Extraños conocidos.

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Mientras avanzaba por las calles silbando había visto a un montón de gente caminando como era costumbre por esa zona. No le importo mucho el resto de la humanidad a su alrededor. No hasta que los mundos se chocaron. No hasta que vio a alguien a quien no conocía y sintió conocerla. No hasta que sin saberlo se le quedó mirando mientras ella se agachaba a por su teléfono.

La había visto, tenía que haberla visto. Alguien así no se olvida tan fácilmente, y el estaba seguro de que la había visto antes. ¿Dónde?¿Cuándo? Eran cosas que no sabía decir. Pero algo le confundía, estaba seguro de haberla visto, pero no que tuviera el pelo corto o que vistiera de azul. No tenía ni idea de quién era ella, pero esos ojos no se olvidaban, pero ese pelo no se olvidaba, pero a ella no se la olvidaba. Por alguna razón verla, ahí, justo delante de él, le parecía imposible, le parecía irreal. Ella, no sabía si nombre. ¿Acaso alguien tan... No había palabras para describirlo. Pero alguien como ella no debería estar ahí, mirándole de vuelta sin una sola expresión reflejada en su rostro.

Rota, le parecía rota. Le parecía sola y le parecía que estaba como él. Cambiando.

Abrió la boca para hablar pero en lugar de decir nada se llevó la mano rápidamente a la frente para colocarse el flequillo. Una repentina brisa lo había despeinado.

—¿Tú? –murmuró no lo bastante alto como para que ella lo escuchase. La coincidencia de que se le hubiera caído el teléfono en la misma calle por la que él pasaba justo en el preciso instante en el que ellos pasaban por el lado del otro le hacía sentir escalofríos.

La chica recogió su teléfono del suelo, comprobando que la pantalla estuviera intacta y que funcionase correctamente antes de guardarlo en su bolsillo y apartar la mirada de él. Alejándose casi corriendo del lugar.

Él suspiró, lleno de nostalgia. Esa extraña era la que más lo hacía reír. Que pena que por elegir el amor antes que la seguridad ahora todo lo que le causaba era pena al ver todos los moratones y heridas que recorrían su piel.

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