♞ Dos pasos para atrás

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Después del episodio del domingo, no volví a ver a Harlowe por el resto del día

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Después del episodio del domingo, no volví a ver a Harlowe por el resto del día.

Según Dora, tuvo que regresar a Londres en su estúpido (esa palabra es mía) Audi luego del té.

La soledad me sentaba bien luego de su repentina aparición y consecuente estadía en Nomansland. Hallar vacía la habitación donde había dormido, me daba cierta tranquilidad, al menos hasta su regreso.

Sin embargo, conforme pasaron los días, comencé a sospechar que estaría de vuelta antes de lo esperado. El sorpresivo cambio en la rutina de papá fue un indicio claro: volvió a madrugar, retomó sus caminatas por el campo, supervisando a Frank y al resto de los muchachos. Incluso intentó quitar las tachuelas de los cascos de Milo para pulirlos, tarea que no realizaba hace años.

Aquello detonó la primera alarma y luego, cuando lo divisé acarreando dos fardos de heno al granero, casi pierdo la cabeza.

—¿Se puede saber qué diablos haces? —Me interpuse en su camino antes de que pudiera avanzar y quité la carga de sus manos—. ¡Papá, esto pesa casi treinta kilos!

No respondió. Él sabía que las tareas eran demasiado para que las llevara a cabo y, en silencio, me siguió hacia el granero mientras yo continuaba maldiciendo por lo bajo.

Esto era peligroso, se suponía que no debía esforzarse. Se suponía que debía vivir el resto de su vida en paz. Además, con el invierno tan cerca, debía cuidar su salud.

—Quiero una explicación —exigí dejando la carretilla al final del granero.

—Quiero que sigamos trabajando. Blake puede ayudarnos si hacemos nuestra parte.

—¿Otra vez ella? ¿Por qué la sigues mencionando  como si fuese nuestra salvadora?

—¿Por qué tú no? —Directo y sin filtro papá preguntó. A veces él también podía ser insolente. Supongo que eso lo había heredado de él y no solo de mamá.

Sentí calor trepando por mis mejillas y, negando repetidas veces, desestimé sus palabras—. No tengo ningún motivo para hacerlo.

—Creo que es una mujer muy interesante, ¿tú no?

La escena superaba la ficción. Si bien papá sabía que era lesbiana, jamás había hecho un comentario al respecto. En parte creía que estaba chapado a la antigua, que no consideraba apropiado tener ese tipo de conversaciones conmigo; y en parte porque creía que no lo aprobaba.

No me interesaba averiguar por qué decidía actuar como un padre progresista justo ahora. Quizás me había atrapado mirándola, pero eso no significaba que me sintiera atraída por ella.

De acuerdo, Blake era agradable a la vista. Nada más.

—No estoy de acuerdo. —Di un paso hacia atrás, lista para terminar con la conversación—. Pero si así lo crees, puedes invitarla a salir. Ahora volvamos a la casa, parece que viene una tormenta.

El arte de ceder (o La indómita naturaleza de Ava) © - GirlsloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora