XIV

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SEHUN tardó once minutos en llegar hasta su casa. Normalmente, tardaba quince o veinte minutos. Lo había hecho en trece en alguna ocasión. Pero once era el récord. JunMyeon abrió la puerta antes, incluso, de que SeHun llamara. Tenía el rostro congestionado y, sin duda, todavía tenía el cuerpo húmedo y desnudo bajo el albornoz que se había puesto a toda prisa. SeHun sintió que su cuerpo reaccionaba, aun a pesar de lo que estaba sucediendo, y se odió por ello.

—¡No! —dijo JunMyeon, cuando SeHun intentó abrir—. SeHun, no —se interpuso en su camino para tratar de detenerlo—. Estás sacando las cosas de quicio. Minho estaba haciendo el payaso. Estaba borracho. No lo ha dicho en serio. No me lo podía creer cuando me ha contado lo que te ha dicho. Te he llamado, pero ya habías salido. SeHun, tranquilízate, nada de esto es necesario.

—Claro que es necesario. —dijo SeHun con firmeza. Jamás se había considerado a sí mismo un hombre violento, pero en aquel momento sentía una rabia tal que se había despertado ese lado dormido. Lo apartó, con la firme intención de encontrar al tal Minho—. ¿Dónde está?

—Dormido. —respondió JunMyeon.

—Pero no está aquí. —dijo SeHun, mirando el sofá vacío. Solo había dos habitaciones en el piso—. ¿Está con Taemin?

—Taemin está con Kai —dijo JunMyeon y lo agarró del brazo—. SeHun, escucha...

—Quiero ir a ver. —gruño SeHun.

—No hay nada que ver. Está dormido. —replico JunMyeon.

—¿En tu cama? ,

—Me parecía el mejor lugar para él. —respondió JunMyeon asustado de la reacción de SeHun.

SeHun subió las escaleras y JunMyeon corrió tras SeHun. Al llegar arriba oyó un profundo ronquido y supo que JunMyeon tenía razón y que Minho estaba dormido. Abrió la puerta y miró al hombre que yacía en la cama, totalmente vestido, con la boca abierta y apestando a alcohol.

—Nos fuimos todos por ahí después de trabajar, para celebrar las cifras de venta que hemos obtenido y... alguna otra cosa. Una parte de la gente se vino aquí. Pensé que Minho había subido las escaleras para ir al baño, pero cuando vi que no bajaba, me di cuenta de que se había quedado dormido. —explicó JunMyeon con rapidez—. Para entonces, los otros ya se habían marchado y yo solo no podía bajarlo, es más alto y pesado que yo. Pensé que lo mejor sería dejarlo dormir. Tu llamada ha debido despertarlo. No estoy interesado en él, SeHun. Estás loco si piensas que sí.

—No puedo más, JunMyeon. —SeHun se sintió furioso al ver la patética criatura que yacía allí y por la que se había sentido tan mal. Estrechó a JunMyeon en sus brazos y lo apretó posesivamente.

—Ya he tenido bastante. —dijo SeHun—. No voy a esperar meses hasta que tú tomes una decisión. No quiero que vivas más aquí. No quiero tener que comunicarme contigo a través de tus compañeros de trabajo y de tus secretarias. No quiero que pasen semanas sin poder verte, y no quiero que te traigas hombres borrachos a casa para que duerman en tu cama. Te quiero conmigo, esta misma noche, ahora.

JunMyeon apoyó la cabeza en su hombro.

—SeHun, ya hablamos de esto el domingo. —replico JunMyeon.

—Pero yo no estaba de acuerdo en nada. —le aseguró SeHun—. Dejé que las cosas fueran como tú querías una vez más, y ya me he cansado de ceder en todo. Lo siento. He tratado de ser comprensivo, pero ya he llegado a mi límite. El domingo me dijiste que ojalá pudieras ser diferente. Ahora soy yo el que querría ser diferente, pero no puedo. Vente a casa conmigo.

JunMyeon lo miró con sus grandes ojos.

—¿Es un ultimátum, SeHun? —cuestiono JunMyeon.

—Puedo vivir sin la boda. Si estás tan inseguro respecto a lo del matrimonio, puedo admitirlo por ahora. Pero te quiero conmigo. Vente a casa. —suplico SeHun.

—¿Ahora? —le preguntó JunMyeon sorprendido—. ¿De verdad quieres que me vaya esta noche?

A SeHun le sorprendía el que JunMyeon pudiera pensar que lo iba a dejar allí. Aquel hombre que tenía un aspecto tan patético en aquel momento no estaría igual cuando se despertara.

—JunMyeon...

—Él no se va a despertar Hunnie. —dijo JunMyeon—. Además, Taemin y Kai están en la habitación de al lado. No hay razón para que te preocupes por mí.

—¿Me estás diciendo que tienes intenciones de compartir tu cama con él? —le preguntó SeHun horrorizado.

—No puedo dormir en el sofá. —protestó JunMyeon—. Está hecho una porquería. Además, Minho es inofensivo. No sería la primera vez...

—¿Qué?

—Siempre ha sido todo totalmente inocente. —dijo JunMyeon—. SeHun, somos colegas. Siento pena por él, eso es todo. Es nuevo aquí y no tiene a nadie. Dice que no le resulta fácil hacerse amigos. Yo puedo entender eso. Bebe demasiado porque se siente solo. Pero, básicamente, es inofensivo. Si pudieras ayudarme a empujarlo hacia un lado.

— ¡Si te puedo ayudar a empujarlo a un lado! ¡No! —SeHun estaba furioso de que la lástima que JunMyeon sentía por aquel maldito borracho le hiciera perder el sentido común.

SeHun no se podía creer que JunMyeon pensara que él iba a facilitar que compartiera la cama con otro hombre.

—Voy a despertar a ese bastardo. —gruño SeHun apretando los puños.

—¡No le hagas daño! —gritó JunMyeon.

SeHun no iba a hacerle daño. Al menos, no de momento. No mientras estuviera prácticamente inconsciente. Pero le gustaba la sensación de levantarlo por el cuello y sacarlo de la habitación.

—¿Adónde lo llevó? —pregunto SeHun rechinando los dientes.

JunMyeon dijo el nombre de una calle y bajó a toda prisa detrás de ellos.

—Tienes que bajar la cuesta y subir por el otro lado, pasadas las tiendas. Iré contigo.

—No estás vestido. —ladro SeHun—. Ve haciendo la maleta. ¿En qué número vive?

—En el cincuenta y cuatro, creo... o quizá en el cuarenta y cuatro. —JunMyeon se revolvió los cabellos tratando de recordar—. Es una casa con una valla blanca y una puerta roja.

—Despierta imbécil. —le dijo SeHun, agarrándolo del cuello, una vez que estuvieron en la calle—. ¿Qué número?

—Cuarenta y seis —dijo Minho, cuando SeHun lo lanzó al asiento trasero del coche—. ¿Qué pasa?

SeHun se sentó al volante, cerró las puertas con el cierre automático, obviando sus protestas.

La casa estaba a diez minutos de allí. Aparcó en doble fila y sacó a su pasajero, llevándolo hasta la puerta de su casa.

—¿Las llaves? —pregunto SeHun entre dientes.

—Llaves. —el hombre rebuscó en el bolsillo—. Llaves.

SeHun se las quitó de la mano, abrió la puerta y lo empujó adentro. Estuvo tentado de dejarlo allí mismo, pero se imaginó la reacción de JunMyeon si lo hacía, así que empujó al hombre hasta el dormitorio y lo metió en la cama.

—Cama. —dijo Minho y lo empujó—. Sábanas y mantas.

SeHun lo cubrió como pudo y salió de allí. 

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Don't Make me regret itDonde viven las historias. Descúbrelo ahora