Nunca saldrá de mi mente

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Andrew

Esperé su respuesta. Esperaba que ella pudiera ayudarme, que con todo lo que le había contado, me diera su punto de vista y me aconsejara. Sentía los nervios de flor a piel, era la primera vez que me sinceraba tanto con alguien que no fuera Abbie. Mi madre soltó un suspiro.

― ¿Cuándo creí que eras inteligente? ―Exclamó eufórica―, ¡Eres un idiota!

Miré al suelo y asentí. Lo sabía. Ella tenía razón, lo era.

―Mamá sólo ayúdame... se supone que tú eres una experta en este tipo de cosas...

―No soy experta, la única relación que he tenido ha sido con tu padre. ―Apareció esa mirada soñadora―. Sólo digamos que soy una fiel creyente en el amor... y el adolescente, créeme, que es el más lindo.

―Mmmm, bueno, yo no lo sé.

―Si lo sabes. Es ella... ¡Yo lo sabía!

―Mamá...

― Mariela y yo siempre lo supimos... ustedes debían estar juntos. Aunque, fue raro cuando ambos se separaron... eran tan unidos...

―Mamá, ya lo sé, ¿bien? ―Volqué los ojos―, no debí decirte nada.

― ¡No digas eso! ¡Lo mejor que hiciste fue decirme a mí!

― ¡No puedes contarle nada de lo que te he dicho a Mariela! ―Exclamé. Mamá le contaba todo a su mejor amiga, la mamá de Kiara. Y temí que si ella le contaba, Mariela se lo diría a Kiara... y Dios, eso no podía pasar.

― Ya sé, ya sé ―Se levantó de la mesa del comedor, tan eufórica como antes―, haremos una cena. Tienen tiempo que no viene toda la familia a cenar... celebraremos que tú y Kiara se van a terminar casando. Le diré a Mariela y a su esposo... y su hijo también, aunque creo que no está viviendo con ellos... pero todo será perfecto.

― ¿Mamá estás loca? ¿Te falta un tornillo? ¡Por supuesto que eso no pasará! ―Le dije determinante. Quería sonar seguro, pero con mamá era imposible―. Mira, yo sólo estaba pidiéndote un consejo, no una cena porque "me voy a terminar casando" con alguien a quien no le hablo desde hace algunos 8 o 9 años. No lo sé.

―Ay Drunnie... como sea, la cena si se celebrará. Sólo déjame ser feliz con mis ilusiones y no las destruyas de esa forma... en el horno hay un pie. Llévalo a casa de los West y los invitas a la cena, será la semana que viene, para prepararnos bien. De todas formas, yo voy a avisarle a Mariela, así que no se te ocurra pasar de largo.

Exhalé. Esa mujer estaba loca. Tomé el pie y salí de casa dando un portazo. Mi vida sería más fácil sino pensara en Kiara West día y noche. No debí de haberle dicho nada a mi madre, porque muy en el fondo, sabía que ella se pondría así. La idea de que Kiara y yo fuéramos algo más que amigos viene desde que ambos éramos unos críos. A mí no me molestaba en lo absoluto, en realidad. Pero sabía que a ella sí. Una persona que me miraba como si me odiara o simplemente, a veces actuaba como si yo le fuera indiferente. Tenía toda la razón en hacerlo, al fin y al cabo, yo la había tratado de la peor manera que había podido.

Cuando era un niño, ella era la niña de mis ojos. Quería que simplemente, ella fuera mía para siempre. La quería alejada de los otros niños porque temía que me cambiara por ellos. Kiara tenía esa delicadeza, dulzura y sencillez que les faltaba a las demás. Podía jugar con ella lo que quisiera porque ella lo hacía sin chistar. Todo cambió ese día, por una innecesaria flor y la estúpida mentalidad de un niño de 8 años. Su rechazo a la flor, fue un rechazo hacia mí. Supe que ella no querría nada más conmigo que ser sólo mi amiga. Fue como si mi primera ilusión, se deshiciera ahí mismo. Fue la primera vez de muchas veces, que le hice daño. Y ahora me arrepiento, porque perdí a una amiga de verdad. Ella se alejó de todos por mi culpa. Yo participé en que todos mis amigos la rechazaran y sabía que eso había sido lo peor que pude haber hecho.

Corazón TatuadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora