Oí a mi madre gritando en el baño. No recuerdo porqué lo hacía, solo sé que sus gritos llegaban hasta el salón y me aterrorizaban. Mamá solía gritar, sobre todo a personas cómo mi padre o mi abuela, algunas veces incluso a mi.
La verdad no sé por qué lo hacía pero gritaba mucho. Por eso cuando no gritaba tenía la voz ronca, una vez la oí decir que su voz se rompía cada vez que gritaba.
¿No se supone que cuando se te rompe algo duele?
Seguía sin entender porqué gritaba. Pero ese grito desde el baño, mejor dicho, esos gritos taladraban mi cerebro y algo en mi me decía que esa vez no iba a acabar regañándome con un caramelo de miel en la boca.
No sé cómo lo sabía, no entendía en aquel momento porqué mi madre solo gritaba o porqué siempre estaba enfada cuando estaba en casa.
¿Era yo el problema? ¿Papá? Él siempre decía que me quería mucho y que mamá solo pasaba por una mala racha, que estaría bien en poco tiempo...
Pero ese tiempo llevaba siendo algo más que poco.
Yo no era más que una niña, ella era una persona con problemas.
Por eso ya no me sorprendía como había acabado todo ese día. No me sorprendía el suicidio de la mujer que me había dado la vida. Pero eso era ahora, siete años después de la última vez que oí los gritos de mi madre.
Aquel día solo recuerdo ir al baño y encontrar a mi madre callada, vestida dentro de la bañera y con la mirada perdida en el agua roja que la rodeaba.
Recuerdo decirle que no se podía bañar con la ropa puesta porque nunca se iba a limpiar, también que me explicara cómo había hecho para poner el agua roja. Fue mi padre el que me sacó de allí y me llevó con mi abuela.
No entendía lo que le pasaba a mamá.
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Sentir
General FictionRelatos cortos y largos donde me dejó llevar y escribo lo que se me ocurre