Capitulo 4

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Nora

—Nora, papá está esperándote en el estudio, no tengo idea de lo que hiciste esta vez, pero hay una Ak-47 en su mano, lo haz jodido en grande, querida hermana mayor— se burló.

Todo la sangre se me subió a la cabeza y la misma empezó a calentarse, una sonrisa hipócrita se dibujó en mis labios y me gire sobre mi eje y al ver la felicidad en su rostro no pude soportarlo más y explote.

—¿Qué hice?, ¿Es enserio?, Salvarte el culo, por eso me trajeron aquí, ¿O no?, Porque la princesa no puede casarse con un malandro, ah, pero claro, sacrifiquen a la hija de la mucama, ¡Nunca pedí un padre, yo nunca lo necesite, nunca estuvo para mi, destruyó mi vida y está destrozando a su propia hija, y aún así tienes el descaro de preguntar qué me pasa, descarada— sise.

Ella abrió los ojos sorprendida por lo que acabo de decir, pero sobre todo porque levante la voz, vaya error.

—¡Papá!— gritó.

Puse los ojos en blancos y negué con la cabeza, mi padre me va a matar, pero lo hará con razones.

Empecé a caminar hacia ella mientras mi cabeza reproduce una y otra vez las veces que recibí golpes por sus berrinches, sus carcajadas al ritmo de los azotes que me daba mi padre, su risa burlona hizo que toda mi ira acumulada se centrada en la palma de mi mano y golpeé su rostro haciendo que gire la cabeza.

Volvió su mirada a mí y una lágrima salió de sus ojos mientras sostiene su mejilla como si se le fuese a caer, di dos pasos hacia adelante y el agarre en mi cabello me hizo detener.

—¿Desde cuándo golpeas a mi hija?, ¿Quien te crees que eres?—

—Yo también soy tu hija, papá, me estás lastimando— gimote.

Mentiría si dijera que tengo esperanzas de que él cambie y me trate como la trata a ella, pero hace dos años que todas las esperanzas se fueron de mi vida, si vivir plenamente es sinónimo de vivir bajo el yugo de este hombre que se hace llamar mi padre, prefiero mil veces vivir en la miseria.

Su agarre se intensificó haciendo que me ponga de rodillas frente a mi hermana menor, ella me miró con diversión en su rostro, y por órdenes claras y precisas de mi padre, golpeó mi mejilla hasta romper mis labios.

El sabor a hierro inundó el interior de mi boca, el agarre en mi cabello cedió, y esta vez sentí el cañón de su arma posarse en la parte trasera de mi cabeza y odio que se me haya olvidado el ave María.

— Pídele perdón a tu hermana—demando.

— Nunca— mierda, Nora, solo dilo aunque no lo sientas.—Dispara si quieres—

El sonido del retiro del seguro me hizo cerrar los ojos con fuerza y mi hermana empezó a reír burlesca.

—Te daré un mes para que, el señor Edmond reconsidere casarse contigo, si no es él, será otro y si no hay un esposo decente para ti, simplemente puedo venderte como me plazca, largo de mi vista antes de que me arrepienta y te asesine—

El arma fue retirada de mi cabeza y me puse de pie, salí de la mansión de mi padre mientras siento mis labios arder por los golpes, mi mejilla izquierda aún está ardiendo por las bofetadas, pero aún así continuo alejándome lo más que puedo de aquello que me lastima.

Nunca he sido una mala persona, ni le he deseado el mal a nadie, pero ellos no son buenas personas, ambos son mi familia y están destruyendo mis sueños, mis ganas de vivir, todo, Edmond Nikolae, jodido imbecil, ¿Será tan malo casarme contigo?.

Sacudo mi cabeza alejando los pensamientos estúpidos, al encontrarme en la carretera, tome un taxi y me dirigí al centro de la ciudad, no quise visitar un hospital porque harían preguntas asique simplemente compre algunas cosas en una farmacia y desinfecte la herida en mi boca, mi mejilla está inflamada y duele como el infierno.

Deje todas mis pertenencias en casa, y tras quedarme sin dinero después del taxi y la farmacia, empecé a caminar en las desoladas calles de la ciudad, levanté una ceja en cuanto estuve frente al bar de la última vez.

—Nora Hastings, tienes problemas serios con el alcohol— bromee.

Me dirigí a la puerta principal del bar y el guardaespaldas frunció el ceño.

"La maldita identificación, genial, Nora, el premio a la estúpida más grande del planeta"

—Nora Hastings— exclamé.

—Disfrute señorita, Hastings— siseo. Y abrió la puerta para mí.

Asentí con la cabeza y entre en el lugar con los nervios de punta, no creí que solo el apellido fuese necesario para entrar en un lugar así.

"Nota mental, no hay que dejarse llevar como la última vez, ah...además hay que llamar a Edmond Nikolae"

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Ángel Descarriado 🔞©|libro#1, Saga Eternal|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora