El nenitas de la pradera -14

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Capítulo 14

― ¿Cómo así?

Mamá se frotó las sienes.

―Kiara, Andrew llegó a su casa hecho un lío, y tirando toda puerta que se interpusiera en su camino.

Medité unos segundos.

― ¿Qué te hace pensar que yo sé qué le pasó?

―Soy tu mamá y te conozco, sé que algo te pasó hoy. No me pasa eso por desapercibido. Alejandra se dio cuenta también de que el motivo de que Andrew se pusiera así, fuiste tú.

Negué con la cabeza, por más que fueran mamás psíquicas y adivinas, como al parecer ellas aseguraban ser, no podían asegurar que ambos fuéramos el motivo del desgano del otro.

―No sabes nada y tampoco es lo que tú piensas. ―Dije cortante.

―Kiara... ―Su tono de advertencia no me pasó desapercibido.

Volqué los ojos.

― ¿Qué?

Mamá me observó durante unos segundos y tras intentar analizarme, chasqueó la lengua en señal de rendición. Ella sabía que no le soltaría nada por más que me hubiese confesado con ella hacía unos días. Encogiéndome de hombros, supuse que no me diría más nada y subí a mi habitación. Me puse mi pijama y me tiré en la cama dejándome caer en los brazos de Morfeo.

***

Al día siguiente me desperté hecha un lío. La relajación que estaba buscando la noche anterior no llegó jamás y luego de leer un mensaje de Nick al levantarme, mis nervios se pusieron de punta.

"No olvides nuestra cita, no quiero quedar plantado ;)"

A lo que yo con una sonrisa en el rostro, respondí:

"No tengo opción, al fin y al cabo, tú vienes por mí".

No tardó mucho en llegar una respuesta:

"Oh, cierto. Bueno mi dama, espero que esté lista a las 8"

"No se preocupe, señor jajaja"

No obtuve respuesta y no me molesté en ver más el celular. Me aseé y vestí. Bajé a desayunar esperando que el ambiente estuviera tenso, pero no fue así. Mamá y papá estaban sonrientes en la cocina mientras hacían el desayuno. Me detuve en la puerta observándolos con atención y admiración. Papá dejó de echarle la mantequilla a los panes y abrazó a mamá por detrás, ella carcajeó y segundos después volteó para darle un delicado beso en los labios. Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

― ¡Pero que bellos! ―Exclamé entrando por fin en la cocina―, ¡Me dan diabetes y depresión por no tener un novio!

―Buenos días, Kia. ―Mamá me miró y pude ver un pequeño sonrojo en sus mejillas.

Papá entrecerró los ojos.

―Espero que esa depresión te dure unos cuantos años más...

― ¡Papá! ―Exclamé riendo―, si es por ti, no tendré novio nunca.

― No cariño, yo sí quiero nietos ―Se encogió de hombros sonriendo―, es tu hermano el que no quiere sobrinos.

―Anda a despertarlo... parece que se le pegaron las sábanas ―Canturreó mamá.

Asentí y fui directo a la habitación de mi hermano, tan desordenada que daba miedo. Entré al baño de su habitación de la forma más silenciosa que pude y agarré la espuma de afeitar. Con una sonrisa maliciosa en los labios, me acerqué lo suficiente a la cama y le quité las cobijas de la cara. Se movió hacia el otro lado, sin embargo no despertó. Solté una carcajada ahogada y sin esperar nada, le eché la espuma en la frente y luego en la nariz. Él no se despertó, así que coloqué mi mano en su rostro con un poquito de fuerza y le esparcí la espuma por toda la cara. Jesús se despertó de repente y me empujó haciéndome caer al piso riéndome a carcajadas.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora