Capítulo 19.

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Zoe.

Desde pequeña que Paris, Francia era uno de mis sueños. Desde que tenía diez años y soñaba con que el niño que me gustaba –que en ese instante era Johnny, un chico bastante guapo que ahora sólo era un idiota arrogante– se me declarara en ese lugar. En cambio no fue Johnny quien se confesó, fue alguien muchísimo mejor y claramente supero todas mis expectativas.

Bill se había esmerado en que este viaje fuera un recuerdo bonito que marcará toda mi vida. Y lo logró. Agradecía cada segundo vivido aquí con él. Él estaba marcando una parte importante de mi vida y creó que el aún no es consciente de eso. Nunca había dicho "te amo" a alguien. Nadie que no fuera mi mamá, mis mascotas o Channing Tatum. Bill había sido el primer chico al cual le decía esas dos palabras y me hacía sentir realmente así.

Estaba arriesgando mucho por estar con él, incluso salir con un corazón roto de todo esto, por lo que conlleva estar con una celebridad como él. Pero debía arriesgarme, si en la vida no hay riesgos entonces nada de lo que somos hoy se habría realizado. Y yo no me arrepentía de nada.

Después de una noche en la cual conversamos acerca de nuestros sueños, nuestras aventuras de niños, nuestras familias, acompañadas de risas y bromas estúpidas que sólo nosotros entendíamos y además de Bill cantando en mi oído All of me de John Legend fueron las cosas que hicieron de esta cita probablemente la más romántica que había tenido en mi vida.

De vuelta en el hotel, se me fue difícil alejar mis manos de él. ¿Qué mujer podría teniendo a Bill como novio? Por lo que sellamos nuestra cita, teniendo una noche en que las palabras sobraron y sólo se basó en él y yo demostrándonos cuanto nos amábamos. Sentir su corazón latiendo junto al mío era una de las cosas más bonitas que podría experimentar, simplemente la complementación de nuestras pieles era una sensación inexplicable y la más satisfactoria.

Luego de unos minutos, me dedico a observar a Bill detalladamente, con sus ojos cerrados mientras se relaja con las caricias que propinaba en su mejilla. Sus largas pestañas decorando el borde de sus párpados, las líneas de su frente que se han marcado, que conociéndolo probablemente se han formado por pasar mucho tiempo haciendo una pose para una selfie o pasar mucho tiempo con el ceño fruncido. Sus labios carnosos decorados con un piercing a cada lado, levemente rosados estaban entre abiertos con una leve sonrisa. Su nariz respingada, que a veces movía como un pequeño conejito haciendo que mi corazón se derrita de lo tierno que puede ser. Por último aquel piercing en su ceja, que me hacía pensar que aunque tuviera la cara llena de muchísimas más perforaciones se seguiría viendo igual de lindo, y por último sus lunares, o aquel lunar que se encontraba en su mentón cerca de su boca, transformándose en mi preferido.

—Tengo los ojos cerrados pero puedo sentir tu mirada acosadora sobre mí. —lo escucho decir aún con sus ojos cerrados.

—Pff, no te estoy mirando. —respondí tratando de simular mi verdadero acoso hacia él. Sus ojos se abrieron e inmediatamente agradecí la vista que me otorgaban.

—Como mentirosa apestas —se burló dándome una vista de su preciosa sonrisa blanca. Paso mis dedos por su cabello rubio desordenado y doy un beso en su mejilla, quedándome así por varios segundos.— Después de hoy, sólo nos quedaran cinco días juntos.

No había notado aquello y la realidad me golpeo. En cinco días debía volver a casa para comenzar mis estudios veterinarios. A pesar de que me emocionaba la idea de comenzar a estudiar lo que me gustaba y estaba entusiasmada por las clases, no podía evitar sentir un vacío en el pecho cada vez que recordaba que estaría alejada de Bill por unas dos semanas y que luego de eso, no sabía que vendría. Bill comenzaría sus promociones, debería viajar de aquí para allá por todas las ciudades y países, mientras yo seguía en Los Ángeles esperando por él. Sólo esperaba que la distancia no fuera un obstáculo.

Pumba | bill kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora