Apretar el gatillo no era la opción más inteligente en un espacio cerrado, de visión reducida y repleto de civiles, por más ganas que tuviera de emparejar el rostro de Tyland con el cadáver de Jason. Admitía que este era el gemelo Lannister menos imbécil, quizás podría convencerlo de traicionar a Otto o tan solo hacer que bajara la guardia el tiempo suficiente para sacarlo del camino; hoy no tenía planes de quedar encerrado en unas mazmorras de aspecto medieval, no cuando debía resolver el misterio con las maletas de Aegon y advertirle a Luxury la verdad de su supuesta deuda. Y a este punto, carecía de bases para creer que su propio abuelo le perdonaría la vida ante la intromisión, nada le costaba al hombre hacer pasar su deceso como parte de su trabajo. Su madre ya sufría lo suficiente, era cruel añadir otra piedra a su saco.
—¿Quién eres tú y qué haces aquí? —en medio de un silencio sepulcral, Tyland demandó saber. No parecía llevar arma encima y esa era una ventaja.
—Soy el detective que se hizo pasar por barón —afirmó, levantado los brazos para hacerle creer que venía en son de paz—. Luxury me dijo que ya lo sabías. Puedo decir mis motivos si estás dispuesto a oírlos, de seguro te sorprendería saber una cosa o dos.
Descifrar la expresión del Lannister era difícil en esta falta de luz, pero sus palabras sonaban sinceras e ignorantes. —¿Qué pasó con mi hermano? ¿Lo capturaron?
—Él fue quién sugirió que estarías escondido aquí, aceptó colaborar con la policía a cambio de una reducción de condena. Jason pidió hablar contigo, para llegar a un acuerdo...aunque todo eso me lo dijo solo a mí.
La mentira era la única lengua que esa clase de sujetos comprendían, Aemond lo entendía y ya se empezaba a considerar un experto en la materia. Mientras Tyland se lo creyera, iba a impulsar cualquier parafraseo dulce; jurar en falso el nombre de Jason Lannister no le representaba problema moral alguno, resultaba confortable a su paladar.
—Continúa —murmuró Tyland, sin moverse—. Me gustaría saber quién te envía, se supone que nos protegían a cambio de tratos, mercancía y dinero. ¿Jason hizo enojar al senador? Le dije que no le diera el tequila barato, pero él nunca escucha otra voz que no sea la suya, ya te habrás dado cuenta.
Queriendo dárselas de misterioso, Aemond hizo una pausa. —Fue la Serpiente Marina, Corlys Velaryon. Sigo sin descubrir sus motivaciones, aunque sospecho que deseaba quitarlos del camino para florecer sus propios negocios.
—Velaryon es un pusilánime —Tyland se carcajeó incrédulo, caminando en círculo en medio de su monólogo—, un hombre débil de carácter. Todo lo que posee le viene por pura suerte, dudo que tenga la suficiente astucia para ejecutar un plan así. No le convendría.
—Lo sé, lo sé, a mi también me sorprendió —balbuceó, siguiendo al Lannister para evitar perderlo por el lado ciego—...y me mintió para capturarlos, bajo promesas de información. Por eso me uní a Jason, para bajarlo en el pedestal del que se cree intocable. Podemos hacer grandes cosas los tres, si trabajamos juntos.
Aunque la camaradería con Corlys se le había vuelto un frío respeto, no se le hacía muy agradable escuchar las ironías de Tyland Lannister disfrazadas de burla. ¿Con qué cara lo decía él? Él y su hermano necesitaron el dinero ajeno para labrarse un puesto dentro de la jerarquía, y se valieron de secuestrar un inocente para lograrlo, bajo el capricho de algún degenerado. A pesar de sus propios deseos sangrientos, no podía darse el lujo de asesinarlo. Antes debía saber con seguridad el destino de Lucerys, tener una física certeza para actuar en consecuencia; le daba el beneficio de la duda a la casualidad, sin embargo, oír a Tyland quejarse de volver a trabajar para su abuelo era...era una puerta cuya llave necesitaba encontrar de inmediato, necesitaba saber si Daemon tuvo la razón todo este tiempo y ellos solo asintieron como si no fuese nada.
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𝐋𝐮𝐱𝐮𝐫𝐲
Roman d'amourEs 1922. Al detective Aemond Targaryen se le ha ordenado cumplir con la captura de Jason y Tyland Lannister, el terror que ha estado operando en las sombras desde la prohibición. Debido a sus constantes fracasos, su jefe le ha impuesto un ultimátum;...