Capitulo 5

20 4 0
                                    


Las finas cortinas que creaban los copos de nieve parecían eternos, haciendo crecer poco a poco el piso, blanco como la leche. Capa sobre capa, algunas partes más gruesas que otras. Aquel peludo y joven cachorro café no tuve problemas en regresar a los sectores inferiores, se preguntaba si realmente valía la pena regresar desperdiciando la ayuda que aquella joven le había otorgado, dudaba en ciertas ocasiones, pero ya era tarde, se encontraba cerca del bosque por el cual había salido en el sector medio.

Recordando el día en el que había entrado y lo que en ese bosque había ocurrido. ¿Acaso sería buena idea volver?. Se detuvo a meditarlo antes de entrar. Tragó saliva.

--No creerás volver a entrar ahí, ¿Cierto?. Le preguntó un cachorro de edad un poco mayor que la de él.

El cachorro volteo a su espalda. Tras de él se encontraba aquel cachorro azabache con blanco tirando de un pequeño trineo por medio de un arnés de cuero. Su trineo estaba vacío.

--Hola otra vez. Dijo el peludo café.

--Ciertas criaturas habitan ese extraño bosque. Advirtió el husky.

--Me lo imagino. Trago saliva, adentrándose a la arboleda con algo de temor.

El husky miró con curiosidad como aquel extraño se adentraba al bosque, poco a poco, perdiéndose en la distancia mientras sus huellas pintadas se desvanecían poco a poco, borradas por aquellos copos de nieve recelosos del arte canino. Al poco tiempo se dio media vuelta y continuó su camino, pero sin antes murmurar >>Allá él<<.

Los árboles eran más grandes de lo que él recordaba, la nieve era más fría y el paisaje menos lúgubre. Tal vez era solo su imaginación. Intentaba recordar por donde se encontraba aquella cabaña a donde lo había llevado aquel can. Intentó olisquear, el aroma en el viento le congeló las fosas nasales haciéndole estornudar, los sabores que había captado eran demasiados, desconocidos, no podía distinguir uno de otro, prefirió caminar por donde su memoria le llevará. Caminó varios minutos de forma rectilínea, el paisaje parecía no cambiar demasiado, muchos pinos y pequeños arbustos adornados por el agua congelada. Las partículas heladas penetraban su esponjoso pelaje café hacia sus músculos, los cuales se agitaban para intentar regular la temperatura en su cuerpo, el frío le había helado la vejiga, no pudo evitar parar a orinar nuevamente. Era eso o simplemente marcaba el territorio para evitar perderse.

Las aves alegraban un poco el entorno con sus conmovedoras sinfonías, algunas más alegres que otras, todas a su propio ritmo, el cachorro se había olvidado por un momento donde estaba mientras seguía aquellos alegres ritmos. Perdido a sí mismo se adentro más y más al bosque, poco a poco los sonidos comenzaron a cambiar al igual que el paisaje, haciéndose el follaje de los pinos cada vez más espeso, el cachorro se había puesto algo nervioso, sentía como si alguien lo observase.

--¿Hola?. Trato de calmarse.

Sin respuesta alguna siguió su camino a paso lento. El silencio que sentía era abrumador, podía escuchar sus propias pisadas, las cuales creaban un sonido hueco cuando sus patas se hundían en la espesa manta de nieve.

No pasó mucho tiempo cuando pudo divisar una pequeña y conocida cabaña. Corriendo se abrió paso entre la nieve hacia ella. Al llegar pudo notar que no había nadie, estaba cerrada y ninguna clase de calor emanaba de ella. El cachorro estaba decepcionado, dio media vuelta y chocó contra un fino pelaje.

--¿Qué demonios haces aquí?. Le pregunto aquella silueta contra la cual había chocado.

--Ohhh ¡por fin! ¡Eres tu!. Aulló el joven.—Por un momento creí que me había perdido, no tienes idea de cuánto he caminado.

Canción De Nieve, La Leyenda De AlastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora