cuando JunMyeon se marchó que, cuando lo vi ayer, tan calmado y contenido, no pude resistir la tentación de escarbar a ver si encontraba al chico que hay debajo. No quería hacer ningún daño.

—Te creo —dijo SeHun.

—¿Piensas que pudo ayudar de algún modo?

—Quizá.

—JunMyeon me gusta —dijo Tao rápidamente—. Sospecho que en su interior hay mucha ternura, puede que mucha vulnerabilidad también. Si se dejara llevar un poco, entendería que es perfecto para tus instintos protectores.

—Fantástico —dijo SeHun secamente—. Estoy impresionado. Deberías plantearte el convertirte en psiquiatra. —se despidió agitando la mano, mientras se dirigía hacia la puerta—. Pero deja de practicar con JunMyeon, o acabarás perdiendo las greñas. Adiós, Tao.

—Adiós. —dijo Tao animadamente—. ¡SeHun, espera! ¿Qué quieres decir con eso de «perder las greñas»?

SeHun no se detuvo. Siguió su camino y se dirigió al ala opuesta del hospital, a la UCI.

Pero, antes de entrar en la unidad, se pasó por maternidad, donde, el día anterior había ingresado una mujer embarazada con asma. El especialista que la trataba lo había llamado una hora antes para informarlo de que no estaba mejorando.

—Prefería informar, por si acaso tuviéramos que trasladarla a la UCI a toda prisa. —le explicó Boa—. Todavía tenemos esperanzas de que mejore, pero está respirando aún peor esta mañana.

SeHun miró los informes, antes de ir a examinarle. SeHun estaba de acuerdo con la opinión del otro médico.

Una de las ginecólogas lo vio mirando las notas y se acercó a SeHun.

Don't Make me regret itDonde viven las historias. Descúbrelo ahora