Mientras Dure -8

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CAPITULO 8

Al llegar a casa Jesús estaba hecho una furia y no paraba de repetir que ese niñito había vuelto a entrar en mi vida a mala hora. En el trayecto no paró de gritarme que en algún momento lo mataría. Yo no paraba de volcar los ojos por lo estúpido e inmaduro que estaba siendo mi hermano.

―Sólo me fui un rato con él... no le veo nada de malo. Además no lo estoy conociendo hoy.

― ¡Igual tenías tiempo que no lo tratabas! ¡Y sabes bien que no estoy molesto por esto nada más, sino que aún no supero que cuando llego de Paris, te encuentro en los brazos de otro tipo! ―Dijo fuera de sí―. ¡Y es literal!

―Pero bueno, no hablemos de cuánto tiempo se tiene sin ver a una persona. No tienes moral para eso... Y lo de la pradera ya te lo dejé claro esta tarde. ¡Me dolía el tobillo!

― ¡Me vale madres...! Kiara. No soporto la idea...

Comencé a desesperarme, no sólo por el hecho de que estaba gritándome, sino que mi madre en cualquier momento podía bajar. ¡Y ahí si se armaría la grande! Quería gritarle que él no soportaba la idea de verme con otro hombre, ajeno a Andrew. Le ignoré y comencé a subir las escaleras dispuesta a ir dormir.

― ¿Y piensas ignorarme? ¡Ven aquí!

Suspiré. 1, 2, 3,4

―Jesús baja la voz si no quieres que mamá esté aquí.

― ¡Joder no! ¡Eres mi hermana y no te quiero con ese nenitas!

5, 6,7

―Por favor... si mamá baja los dos estaremos en problemas y lo sabes..., baja la voz.

El pareció meditar la situación por unos segundos y supe que había llegado a la misma conclusión que yo al final, porque aun botando humo por las orejas subió y se encerró en su habitación. Suspiré y subí a mi habitación. Me di una rápida ducha, me puse el pijama y para cuando estaba acostada en cama mi mirada se encontraba perdida en el techo. Las mariposas aparecieron en mi estómago porque comencé a pensar en él. No sabía si mi mente me engañaba, pero estaba casi segura que hace una o dos horas estuve a punto de besar a Andrew Doyle, o mejor dicho, él estuvo a punto de besarme.

Sonreí inconsciente. Era como volver al pasado... éramos amigos otra vez.

Pero claro, sólo amigos. Estaba Abbie. Ella era su novia y todos lo sabían, ella era su chica perfecta y no la cambiaría por mí. La sonrisa desapareció de mi rostro entonces, él me gustaba. Y esa era la verdad. Una lágrima comenzó a bajar por mi mejilla, la vida en ese momento me pareció injusta.

Un maullido hizo que fuera abriendo los ojos poco a poco y la luz del sol me pegó directo en la cara, era Cleo. Estaba en mis pies viéndome, a veces daba miedo. Miré el reloj de pared y me di cuenta de que eran las diez de la mañana. Dios. Debía darme prisa si quería ir a la pradera hoy... pero decidí que no. Hoy no iría a la pradera. Hoy pasaría el día con mi mejor amiga, lo necesitaba.

Tomé mi celular para enviarle un mensaje a Summer y me di cuenta de que tenía un mensaje de un número desconocido. El mismo número desconocido.

"Una rosa roja es hermosa; pero una rosa blanca es pura y delicada, eso la hace más hermosa"

Fruncí el entrecejo. El día en que supiera a que se referían los mensajes que hasta hoy había recibido, me ganaría la lotería. Ignoré el mensaje y le escribí a Summer para que viniera a mi casa dentro de algunas dos horas, ella no se negó. Así que hoy sería tarde de mejores amigas. Bueno, hasta las 5. El nerviosismo en mí era evidente y tenía que contarle a Summer todo lo que había pasado, además, estaba segura de que ella me ayudaría a escoger que usar porque yo realmente no tenía ni idea.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora