♞ Pies en la tierra

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Ava se alejó y se llevó con ella toda la luz y la liviandad que habitaba en mi corazón, que ahora se hundió de pena con su ausencia

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Ava se alejó y se llevó con ella toda la luz y la liviandad que habitaba en mi corazón, que ahora se hundió de pena con su ausencia.

No quería que se fuera, pero no encontraba otra manera de explicarle todo lo que había explotado en mi cabeza en el piso superior tan solo unos minutos atrás.

Elinor, mi niña de trece años, me había dado una lección que ni siquiera sabía que necesitaba. Las cosas suceden por una razón y si hubiera ido a su habitación, el resultado habría sido otro.

Cuando me dirigí al living a buscarla, ella no estaba en el sofá y yo, repentinamente inquieta, subí las escaleras para cerciorarme de que estuviera acostada. Lo cierto es que podía haberla dejado dormir, podría no haberle dado mayor trascendencia, pero me vi invadida por un temor irrefrenable: ¿Y si nos escuchó? ¿Y nos vio?

Temía saber la respuesta. No obstante, más miedo me causaba el prospecto de regresar con Ava y vivir en la ignorancia hasta que todo explotara. No podía soportarlo.

Me asomé a través de la puerta de su habitación, que dejó semiabierta (quizás una invitación implícita para que entrara), y la vi acostada en la cama, cubriéndose con la frazada.

—Eli, ¿estás dormida? ¿Necesitas algo?

Se detuvo con brusquedad, dirigiéndome una brillante mirada que discerní a pesar de la oscuridad—. Sí. Que dejes de arruinar todo.

Mi cuerpo se tornó rígido, creí que no sería capaz de moverme, mas escuché sus siguientes palabras y no me quedó otra opción que reaccionar—: No puedo creer que lo hiciste...

Entré y cerré la puerta detrás de mí—. ¿De qué hablas?

Eli largó un bufido que se mezcló con un sollozo—. Te pedí que le des un cumplido, ¡no que durmieras con ella!

—Eli, no–

—No me mientas, Blake. No soy una niñita, como tú crees. Dormiste con ella, es obvio. —Con presteza, enjugó sus lágrimas—. La vas a usar, como usaste a todas las mujeres con las que te acostaste y eres tan egoísta que no te das cuenta de que vas a arruinarlo todo.

—Eli, no voy a usarla–

—¿No? ¿Qué vas a hacer entonces? Nos iremos, Blake, nos tocará regresar a Londres y le vas a romper el corazón.

—Pero volveremos...

Para mi sorpresa, soltó una amarga risa—. Es que no es eso, ¿no lo ves?

Lo veía, lo veía con claridad, y no me atrevía a darle la razón.

Nos iríamos y luego, ¿qué? ¿Pretendía mantener una relación con ella en términos que no existían? Ni siquiera estaba segura de querer hacerlo, de estar lista.

—Ava es la única persona que me entiende, y tampoco puedes ver eso. Solo te importa seguir revolcándote con mujeres...

—Eli, yo–

El arte de ceder (o La indómita naturaleza de Ava) © - GirlsloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora