La Luna del Alfa Luna Creciente ©

Capítulo Ocho: La Unión De Los Alfas

Byron

La escena frente a mí no distaba mucho de una memoria que revivía en los hermanos Lawrence. Jake miraba a Abby con el mismo odio con el que una vez yo miré a mi padre y Alice se sentía tan recelosa con ella como yo con Newt cuando defendía a Ginger.
Así era ahora también. No cambiaba en nada la manera en la que ellos se ven a como yo me veía cuando aún era joven e ingenuo en este mundo. Cuando trataba de entender sin hacerlo realmente.

Cuando fui un joven alfa.

Si bien Mack alertó a Abby del control de Ally sobre su hermano, la cazadora quiso corroborarlo aunque definitivamente no había sido de la mejor forma. Sabía cuánto le molestaba que alguien mencionara el hecho de que Carlos había sido producto de un juego sucio de su abuelo y que fue entregado a su madre en compensación por la pérdida de su primogénito. Esa es la historia en resumen.
Lo que nadie sabía es que, siendo totalmente honestos, Vianey jamás supo que su hijo fue reemplazado. Sólo Carlos, Abby, Hale y yo lo sabíamos. Hubiera sido un golpe demasiado duro para sus padres.

Lo sé porque lo fue para Abby.

—No toques a mi familia de nuevo, porque no seré tan condescendiente la próxima vez —. Amenacé a la cazadora aún cuando sabía que eso no la iba a asustar.

—Guardate tus gruñidos, lobito. Sólo estoy probando mi teoría.

—No juegues conmigo, Songer —solté su brazo—, si vuelves a tocar a Jake, entonces sí peleareamos de verdad. No juegues con mi manada, ¿Oíste? Tus problemas mentales no vienen al caso en esta situación, ellos no te conocen y no saben cuándo lo haces con buena o mala intención. Aunque si te soy honesto, a veces yo tampoco te entiendo.

—Fue un error llamarte —. Alice exclamó mientras evaluaba a Jake que aún seguía inconsciente.

Yo sólo suspiré. Eso es precisamente lo que quería evitarle a Alice, que sintiera resentimiento en contra de su familia.

—No, no lo fue. Yo estoy aquí para ayudar pero también para hacerles ver que se están equivocando en muchas cosas, Ally; y una de ellas es creer que sus actos no tendrán consecuencias porque aunque sean benévolos, nadie está libre de culpas. Y lo van a saber pronto.

—¿Es una amenaza? —. Ally la miró de malas.

—Tú dímelo.

La cazadora tiró al suelo un periódico, lo conocía porque venía de la ciudad humana que estaba cerca de la ciudad de Andoam; uno en donde se veía la figura de un ave volando, sólo que eso no era un ave. Era un ángel.
Uno desconocido.

—No sé qué es lo que están haciendo pero sea lo que sea que su magia está moviendo, también está llamando a los demás y créanme cuando les digo que ese va a ser un problema enorme porque si el jefe Hale se entera, ¿A quién crees que va a usar para robarle a Jake el trono que por ley es suyo? —. La cazadora no se veía para nada molesta, sino severa. Estaba ligeramente asustada con la situación porque sabía que Alice y Jake estaban en peligro si el jefe Hale los quería cazar para quedarse con su corona—. Tú no conoces al jefe, no sabes de lo que sería capaz de hacer para tener el trono del rey cazador de vuelta y por supuesto que no voy a permitir que lo conozcas. Es para esto tu padre los encargó conmigo, por eso cuido de ti y de este idiota que sólo busca ideas infantiles y venganzas estúpidas que sólo lo llevarán a la ruina.

Alice me miró y no supe qué decir. La cazadora estaba hablando con la verdad.

—Ahora levanta a tu hermano del suelo, tenemos un cazador que arreglar y un trono que reclamar, ¿Oíste?

—Abby tiene razón —Jayden se hincó a un lado de Alice para ayudarle a levantar a Jake—, necesitarás aliados si quieres conservar el trono de tu padre como rey de los cazadores. Y sé que esto se ve mal, pequeña, pero a veces no puedes ser amable todo el tiempo. Necesitas ser de hielo para tratar con gente como Hale.