Capítulo 20: No tengo tiempo para pensar en eso

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Viernes 31 de octubre, 15:01

-Bueno, hoy vamos a ver a los gusarajos. ¿Alguien sabe algo sobre los gusarajos?

Hermione levantó la mano e intervino de inmediato:

-El gusarajo, gusarapo o gusamoco es un gusano de unos veinticinco centímetros de longitud, de color marrón, sin dientes y que come vegetación, especialmente lechuga y repollo. Es una criatura bastante aburrida, ya que se mueve muy poco y prefiere vivir en zanjas húmedas.

-Tienes razón Hermione, no hacen gran cosa. Cada extremo es idéntico al otro, y emana un moco que a veces se utiliza para espesar pociones, como supongo que bien os está enseñando el profesor Snape.

Arabella intentaba tomar notas de lo que decían Hagrid y su hermana, pero le costaba bastante concentrarse. Los gusarajos o como se llamaran le daban mucho asco, y no es que olieran demasiado bien.

-¿Es cierto que los gusarajos son comestibles y a veces se sirven para el almuerzo en el gran comedor?- preguntó Harry.

-Sí Harry, estás en lo cierto. A veces a las cocineras les da por hacer buñuelos de gusarajos, que están realmente deliciosos, pero no se lo digáis a ellos, porque podrían escucharos y sentirse mal. 

-¡Pero qué asco! Ya no voy a volver a comer aquí. -dijo Ron.

-Yo tampoco. Podríamos hacer huelga de hambre. -comentó Arabella.

-No duraríais ni media mañana. -les dijo Hermione.

-Tiene razón. Somos de estómago débil. -comentó Ron, a lo que Harry se rió.

-Pero de corazón fuerte,  no lo olvides. -le dijo Arabella.

Tras varios minutos observando las características de los gusarajos, Pansy llamó a Arabella disimuladamente:

-Arabella... ha venido a buscarte.

-¿Ahora? Dile que voy en un segundo, voy a guardar la libreta.

Tan discretamente como pudo, Arabella cerró su mochila y la dejó al lado de la de Pansy, y se escabulló entre los árboles. Unas manos grandes rodearon su cintura y la adentraron en el bosque. Arabella ahogó un pequeño grito, hasta que se dio cuenta de quién se trataba.

-¡Me has asustado!

-Esa era mi intención. -dijo Fred y le dio un beso en los labios, suave.

-¿No tienes clase ahora?

-De transformaciones, pero no te preocupes, George ha transformado una taza en mí, así que mientras que McGonagall no lleve las gafas puestas, no pasará nada.

-¡Eres de lo que no hay! -contestó ella.- Debería volver a clase, Hagrid va a echarme en falta. 

-De acuerdo, ¿qué tienes después de esta?

-Herbología. Tengo que entregar un proyecto sobre las vainillas de viento.

-Recuerdo ese trabajo, ¿quieres que te lo deje?

-No. Sólo faltaría que me pillaran y me añadieran más horas de castigo. 

-Oh, mierda... el castigo.

-¿Se te había olvidado?

-Casi. Ya me había imaginado después de la clase de aritmancia,  arreglándome para ir a la fiesta contigo, ver de qué te vas a disfrazar...

-Lástima, tendrá que ser más tarde. Pero no te preocupes, a partir de las seis de la tarde seremos libres de hacer lo que queramos, de preparar la fiesta... ¿Al final te ocupaste tú de las invitaciones?

La magia de los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora