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ㅤㅤㅤㅤAl mes siguiente regreso conmigo. Me arrodille ante él como era de costumbre y fui objeto de su sonrisa. Había empezado a acostumbrarme cada vez que me llamaba con ese tono de voz tan dulce y diferente al de mis hermanas, era un solo de aire fresco para mí. Vi como enarco las cejas y me estudió con la mirada como si no me hubiera visto tantas veces antes. Se quedó extremadamente quieto con una inmovilidad que no parecía propia de él. Su comportamiento tan repentino me hizo parpadear un par de veces como si buscará la razón de su comportamiento ¿Se traba de mí?  Pensé. Apoye las manos sobre sus piernas, mi mirada nunca se desvío de él por su repentino comportamiento.

Pasaron algunos largos y mortificantes segundos antes de que me dijera algo, sus palabras retomaron ese tono dulce y encantador de siempre. Incluso con más dulzura. Lo vi sacar de la bolsa de lino algo vivo, eso me asusto un poco pero note que se trataba de un pájaro, una paloma blanca.

Cuando la tuve en mis manos pude sentir la calidez vital de su barriga emplumada y como sus patas causaban cosquillas en la palma de mis manos. Era un regalo o eso me di a entender a mi misma, lo vi sacar de la bolsa comida, no era para nosotros sino para el ave.

Levanté una ceja mientras lo mire con extrañeza, no entendía la razón de esto pues tal cosa no tendría que ver con nuestro trato. Se supone que él me contaría historias suyas y a la vez del mundo, de como funcionaban las cosas que nos rodean y que hay más allá de la vida lúgubre de una ninfa extraña como yo. No alimentar palomas.

Mi ignorancia y necedad no me dejaron ver más allá de eso, una risa melodiosa y clara como un arrolló inundó mis oídos casi siendo bendecidos por aquello.

— No te precipites, linda. Cuando la vi no pude evitar no acordarme de ti, creí que aprender a alimentar a una mascota te ayudaría a crecer como los niños humanos.ㅤㅤㅤㅤ

Mi cara se pinto incluso más incrédula.  Él se volvió a reír.

— ¿Los niños humanos alimentan palomas?

— Algunos, pero usualmente son perros sus animales de compañía.

— ¿Por qué no trajiste un perro entonces?

Una de sus manos se posó sobre la espalda del ave y yo sentí como se hacía más gordita en mis manos con la suave fuerza que ejerció Apolo. Entonces lo entendí, la paloma era lo suficientemente sumisa y tranquila para iniciar en esto.

— Ya veo... ¿Y cómo se alimentan? Siempre veo a los animales comer pero realmente nunca los alimento.

— Primero que nada debes sujetarla con una mano o ponerla en su regazo.

Acate su órden, deje descansar a la vaga paloma sobre mis piernas mientras acariciaba su cabeza un segundo. Luego me volví a Apolo, sus dorados ojos decoraban su brillante rostro mientras me sonreía.

— Pon la comida en tu mano y le das de comer. Fácil.

— Ya lo sabía.

— ¿Entonces por qué esperaste que hablara?

No respondí. Pero era cierto, ya era consciente de como alimentar al animal gracias a ver a mis hermanas pero algo en mi mente me dijo que esperara que él me dijera que hacer. Pues por experiencia propia nunca lo había hecho y mis hermanas tenían su gracias natural, si lo hacía a mi manera al guiarme de ellas y no de Apolo capaz la paloma se iba volando.

Puse la comida del ave en una de mis manos y la baje para que se alimentará. Al principio no quería pues estaba más cómoda reposando sobre mi regazo pero a los segundos empecé a sentir los picoteos sobre mi piel. Le cosquilleo la palma, como pasar la mano entre las algas de las orillas del río Peneo.

──𝐃𝐀𝐅𝐍𝐄. «Apolo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora