XXIII

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Cuando SeHun llegó a casa, tenía dos mensajes en el contestador. Antes de escucharlos recordó la increíble confesión que le había hecho JunMyeon, y sonrió, esperando no oír nada. Pero en aquella ocasión, sí había dejado dos mensajes.

—SeHun, lo siento, pero tengo que cancelar nuestra cita del sábado. —decía apresuradamente JunMyeon con una voz entrecortada—. Adiós.

Pero, en el siguiente, parecía haberse arrepentido de tan breve mensaje y había dejado otro más largo.

—Lo siento, SeHun. Soy yo otra vez. Debería haber sido un poco más explícito. Mi madre está fatal por causa de su último novio. Todo es muy confuso, pero, al parecer, le ha robado un montón de dinero. Llamó a la policía porque pensó que era el banco el que la estaba robando y ahora está muy preocupada porque van detrás de su novio. ¡Es un lío! El viernes no puedo ir para allí porque tengo una reunión muy importante, pero voy a pasar el fin de semana con ella. De verdad que lo siento Hunnie. —sollozo JunMyeon rápidamente, como si se lo hubiera pensado otra vez, añadió—: Te llamaré la semana que viene. Volveré el martes. Adiós.

SeHun llamó a su casa, pero Taemin le dijo que lo localizaría en la oficina. Lo llamo a la oficina y JunMyeon respondió de inmediato.

—¡Oh, SeHun! —JunMyeon notó, por su voz, que había estado llorando y se sintió reconfortado de tener a SeHun a su lado—. ¿Por qué se hace esto a sí misma? Solo lo conocía desde hace tres semanas y le confió su tarjeta de crédito y su coche. Se ha marchado y no sabe si va a volver o no, porque se ha dejado toda la ropa. SeHun, no sé cómo ayudarla.

—¿Es el hombre con el que empezó a salir después de que la dejara Édwan? —cuestiono SeHun con preocupación.

—No. Es uno nuevo. —dijo JunMyeon con desesperación—. Aquel le duró solo unas semanas. Este es uno que conoció en las carreras y que le pareció estaba bien situado. Pareció insinuarle, incluso, que iba en serio.

—¿Hay algo que yo pueda hacer? —preguntó SeHun—. ¿Necesita dinero?

—Yo puedo darle dinero. —dijo JunMyeon—. SeHun, sé que, realmente, no querrás hacer lo que te voy a pedir, pero ¿podríamos vernos?

—Iré a buscarte conejito. —dijo SeHun. Aquella inusual súplica lo desconcertó. Miró el reloj—. Estaré allí a las ocho. ¿Vas a poder salir a esa hora?

—No puedo trabajar estando en este estado. —dijo JunMyeon—. Gracias Hunnie.

JunMyeon estaba esperándolo en la puerta cuando SeHun llegó con el coche. Se apresuró a su encuentro.

—¿Estás bien conejito? —le pregunto SeHun en un tono bajo y preocupado al ver su aspecto.

—La verdad es que no sé nada. —dijo JunMyeon con desmayo. Se abrazó a SeHun, buscando el abrigo de su cuerpo y, cuando se apartó, sus ojos estaban llenos de lágrimas—. Gracias.

—De nada mi amor. —dijo SeHun—. ¿Estás mejor?

—Me gustaría estarlo de verdad Hunnie. —dijo JunMyeon con una sonrisa dolida—. ¿Por qué mi madre se sigue haciendo esto, SeHun? ¡Tiene cuarenta y seis años! ¿No aprenderá nunca a no fiarse de ese tipo de hombres activos? —se limpió los ojos con las manos, se apoyó en el respaldo del asiento y se puso el cinturón —. No sé qué hacer. ¡Pobre mamá! Y no sé cómo ayudarla.

SeHun sentía pena por JunMyeon, pero no tenía ninguna solución. Sabía que, como siempre, para JunMyeon el dolor de Hyuna era su propio dolor, pero sospechaba que JunMyeon lo sentía con más intensidad que la madre.

Según lo que SeHun había podido observar, a pesar de las lágrimas, la madre disfrutaba de aquellos pequeños dramas. Pero dudaba que JunMyeon fuera capaz de apreciar su punto de vista en aquel momento.

Don't Make me regret itDonde viven las historias. Descúbrelo ahora