Lux sospechaba que el par de leones en la entrada estaban hechos de oro, con incrustaciones de rubí para los ojos y unos diamantes alargados para las garras, aunque la suciedad y las hojas caídas impedían notarlo en toda su gloria. Le parecía exagerado tener una estatua tan lujosa dentro de los confines de una cabaña, a su parecer; si fuera suya, le gustaría llenarla de flores, recortar la maleza y poner una casita para pájaros o un corral para gallinas en el patio trasero. Pero como no lo era, mejor se guardaba las opiniones.
—¿Luxury de Oldtown? —uno de los escoltas lo llamó desde la puerta. Él solo asintió— El señor Jason lo espera, puede pasar.
Intentando caminar sobre el terreno desigual, se arrepintió de haberse puesto el par de tacones que siempre lo acompañaban en sus travesías. Aunque tampoco es que tuviera otra cosa que no fuera ropa de mujer, que a pesar de ser hermosa, era terriblemente impráctica para exteriores. Y era algo que debía ponerse, no solo para disimular sus salidas sino también para acoplarse a lo que –suponía– iba a suceder en unos minutos...si es que todo salía de acuerdo al plan.
—¡Hola, Lulú! ¿Qué tal estás, niño? ¿no quieres unos chocolates? Son importados —Jason preguntó entre risas, en un usual tono arrogante—. Ven, siéntate y ponte cómodo, estás en tu casa...bueno, no, estás en la mía.
Fingiendo una sonrisa, Lux se sentó a su lado, rechazando los chocolates. —Estoy bien, señor Lannister, gracias por preguntar.
—Solo Jason está bien, el señor Lannister es mi hermano —murmuró fastidiado—. Seremos gemelos y yo seré el mayor, pero Tyland a veces actúa como si tuviera 80 años. Se merece más el título.
A pesar de que el verde del burdel lo tenía harto, le resultaba más tolerable a la vista que el rojo excesivo de las paredes y sillones con marco dorado. Combinaba bastante poco con la sencilla fachada de la cabaña, que –ignorando los leones– no aparenta pertenecer a un hombre cuyo patrimonio neto podría comprar la ciudad entera; algo discreto pero que demostrara su arrogancia interna. Un perfecto escondite, como el que tienen todos los criminales.
—No quisiera quitarle mucho tiempo, Jason, solo quiero que considere la oferta del barón Bennett —se cruzó de piernas, recostando su delgada figura contra el sillón—. Yo no sé mucho sobre ese tipo de negocios, pero creo reconocer una ganga cuando me la ponen en frente.
—Me temo que mi hermano no piensa lo mismo, es un idiota desconfiado. De no haber sido por mis maravillosas iniciativas, seguiríamos siendo los lameperros de Otto Hightower.
Y a la prohibición. Pero un hombre tan lleno de sí mismo no cedería el crédito a una tercera parte, por eso lo iba a alagar o seducir hasta que accediera, lo que fuera necesario para conseguir el acceso a sus bodegas.
—Estoy seguro de que usted puede convencer a Tyland, ¡más que cualquier otra persona! —exclamó Luxury con voz tonta, frotando la puntera de su tacón sobre el pantalón de Jason— Para un hombre tan...listo, astuto e intelectual como usted, eso no debería representar ningún reto.
—Hmm, no lo sé —Jason fingió dudar—. Tu querido baroncito es un completo desconocido, no tiene ninguna referencia entre los contrabandistas con los que trabajamos.
—Lleva un par de meses en América, es normal que no tenga mucha tela que cortar —murmuró, pasando saliva—. Pero lo conozco de forma personal, sé que es un hombre de palabra y puedo asegurar que sus intenciones son confiables.
Lannister detalló su cuerpo con la mirada, poniéndose la mano en la barbilla cual crítico de periódico. A simple vista, en sus ojos no prevalecía más que una capa de voraz curiosidad, empapada con burla y entintada de ironías que Lux podría nunca llegar a comprender; pero más al fondo, el deseo por controlar, poseer y humillar por el simple hecho de hacerlo mostraba una presencia constante. Lo conocía bien, nadie lo observaba de una forma distinta.
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𝐋𝐮𝐱𝐮𝐫𝐲
RomanceEs 1922. Al detective Aemond Targaryen se le ha ordenado cumplir con la captura de Jason y Tyland Lannister, el terror que ha estado operando en las sombras desde la prohibición. Debido a sus constantes fracasos, su jefe le ha impuesto un ultimátum;...