Capitulo 7

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La existencia de un mundo gris eran las únicas imágenes que mis ojos transmitían a mi cerebro, cuando mire mis patas podía sentir que un extraño líquido las humedecia, podía sentir mi pelaje más extenso que de costumbre, un extraño objeto colgaba alrededor de mi cuello. Por alguna razón me encontraba asustado, temblando, sentía miedo, como si algo me estuviera persiguiendo.

El pelo se me erizo cuando fui capaz de observar un can tirado sobre el piso, frío, sin vida, por un momento sentí que lo conocía, sin embargo no pude identificarlo, sentí la necesidad de huir, asi que corrí a toda velocidad, podía escucharlo, algo estaba tras de mi. Empezaba a cansarme de correr, así que decidí terminar con todo esto y hacerle frente. A lo lejos pude observar su silueta, gris, deforme, parado sobre sus cuatro patas, su cola esponjada, orejas puntiagudas y de grandes patas, me miraba fijamente con ojos brillantes, sentía como el miedo recorría mi cuerpo en forma de finos temblores.

— Aquí estoy– Dije por fin.

La silueta del can sonrió, y se acercó a paso veloz, a unas patas de distancia se abalanzó sobre mi. Resignado solo espere.

A tan solo unas narices de que su fría mandíbula tocara mi garganta, otra silueta apareció de la nada, se interpuso entre ambos y rechazo a la primera.

— Escondete — Dijo —. Yo lo detendré.

Por alguna razón sentía la necesidad de llorar, sabía que no lo vería de nuevo, pero no quería dejarlo, sin embargo, lo hice.

***

La ausencia de calor empezaba quemarme las fosas nasales, sacudí un poco las orejas empezando a ver algunos destellos sin distinguir imagen alguna.

— Es hora —. Anuncio Xen levantando mi gruesa manta marrón. — Ponte esto y vámonos. – Volvió a decir soltando junto a mi algunas telas.

El viento parecía querer ayudarle a levantarme. Mi pelaje vibraba un poco, no creía que aprender a pelear fuera más importante en este momento. Una feroz discusión en mi mente comenzó a desplegarse. Después de meditarlo un poco tome mi pañuelo, lo ajuste a mi cuello y admirando esa placa circular pensé en aquellas sombras de mi sueño sin darles mucha importancia, me coloque la tela que había soltado, una gruesa capa gris con una gigantesca capucha apta para él, luego salí en su persecución.

El agua congelada en mis patas, quemaba un poco, respiraba lento, exhalaba fuerte produciendo leves nubes. La oscuridad delataba la ausencia de la estrella cálida. Leves colores pintaban el cielo aun. Perseguí a Xen de cerca, ocultando sus grandes huellas con las mías, la capa arrastraba la nieve dibujando un camino por el cual cruzábamos.

— ¿A dónde vamos? — Dije adelantándome.

— A la montaña cristal – Ladro él tirando de su gabardina oscura.

— ¿Por qué no podemos entrenar aquí?

— La montaña es considerada un lugar espiritual, aprenderás mejor ahí.

A veces llega a mi mente la pregunta del porque accedió a enseñarme. Me parece que se siente algo solo, no creo que tenga muchos amigos, por ello vive solo.

El frío comenzaba a intensificarse mientras más nos adentramos al bosque, trate de seguirlo en silencio, necesitaba mantener mi energía para seguir respirando, mis patas comenzaban a doler mucho, en ciertos momento no podía evitar parar y frotarlas un poco, Xen me llamaba la atención cada que lo hacía.

Habíamos llegado a la base de la montaña, no era tan grande como lo había imaginado en un principio. Los pinos comenzaron a ceder espesor y el viento era más cortante, nuestras gabardinas se agitaban con fuerza por el viento, no podía imaginar cómo era estar arriba.

Canción De Nieve, La Leyenda De AlastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora